"La primera tentativa de suicidio me salvo porque tengo un momento de lucidez", recuerda Marc Darriba (Barcelona, 1990), que nos comparte delante de un café americano y con mucha claridad, algunos de los episodios que ha vivido desde bien joven, cuando con 13 años empieza a sufrir ataques de ansiedad. Por la mañana le han hecho una entrevista en TV3, en el Planta Baixa, y por la tarde nos encontramos en un bar de la Barceloneta, el barrio que lo ha visto crecer. Defiende que hablar abiertamente de historias como la suya es necesario, "no creo que sea un acto de valentía, sino un acto de responsabilidad", pero remarca que se tiene que hacer de forma responsable, aquí, "no todo vale".

Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo cada año mueren por suicidio 700.000 personas, lo que equivale a una persona cada 40 segundos, siendo esta la principal causa de muerte no natural en todo el planeta. Sin embargo, cogemos la lupa, porque en el conjunto del estado español son casi 11 el número de personas que se quitan la vida a diario, conformando un total de 3.941 personas que el año 2020 se suicidaron. Unos datos alarmantes también en Catalunya, donde el mismo año murieron 556 personas; 414 hombres y 142 mujeres según datos del Idescat. Unas cifras que ponen de relieve la necesidad de conocer y visibilizar testigos que, como Marc, con ayuda, han conseguido fortalecerse y seguir adelante.

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Mar andando por el Paseo Marítimo de la Barceloneta

"Todo el mundo sabía que era gay menos yo". Un hecho que lo acondicionó de tal forma que tenía que demostrar y esforzarse para que el resto de facetas visibles fueran lo mejor posible, explica. Necesitaba la aprobación externa, se exigía mucha presión y era muy perfeccionista, hasta tal punto que sentía que los resultados no estaban bien si no sacaba excelentes. Se focalizaba en los estudios hasta creerse que su rol a la vida era ser inteligente y, cuando se mostraba tal como es, le soltaban que era femenino, como si esto fuera un insulto. "Siempre había alguien que me volvía a poner en mi sitio, y así te configuras tu identidad, a partir de lo que los otros no aprueban".

"Configuras tu identidad a partir de lo que los otros no aprueban"

La primera vez que sufre un ataque de angustia es en segundo de la ESO. "Sentía que no podía estar atento a la profesora, la cabeza me colapsó, no me podía mover, lloraba, se me cerraban los ojos y se me agarrotaban las manos". La tutora le dijo a su madre: 'tu hijo no es feliz'. En aquel momento, como los ataques que sufría eran puntuales, nadie le prestó atención, todo el mundo pensaba que ya le pasaría al salir del armario, pero no fue así. Los ataques de ansiedad se van repitiendo, a pesar de encontrar una vía de escape en el grupo de teatro del instituto, "un lugar donde no era del todo yo, pero sí que podía mostrarme mucho más como era en realidad".

Del instituto dio el salto a la universidad, donde empezó a estudiar comunicación audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra y captó un ambiente muy competitivo que no lo ayudó nada. "Recuerdo un día que tuve una crisis muy fuerte de angustia que acabó con vómitos en el lavabo hasta que una compañera me acompañó en casa". Años más tarde, al tercer curso, decidió marcharse a Letonia de Erasmus, "una experiencia liberadora a pesar de que allí, las personas LGTBIQ+ lo tienen muy difícil". Una estancia que lo ayudó a decidirse que cuando volviera a casa, en Barcelona, se acabarían los armarios y que no se volvería a esconder de nada más. Con el retorno, muy esperado, Marc creía que pondría fin a su estado de angustia y ansiedad puntuales, pero tampoco fue así. "Había interruptores del estrés, momentos en que yo me sentía inferior al resto de mi entorno donde me tenía que esforzar el doble y, este esfuerzo adicional, me acababa haciendo explotar".

La falta de referentes, el estigma y el tabú en torno a la salud mental

¿"Quién sufría ataques de ansiedad en la tele? Primero de todo eran mujeres, personas frágiles, de carácter débil, en quienes no se puede confiar y, encima, invisibilizadas". Marc no quería ser de esta forma, por eso lo escondía y lo ocultaba al resto de su entorno. "Me pensaba que no me merecía las cosas buenas que me pasaban", y es en este punto que acaba la carrera y empieza el máster. Con 22 años sufre la crisis de angustia más fuerte hasta el momento, con arritmias que lo hacen acabar en urgencias. "Era un momento en que le detectan un cáncer a mi madre, cursaba el máster y estaba al cargo de la yaya que sufría Alzheimer". La recuperación la recuerda lenta, se notaba débil, estaba medicado y pidió prórrogas en las entregas de los trabajos de la universidad. Al acabar el máster, no obtuvo la beca para el doctorado, así que empezó a trabajar en un departamento ajeno al suyo, en un entorno bastante nocivo que no le hacía acabar de encontrar su puesto. "A los 27 años vivía en un estado de angustia constante, no dormía pensando en la tesis hasta que al cabo de 3 meses, caí de nuevo". Marc colapsó con una crisis muy importante: "me pasé dos días enteros sin poder reír ni sonreír", solo temblaba, recuerda.

Por primera vez, desesperado, pide ayuda a su médico de cabecera, y este le lanza: "la ansiedad te la haces tú"!. Le receta ansiolíticos y antidepresivos y lo mando a casa. "Los fármacos me pararon el cuerpo, pero no el cerebro, que me recordaba que no cumplía con ninguno de los objetivos que tenía en mente". Su valor como persona, equivalía a lo que hacía y es en este punto, cuando tuvieron lugar las dos tentativas de suicidio, en el 2018. "Lo planifiqué de tal forma que no hubiera nadie a mi alrededor, fueron con un intervalo de tiempo de tres meses y, por suerte, no ingresé en ninguna de las dos ocasiones". De la primera, recuerda salvarse por un momento de lucidez que le permite retroceder, de la segunda, acaba llamado al teléfono de la esperanza, que lo supieron escuchar y atender. Le pregunto que le pasaba por la cabeza en aquel momento y se queda en silencio durante unos segundos. "Me hacía una vergüenza terrible explicar que me encontraba tan mal a mi entorno, estaba aterrorizado por lo que pudieran pensar de mí. No lo sé. [Silencio]. Me sentía muy cansado, solo, desesperado e indefenso".

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Marc al lado de la Escuela Alexandre Galí, donde iba de pequeño

En este punto, vuelve a visitar por segunda vez al médico de cabecera, y este, lo deriva al psiquiatra con quién todavía se ve. "Lo siento, pero te tendré que derivar' me dijo, como si fuera una cosa mala", recuerda perplejo, mientras hace un trago del americano que tiene en frente y que ya debe estar frío. Gracias al tratamiento que recibe, gana una estabilidad mental que le permite encontrar el trabajo donde está actualmente, como tele operador en el RACC, un trabajo que combina con el doblaje de películas. El trabajo le permite pagarse un psicólogo privado -acceder a la pública, ya lo da por perdido. ¡"Mi psiquiatra, Àlex y yo, somos mi superequipo"!, dice sonriendo.

Marc está diagnosticado como TAG, Trastorno de Angustia Generalizada, con síntomas depresivos al principio. La ayuda que ha recibido y que sigue recibiendo le ha permitido adquirir herramientas para sobreponerse y aprender a gestionar su voz interna, a entender que lo que le ha pasado es una cosa natural que tiene que poder hablar y naturalizar.

¿Hablar del suicidio, incita el suicidio?

Dentro del mundo de los medios de comunicación, siempre se ha dicho que hablar del suicidio incita el suicidio cuando se trata el estigma o el tabú que gira en torno a los trastornos mentales. ¿Por qué no lo hablamos? "Es incómodo, no gusta ver a personas que parece que no tengan el control sobre ellas mismas", hay muchos prejuicios en torno a las enfermedades y a los trastornos mentales. Personas con carácter débil, con actitudes negativas o pesimistas hacia la vida, apunta Marc. "El problema está cuando nos centramos en los métodos en sí, al glorificar a la persona que ha decidido poner fin a su vida o a culpabilizarla".

Como conseguir un entorno de confianza

Un elemento esencial para todo el mundo que sufre algún trastorno mental es disponer de un entorno seguro y estable, con quién poder contar. Marc considera que falta mucha información respeto a como este entorno tiene que actuar. "Lo que le sale a la gente de entrada es ofrecer soluciones, cuando en realidad lo que tenemos que hacer es escuchar, mostrarnos empáticos y preguntar qué necesita la persona, sin ofrecerle la solución de entrada". Solo así podremos acceder al afectado, ofreciéndole un entorno de confianza y seguridad que harán que se sienta mucho mejor.

A pesar de haberse abierto en canal delante de una grabadora y de un periodista que lo acaba de conocer y que lo ha avasallado a preguntas, Marc se considera reservado. Levantándonos de la mesa, dice que desconecta yendo al cine, mirando series, cantando a la coral o cocinando pasteles. Ahora está viviendo una muy buena época, pero es consciente que puede recaer en cualquier momento. "A terapia nos preparan para las recaídas, estar mal es una cosa que nos puede pasar a todos, todos estamos expuestos, y tenemos que estar preparados para detectar los síntomas y anticiparnos a pedir ayuda".


En Barcelona, el suicidio es la primera causa de mortalidad en hombres de 15 a 44 años, mientras que en el caso de las mujeres es la segunda causa por detrás del cáncer de mama. Este 2021, ante el alarmismo de los datos y en pleno contexto pospandémico, la Generalitat de Catalunya ha presentado el Plan de prevención del suicidio de Catalunya 2021-2025 (PLAPRESC) con unos objetivos claros: reducir en el 2030 la tasa de tentativas y muerte por suicidio en más de un 15% y en un 20% los grupos prioritarios y también el estigma social. Una muerte que, entre todos, podemos evitar.