La Audiencia de Lleida ha condenado a once años de prisión a un hombre por un delito continuado de abuso sexual con prevalencia, tres delitos de violencia doméstica y un delito de violencia habitual. Además, la sala ha impuesto una orden de alejamiento y prohibición de comunicarse con la víctima durante catorce años, así como cinco de libertad vigilada una vez se haya cumplido con pena. Finalmente, el juez ha acordado que el condenado tiene la obligatoriedad de pagar a la víctima una indemnización de 9.000 euros.

Según la sentencia, la pareja mantenía una relación desde hacía 20 años y, fruto de eso, habían nacido dos hijos los años 2003 y 2007. Las relaciones de pareja se fueron deteriorando a causa, en gran medida, de la adicción al alcohol del acusado, hasta que en el 2016 la víctima decidió denunciar los hechos delante de los Mossos d'Esquadra acompañada por su madre.

Según la declaración de la mujer, la conducta de su pareja hacia ella era cada vez más agresiva, de manera que frecuentemente la llamaba y la insultaba. También la víctima narró escenas como que el acusado no le permitía dormir en la cama si no quería mantener relaciones sexuales y tenía que hacerlo en el suelo, o que no la dejaba dormir en toda la noche sabiendo que al día siguiente tenía que trabajar. En algunos casos, las amenazas de muerte culminaron en agresiones físicas.

Una de estas agresiones tuvo lugar a final del 2015, cuando el acusado "la empujó, la tiró al suelo y le retorció el brazo", todo eso, en presencia de su hijo que entonces tenía doce años. De la misma manera, a mediados del 2016 el acusado mantuvo una discusión con su hijo mayorf y la víctima, con el ánimo de defender a su hijo, se interpuso entre ellos recibiendo una bofetada en la cara.

En este sentido, la mujer declaró que "hasta cierto punto creía que era su obligación, porque pensaba que tenía" que "soportar" y porque "estaba educada a respetar". En relación con el informe psicosocial realizado a la mujer, se desprenden valoraciones que la describen como una persona con "poca confianza en sí misma, con miedos, baja autoestima y una cierta predisposición a desconfiar de ella".

A pesar de las agresiones vividas, la mujer en ninguna ocasión fue al médico para ser atendida de sus lesiones, aunque, después de denunciar los hechos, fue atendida médicamente y se le diagnosticó un estado ansiosodepresivo por el cual ha sido tratada farmacológica y psicológicamente.