Es una de las grandes cuestiones de nuestro tiempo, el saber hasta que punto la genética puede determinar la salud o cómo los hábitos de vida saludables pueden alargar nuestra vida hasta límites insospechados hace cien años. De hecho, son muchos los equipos de expertos en todo el mundo que trabajan para saber qué es lo más determina nuestra salud. Pero ahora un estudio que llevaron a cabo expertos del Instituto Weizmann arroja luz a este respecto.

Al parecer, una de las respuestas las encontramos en nuestro microbioma, el conjunto de microorganismos y bacterias que pueblan nuestro intestino y que tiene una acción directa sobre diferentes aspectos de nuestra salud. La composición de esta parte de nuestro organismo varía de persona a persona y puede ser la clave para todo, desde el aumento de peso hasta los estados de ánimo.

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Algunos investigadores han sugerido que esta variación entre las personas se debe a las diferencias en nuestros genes. Pero este nuevo estudio desafía esta idea y  proporciona evidencias de que la conexión entre el microbioma y la salud puede ser aún más importante de lo que pensamos.

El punto de vista desde el que se ha partido es que la genética juega un papel importante en la determinación de la variación del microbioma entre las personas. Por lo tanto, son nuestros genes los que determinan el entorno que ocupa nuestro microbioma. Y por último, es el entorno de cada individuo el que permite que ciertas cepas bacterianas prosperen.

Pero los investigadores del Instituto Weizmann descubrieron que la genética del huésped juega un papel muy secundario en la determinación de la composición del microbioma. En concreto, sólo representa aproximadamente el 2% de la variación.

Así quedó de manifiesto en un estudio que se llevó a cabo en una población de más de 1.000 personas, de las que se recopiló datos genéticos y la composición del microbioma, hábitos dietéticos, estilo de vida y los medicamentos que tomaban.

Los científicos, tras recopilar toda esta información y analizar cómo afectan todos estos parámetros de la salud del individuo, comprobaron que la dieta y el estilo de vida son los factores más dominantes que dan forma a nuestra composición del microbioma. Por lo tanto, nuestra genética no es tan determinante en esta cuestión.

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Los expertos midieron datos de colesterol, peso, niveles de glucosa en sangre y otros parámetros clínicos y encontraron que estas medidas tenían un efecto más fuerte sobre el microbioma que el genoma humano. Por lo tanto, no se pueden cambiar los genes, pero sí que se puede influir en la composición de los diferentes tipos de bacterias que se alojan en nuestro intestino y que tiene un papel fundamental en nuestra salud.