Una palabra puede cambiar tantas cosas. "Consentir", por ejemplo. Quiere decir "permitir algo o condescender en que se haga", según el diccionario normativo de la lengua española. Según el equivalente catalán, significa "permitir, tolerar". Decir que Montserrat "consintió" durante 30 años un "depredador sexual" entre sus monjes, como hace la portada impresa de El País, es acusar al monasterio de cómplice en los abusos, cosa que no se desprende de la investigación externa encargada y publicada por el mismo monasterio (pdf) y que tampoco justifica la información del diario, que —¡bravo!— destapó este asunto abominable.

Los textos de portada de los diarios impresos, en general, no suelen escribirlos los autores de las informaciones. De hecho, las dificultades y malentendidos entre portadistas y reporteros llenarían una enciclopedia entera de confusiones, causadas por la prisa, las ganas de añadir garra al texto de primera, la falta de espacio, la pereza, la indiferencia, las malas explicaciones... Encima, algunos estudios dicen que el 80% de los lectores sólo leen los titulares y el primer párrafo. De ahí que ese "consintió" tenga tanto peso.

En la portada, El País se apresura a explicar que Montserrat es "el centro espiritual de Catalunya" y "una institución profundamente ligada al catalanismo". Claro, es tanta la gente que desconoce este contexto, clave para entender un caso de abusos... Bien. Por eso mismo, se ve raro que el diario no ponga el mismo cuidado al escoger un verbo que encaje con la información sin deformarla, sin estropear el trabajo de sus periodistas ni perjudicar al resto de los monjes.

Este, digamos, rigor, no parece tarea imposible ni difícil. Otros diarios lo consiguen, como puedes ver en las portadas de los que lo llevan en primera página. Incluido El Periódico, que ya destapó los abusos en el colegio Maristas de Sants y ha seguido muy de cerca el caso de Montserrat.

La Abadía, dice el informe, encargó la investigación al conocer la primera denuncia contra el monje Andreu Soler. A raíz de esta y otras denuncias, el informe concluye que Soler "fue un depredador sexual y un pederasta", que abusó de menores entre 1972 y 2000 —doce casos— hasta que el abad Soler lo apartó del servicio de menores. El informe también revela dos casos más cometidos alrededor de 1968 por otro monje, expulsado del monasterio por el abad Cassià M. Just en 1980, en cuanto lo supo.

Hasta el 2000 "se omitió cualquier tipo de actuación", añade el informe. Pero "no se puede concluir si se escondió lo sucedido o simplemente se actuó por desconocimiento de la situación, pues existen versiones contradictorias". A pesar de todo, concluye, había "rumorología suficiente" como para haber actuado antes.

En fin. De la investigación es complicado deducir que Montserrat "consintió" que el monje Soler campara a sus anchas, abusando de los chicos con la tolerancia y condescendencia del resto de la comunidad benedictina, como da a entender el diario. A ver qué dicen la Fiscalía, el Síndic de Greuges, la Santa Sede y la congregación benedictina, instituciones a las que Montserrat ha remitido el informe.

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