El uso de las aguas mineromedicinales es antiquísimo. Existen vestigios de su uso desde hace miles de años, cuando fueron descubiertas sus propiedades beneficiosas para la salud. Pero para evitar engaños, hay que tener claro en primer lugar, qué es un agua mineromedicinal: aquella que se forma bajo la superficie terrestre cuando la lluvia que penetra a través de las grietas de la tierra y va nutriendo de los minerales que encuentra a su paso.

En tiempos de pseudoterapias y mucha confusión, lo cierto es que el uso de este tipo de aguas está avalado por la ciencia. De hecho una especialidad médica, la hidrología solo puede aplicarse con aguas mineromedicionales, poseedoras de unas características físico-químicas únicas y que están reconocidas de forma oficial como Aguas de Utilidad Pública por su valor terapéutico contrastado. En España, solo se pueden aplicar terapias de hidrología médica en balnearios, que han de disponer de este agua y de un servicio médico especializado.

Burbujas

Las aguas mineromedicinales se clasifican según su composición mineral, lo que determina la dolencia para las que están destinadas. Estos son algunos ejemplos de las mismas.

Aguas ferruginosas: son aquellas que presentan un alto contenido en hierro y suelen indicarse para estados de debilidad, anemias, problemas dermatológicos y hepáticos.

Aguas cloradas: ricas en cloro, son muy buenas para patologías relacionadas con el aparato digestivo, así como para problemas dermatológicos. 

Aguas sulfuradas y sulfurosas: con un alto contenido en azufre han demostrado su utilidad en enfermedades como la psoriasis, para las infecciones y para la dermatitis.

Aguas bicarbonatadas: presentan un alto contenido en CO2, bicarbonato de sodio, calcio, cloro o azufre. También se utilizan para problemas del aparato digestivo, así como el buen funcionamiento del páncreas y el hígado.

Aguas sulfatadas: Incluyen azufre y otros minerales como sodio, calcio o magnesio. Son desinfectantes, con acción antiinflamatoria y tienen propiedades regenerantes para la piel y los cartílagos.

Aguas termomedicinales

Con estas aguas se llevan a cabo diferentes técnicas, que son los procedimientos terapéuticos empleados en las terapias. Pueden ser orales, tópicas y respiratorias. Algunos ejemplos son los aerosoles, baños turcos y oculares, aromaterapia, circuitos termales, curas hidropínicas, duchas escocesas, inhalaciones, irrigaciones, masajes, pulverizaciones, saunas y pediluvios.

Lo más aconsejable es informarse directamente en los establecimientos que las ofrecen o consultar con los expertos que prescriben un tratamiento adecuado para cada enfermedad.