El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, ha participado esta mañana en uno de los tradicionales desayunos coloquio que organiza Nueva Economía Fórum y ha aprovechado para hacer valoración de los dos años de mandato y qué llevó a ERC, el partido donde milita, a asumir esta conselleria, una de las más complicadas de todos los ejecutivos.

Elena ha desgranado diversas de sus propuestas que ha sacado adelante desde la dirección de Interior, como puede ser una de sus obsesiones con la feminización de los cuerpos operativos como los Mossos, Bombers y Agents Rurals, con la aplicación de reservas de plazas para mujeres del 40%. Con todo, sin embargo, también ha aprovechado su intervención para reclamar un endurecimiento de la legislación contra el cultivo y tráfico de marihuana, uno de los retos más peligrosos que la policía catalana tiene, ahora mismo, sobre la mesa. De fondo, en toda su intervención, resonaba una máxima que el conseller ha ido explicando en varias ocasiones durante estos dos años, desde que ERC, por primera vez desde después de la dictadura, asumía Interior: que el orden, mantener el orden y ofrecer seguridad en los barrios y calles de Catalunya, es de izquierdas; para dar respuesta a todo el mundo, también a los que más necesitan seguridad.

 

Marihuana, problema de primer orden

El conseller Elena ha destacado que si bien el cultivo y tráfico de marihuana en Catalunya —y en el resto de España, donde hay la misma legislación— está anieblado de un cierto "romanticismo", si hace años la toxicidad de las plantas de marihuana que se cultivaban en nuestra casa era del 4%, ahora los Mossos han encontrado plantas mucho más peligrosas con niveles de toxicidad del 25, del 30 e, incluso, del 40% de toxicidad. "La marihuana ya no es solo una planta", ha asegurado el conseller.

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El conseller Elena delante del público que ha asistido en este acto en Barcelona / Cedida

Elena no esconde que el tráfico internacional de este tipo de droga genera "beneficios bestiales" a las mafias que hay detrás. En una habitación de 50 metros cuadrados, en un año, y según si la marihuana es vendida al detalle o al por mayor, pueden generar 600.000 euros y 300.000 euros; unos beneficios que se convierten en casi incalculables si se multiplican por todos los metros de todas las plantaciones de interior que hay escondidas por todo Catalunya. "Se mueven millonadas", asegura el conseller. Y cuando se generan tanto dinero, Elena apunta que eso se convierte en refugio de mafias que, sabiendo todo el dinero que se juegan, cada vez se muestran más hostiles y más armadas. Las últimas semanas se han detectado pistolas en como mínimo cinco plantaciones de marihuana y a Darnius, en el Empordà (Girona), un equipo del GRS de la Guardia Civil fue recibido a tiros en la entrada judicial en un almacén de este tipo de droga.

Un alto porcentaje de los crímenes con personas muertas que se han registrado en Catalunya este 2023 —como también pasó el año 2022— están relacionados, directamente o de manera secundaria, con el tráfico de drogas y las mafias, la mayoría extranjeras con origen en el Este de Europa, que se dedican al cultivo y tráfico de marihuana.

Elena reclama endurecer la punibilidad contra los narcotraficantes

¿Pero cómo se puede revertir esta situación antes de que sea demasiado tarde y que Catalunya se convierta en un narcoestado con la marihuana como piedra de toque? Elena ha contrapuesto la legislación vigente en el Estado español, que castiga con tres años de prisión el tráfico de marihuana, cuando en Francia, el país vecino, la situación cambia mucho y las penas de prisión, según el conseller, son de diez años. "Aquí podemos tener una explicación", ha recordado Elena, reclamando un endurecimiento de la legislación para hacer frente a esta ilegalidad, sin entrar al debate sobre la posible legalización, o no, del consumo de marihuana.

Una de las cosas que el conseller Elena vincula con las ocupaciones delincuenciales, ocupaciones de pisos para convertirlos en plantaciones de marihuana. Un hecho, que, además, teniendo en cuenta que algunas veces son pisos de protección oficial, todavía tienen más impacto. El conseller de Interior ha reflexionado si el Código Penal tiene que castigar igual a una persona que pincha la luz por falta de recursos que a una persona que la pincha para cultivar marihuana y también si tiene que ser la misma pena ocupar un piso cuando no se tiene dónde vivir o si se ocupa para convertir los pisos en plantaciones de marihuana.