En semanas, los científicos esperan que la nueva variante de coronavirus detectada en el Reino Unido –denominada B.1.1.7–, sea la dominante en buena parte de los países occidentales. En principio, no se pensaba que pudiera provocar un desarrollo más grave de la enfermedad o que disminuyera la eficacia de las vacunas, pero lo cierto es que la situación está todavía por ver.

El pasado viernes, el primer ministro británico Boris Johnson aseguró que, además de propagarse más rápidamente, parece que hay alguna evidencia de que la nueva variante puede estar asociada a un mayor grado de mortalidad.

Boris JohnsonEl propio primer ministro británico ha advertido sobre la virulencia de la cepa procedente de su país

En concreto, el asesor científico principal del gobierno del Reino Unido, Sir Patrick Vallance, aseguró había “mucha incertidumbre en torno a estos números”, pero que “la evidencia preliminar sugirió que la variante podría ser un 30% más mortal”. Es decir, que si antes por cada 1.000 hombres de 60 años infectados se esperaba la muerte de aproximadamente 10 de ellos, la cifra podía aumentar a aproximadamente 13 en la actualidad. Sin embargo, otros científicos británicos han salido a la palestra para asegurar que todavía no se puede afirmar con rotundidad este hecho y que no se sabe con certeza si es así o no.

En lo que a propagación se refiere, algunos científicos han manifestado que puede ser un 50 por ciento más transmisible que la de marzo, lo que supone un gran impacto. Significa que, de media, cada persona infectada lo contagia a un 50 por ciento más, y luego esas personas lo transmiten a un 50 por ciento más, y así sucesivamente. Y debido a esto se pasará a unas cifras de 60 casos nuevos por cada 100.000 personas a más de 80.

El número R, o tasa de reproducción, es a cuántas personas, de media, una persona con la enfermedad transmitirá el coronavirus. Los expertos sospechan que el número R para el SARS-CoV-2 es de alrededor de 2. Pero gracias al uso de mascarillas, el distanciamiento físico y la inmunidad de la población, ese número probablemente se ha reducido alrededor de 1,1. Si la variante es un 50 por ciento más transmisible, el número R aumentaría a 1,5.

En cifras, significa lo siguiente: si 1.000 personas estuvieran infectadas con la variante habitual del SARS-CoV-2 con un número R de 1.1, transmitirían el virus a otras 1,100 personas. Después de 10 veces, 2.593 personas estarían infectadas. Si el número R creciera a 1,5 con la variante detectada en el Reino Unido, 10 ciclos de transmisión producirían 57.665 casos. Por lo tanto, la variante podría causar un número exponencial de muertes más altas simplemente porque el recuento de casos aumentará mucho más rápidamente.

En definitiva, que si no se establecen medidas para controlarla, la variante podría seguir generando un gran aumento de casos nuevos, incluso más de lo que estamos viendo actualmente, lo que conduciría a un crecimiento en el número de hospitalizaciones y muertes, añadiendo más presión sobre el sistema de salud. Por lo tanto, no se puede afirmar con rotundidad que estamos ante la meseta o el inicio del declive de la tercera ola, porque realmente no se sabe con seguridad.

Pacientes Covid hospitalLa cepa británica podría provocar un panorama más grave que lo previsto

El hecho es que existen factores que podrían cambiar estas pésimas predicciones, como son las vacunas, la inmunidad de la población o los resultados de las medidas de prevención de contagios que han sido declaradas por los gobiernos autonómicos. Los expertos creen que la clave es vacunar a la mayor cantidad de personas lo más rápido posible y no bajar la guardia todavía con cuestiones esenciales como el uso de mascarillas, lavado de manos y distanciamiento físico, porque son las que siguen funcionando en esta variante del virus.