Los preparativos de la jornada electoral del 14-F, la más excepcional de la historia reciente, están marcando el día a día de las administraciones municipales estas últimas dos semanas. Los ayuntamientos trabajan contrarreloj para tenerlo todo a punto.

Los funcionarios y los trabajadores de los ayuntamientos son los encargados de montar todo el dispositivo electoral en cada pueblo y ciudad. La pandemia de la Covid-19, con todas las medidas especiales que ha anunciado la Generalitat, marca el día de la votación y los preparativos que se tienen que montar desde los ayuntamientos. Los secretarios municipales son los delegados de las juntas electorales sobre el terreno.

Las grandes ciudades tienen más recursos para aplicar todo el dispositivo, aunque también la complicación del volumen de infraestructuras que tienen que preparar. Los municipios medianos y pequeños son los que se encuentran con más contratiempos, porque tienen el personal limitado y porque logísticas de gran envergadura cuesta que salgan adelante y más ahora en plena pandemia.

Hemos dado una vuelta por el territorio fijándonos en municipios desde los 150 habitantes hasta la capital, Barcelona. Todos han tomado la organización como han podido y algunos aplicando, no sólo el sentido común y criterios de seguridad, sino también la inventiva para salvar situaciones específicas que no salen en ningún protocolo.

En algunos ayuntamientos los funcionarios se lo han tenido que montar ellos solos. Pero en otros, los concejales se han implicado para poner al servicio de la jornada electoral y de los representantes de la administración todos los recursos posibles. Y es que se han tenido que habilitar partidas para comprar todo lo que ha hecho falta, como los EPI, las mascarillas, los guantes, los protectores de zapatos, todo el material de seguridad Covid, y la adaptación de las infraestructuras, porque en casi todos los municipios se han tenido que hacer cambios en los colegios electorales.

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El coste adicional que todo eso supone también lo tienen que asumir los ayuntamientos en un primer momento. Después se les devolverá el gasto, pero los municipios adelantan el dinero. La Generalitat previó una dotación de 1.400 € para los gastos de la logística en Arenys de Munt, sin embargo, al final de todo el proceso se habrán gastado entre 7.000 y 10.000 € que, de momento, tendrá que asumir el propio ayuntamiento. "Es insuficiente lo que da la Generalitat".

En Blanes la cifra ya alcanza los 35.000 euros, "que de momento tenemos que pagar nosotros", dicen fuentes municipales. "Tenemos un gasto extra en todo lo que hacemos. A día de hoy no tengo ninguna garantía de que se habilite ninguna partida para pagarlo", dice el concejal Albert Castells del Ayuntamiento de Vic, donde se han hecho muebles especiales para las mesas, aparte de comprar todo el material. En Arbúcies, el alcalde, Pere Garriga, cuenta con que tendrán que asumir entre 3.000 y 5.000 euros. No suma las horas extra del personal, ni el material que se ha comprado ya pensando en aprovecharlo de cara un futuro, como una máquina para desinfectar o las vallas de seguridad.

"Uniformar todo el país es un error", dice el alcalde de Arbúcies. "Las administraciones no es que nos molesten más que ayuden, pero cuando tratan igual Arbúcies, que es rural, como una ciudad... Somos un valle de 90 km2, aquí no hay transporte público. Tendrían que ser capaces de entender que se tiene que dar confianza y libertad para tomar decisiones", dice rotundo Pere Garriga.

A una semana para las elecciones, los secretarios municipales supervisan toda la logística y están en contacto permanente con la Junta Electoral de su zona para garantizar la constitución de las mesas. Y es que, este es el otro escollo. Todas las alegaciones llegan primero a los ayuntamientos, que las tienen que notificar a la junta electoral correspondiente. "No he tenido en mi vida tantas excusas de las mesas", dice la secretaria municipal de Arenys de Munt.

Cambios de colegios

En Arenys de Munt se sienten "solos ante el peligro". El municipio, de casi 9.000 habitantes, ha trasladado las 12 mesas electorales a los dos pabellones deportivos que hay a las afueras del municipio. "La logística no se parece en nada" con unas elecciones pasadas, dice la secretaria municipal de este ayuntamiento.

Las dimensiones de algunos colegios electorales ha marcado también toda la organización del día de la votación. Hace semanas que los ayuntamientos tuvieron que comunicar a las juntas electorales los espacios alternativos. Se necesitan locales más grandes que puedan garantizar la distancia entre mesas y entre los miembros de las mesas.

En los pueblos pequeños todo el pueblo vota en un solo colegio electoral. Como El Vilosell. El municipio de 150 habitantes vota en el local polivalente del pueblo, que reúne todas las condiciones para poder votar el 14-F. Sólo hay una mesa y eso hace las cosas más fáciles. Con lo que se ha encontrado El Vilosell es que han tenido que repetir el sorteo para designar los miembros de la mesa porque todos presentaron alegaciones y no se podía constituir el colegio para votar.

En otros pueblos pequeños, aunque sólo haya un colegio, sí que se ha tenido que cambiar el sitio. Es el caso de Arbúcies. A última hora se ha decidido trasladar las seis mesas del colegio Carulla al polideportivo municipal Can Pons. La dificultad de este municipio es evitar las aglomeraciones que se suelen dar el día de elecciones y garantizar los accesos y aparcamientos. El término municipal abarca 90 km2, tiene más de 400 casas de campo diseminadas en todo el territorio y más de 200 km de carreteras de bosque, con núcleos agregados a tres cuartos de hora. Aquí han ideado un "camino de votación". Cuando los votantes lleguen, encontrarán varios aparcamientos y tres accesos. Fuera del pabellón estarán las listas de los votantes, con la mesa que les corresponde y el camino que tienen que seguir, que estará señalizado con unas flechas.

En algunos lugares las soluciones son psicodélicas. En Blanes han tenido que habilitar espacios que no son colegios, pero que están cerca de donde votan los electores. De los 13 colegios han trasladado 6 a una antigua cafetería, un salón de banquetes, la nave de la brigada municipal, la biblioteca y un teatro. Esta semana se trabajaba para preparar los locales, como por ejemplo la nave de la brigada, de donde se sacarán los vehículos y se instalarán unos cortinajes para hacer el espacio más agradable.

En Barcelona habrá 94 colegios electorales más hasta llegar a los 365. Entre los nuevos equipamientos hay 10 mercados, pabellones deportivos y el auditorio del Barça. Una de las novedades es que se ha fijado un máximo de 800 electores por mesa, muy por debajo de los 1.500 que hay habitualmente.

La comunicación, clave

El cambio de colegio electoral se tiene que notificar a los electores. Y eso es otro embrollo. En algunos municipios, prácticamente, son el 100% los que votarán en un lugar donde no lo habían hecho nunca. Aparte de las tarjetas que cada votante recibe en casa y que se tramitan desde las juntas electorales, los ayuntamientos también están informando estos días de los cambios.

La mayoría lo hacen vía redes sociales. El Ayuntamiento de Reus, que ha tenido que cambiar 9 colegios electorales, que suponen 50.000 electores del total de 71.435 que tiene el municipio, ha puesto en marcha una aplicación web para consultar dónde se tiene que ir a votar. Además se refuerza la atención telefónica y "se enviarán mensajes masivos de whatsapp y mails", ha explicado el alcalde.

También han creado aplicaciones web los ayuntamientos de Blanes y Vic. En Blanes se puede consultar el censo en la web y también se ha reforzado el servicio de información telefónica para consultas. En Vic se ha creado una aplicación en la web municipal, en la que poniendo el DNI y la fecha de nacimiento sale la ubicación de la mesa donde ir a votar y por qué calle tienen que acceder. De los 8 colegios electorales de los que hay en Vic, sólo han mantenido 3. En total, hay 44 mesas electorales. El cambio garantiza unos mejores accesos y un espacio más amplio. "Hemos intentado mantener el máximo de colegios para evitar la confusión", dice Albert Castells, concejal de Mantenimiento y Servicios.

En Arenys de Munt se ha reforzado la información en las redes y cuando los votantes lleguen al colegio electoral seguirán un camino de un color específico que los llevará a la mesa donde tienen que votar.

Los test de antígenos y los EPI

Los ayuntamientos notificaron el viernes a la Generalitat los listados de los miembros de las mesas para que los puedan citar para hacer un test previo a la jornada electoral. Harán el test a los titulares de los presidentes y vocales y a los primeros suplentes. Los segundos suplentes quedan fuera. La previsión es que se los llame desde los centros de asistencia primaria para hacer la prueba. Una prueba que es voluntaria.

La preocupación de los trabajadores municipales es que no hay ninguna previsión para hacer test a los representantes de la administración que estarán todo el día en los colegios electorales para supervisar que todo vaya como es debido.

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"Ellos ordenan y a ver cómo te apañas tú", dicen fuentes de Arenys de Munt, que hasta a última hora han estado debatiéndose entre comprar EPI o batas. La compra de todo este material va a cargo de los ayuntamientos. Se lo tendrán que poner los miembros de las mesas durante la última hora, que es cuando está prevista la votación de los positivos. Pero el riesgo de contagio es más alto en el momento de sacarse el EPI. Ante la incertidumbre de qué tallas comprar para los miembros de las mesas, se ha decidido que todos irán con EPI talla XL.

"Esperamos que lleguen instrucciones", dice Albert Castells, concejal del Ayuntamiento de Vic. Pero el consistorio está valorando tener test para los trabajadores que tengan que estar en los colegios electorales. "El test de antígenos para los funcionarios es una cosa que está en el aire. De momento no ha llegado ninguna consigna", dicen desde el Ayuntamiento de Blanes.

En Arbúcies ni se lo habían planteado, pero no descartan tener una previsión de pruebas para los representantes de la administración y los equipos que tienen que velar para que se cumplan las medidas de seguridad y tienen que estar todo el día en el colegio electoral.

Equipo seguridad Covid

La Generalitat ha pedido a los ayuntamiento que haya un equipo que supervise las medidas Covid en los colegios electorales. Eso en algunos municipios supone doblar el personal municipal que habitualmente trabaja una jornada de elecciones. Para otros municipios es imposible hacerlo con trabajadores del ayuntamiento, o bien por las grandes dimensiones de la ciudad, o bien por el poco personal que tienen. Son equipos que tienen que velar para que las colas se hagan fuera de los colegios y se respete la distancia, para que esté el material que hace falta como el gel hidrológico, que los miembros de las mesas tengan las mascarillas o que se respeten las franjas horarias de la votación.

En Reus, por ejemplo, se ha contratado personal externo para hacer este trabajo. Y se les ha impartido un curso de formación. En Arenys de Munt habrá dos delegados Covid, uno en cada colegio, que serán personal municipal y que todavía no saben quién les hará el curso de formación. En Vic habrá un doble refuerzo externalizado con responsables Covid en cada colegio, más una persona adicional que se encargará de informar a los votantes. En Blanes se han contratado 25 personas externas para hacer de controladores que trabajarán junto con los funcionarios. El jefe de Protección Civil es quien dirige todo el dispositivo. En Arbúcies todo se hará con personal interno, tanto los representantes de la administración como la brigada municipal, voluntarios de protección civil y personal del CAP. En El Vilosell una persona del pueblo será la encargada de supervisar las medidas Covid. El Ayuntamiento sólo tiene dos trabajadores: la administrativa, que el 14-F hará las funciones de representante de la Junta Electoral y una persona de la limpieza. "Esperamos que todo vaya bien. Nos hacen llenar muchos papeles en comparación con otras elecciones", dice en declaraciones a El Nacional.

En Barcelona, habrá un millar de voluntarios del Ayuntamiento que velarán por el cumplimiento de las medidas anti-Covid. Entre las funciones que se les asignan hay controlar el acceso ordenado de los votantes en el colegio electoral, organizar las colas y el flujo de los votantes dentro los colegios, mantener las distancias de seguridad, asegurando la entrada y salida por los accesos correctos, con el objetivo de evitar la formación de aglomeraciones. También garantizar el cumplimiento de la obligación de uso de mascarilla en todo momento y garantizar la limpieza de manos de los electores y evitar el contacto entre personas.

Además de la formación que se hace en cada convocatoria electoral en los miembros de las mesas, esta vez también se tiene que hacer una formación para enseñarles a ponerse y sacarse el EPI y para que sepan cuáles medidas seguir en todo momento. "Yo no pienso reunir a gente, parar mí es inviable", dicen en Arenys de Munt donde se enviará la información a los miembros de las mesas. En Arbúcies y Blanes se hará la formación dos días antes y en el colegio electoral. Será como un simulacro. Los ayuntamientos han pensado que será más sencillo que los miembros de las mesas vean con tiempo toda la logística y se hagan una idea de dónde estáran y lo que tendrán que hacer.

En Vic se están analizando los protocolos y se hará un esquema claro para los miembros de las mesas. El domingo, a las 7 de la mañana, además, un equipo complementario los explicará todo el procedimiento y cómo ponerse los EPI.

El domingo que viene 5,6 millones de catalanes y catalanas están llamados a las urnas. Son las elecciones más excepcionales que se habrán hecho los últimos años. Las cifras superan todos los recuerdos de momento. La de votación por correo que ya llega a las 270.392 solicitudes. Las excusas para ser miembro de las mesas también han superado su histórico: 20.500.

Por primera vez votaremos por franjas horarias, con mascarilla, en un colegio electoral diferente, y por primera vez, los miembros de las mesas llevarán un EPI y tendrán que hacer ellos solos el recuento, sin que el apoderado les pueda ayudar, ante el riesgo que supone la manipulación de los votos que habrán depositado los positivos de Covid que habrán votado a última hora.

Unas elecciones nunca vistas, con un prólogo que generó incertidumbre sobre si al final las elecciones serían o no el 14 de febrero, que tienen unos actores invisibles: los ayuntamientos. "Hemos aprendido mucho", dicen, a pesar de todo, desde las administraciones municipales que ultiman los detalles de una "fiesta de la democracia" nunca vivida.