Un estudio liderado por un equipo español y que este sábado publican simultáneamente la revista The Lancet y The New England Journal of Medicine, puede suponer un punto de inflexión para muchas personas que han sufrido un infarto y se están medicando con betabloqueantes, un fármaco que desde hace décadas se receta a este tipo de pacientes. Según este estudio, los betabloqueantes no aportan beneficios clínicos a unos ciertos pacientes, desmintiendo la utilidad clínica previamente atribuida en algunas guías para este subgrupo. Este hallazgo cuestiona su uso sistemático en personas con insuficiencia cardiaca o con función ventricular preservada, población en la cual los resultados clínicos habían sido poco consistentes o, a veces, incluso asociados a un aumento del riesgo de hospitalizaciones. Los resultados del ensayo REBOOT representan un cambio de paradigma en el tratamiento de estos pacientes, modificando una práctica médica vigente desde hace más de 40 años.
Pacientes con insuficiencia cardiaca
El estudio analizó específicamente pacientes con insuficiencia cardiaca y fracción de eyección ventricular izquierda preservada, mostrando un efecto neutro o negativo para los betabloqueantes en los principales desenlaces clínicos. El estudio que el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) se presenta este sábado en el Congreso Europeo de Cardiología, que se celebra en Madrid, nace a partir de una sospecha que especialistas como el doctor Borja Ibáñez, el investigador principal y director científico del CNIC, comparten desde hace años: que la mejora en el manejo inmediato de los infartos había dejado obsoletos los tratamientos posteriores con betabloqueantes. En torno a un millón de personas en España han sufrido un infarto, y estos pacientes eran tratados con betabloqueantes. En la actualidad, gracias a los avances en el manejo inmediato de estos ataques, los pacientes los superan con una función prácticamente normal del corazón, en torno al 80%. Y el estudio demuestra que esta mejora en el manejo inmediato de los infartos había dejado obsoletos los tratamientos posteriores con betabloqueantes.
En el Congreso Europeo de Cardiología que se está celebrando en Madrid se han presentado los resultados de dos estudios muy esperados, y aparte de los hallazgos lo más destacable es que son españoles. En el estudio REBOOT participamos muchos centros incluso sin financiación. pic.twitter.com/bamBYcwwL7
— MªElena Tundidor (@MElenaT) Augusto 30, 2025
"REBOOT cambiará el tratamiento en estos casos en todo el mundo, ya que hasta ahora más de un 80% de los pacientes con este tipo de infarto no complicado son dados de alta con tratamiento con betabloqueantes", afirma el Dr. Borja Ibáñez, investigador principal del estudio, director científico del CNIC, cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y jefe de grupo en el CIBER de enfermedades cardiovasculares (CIBERCV). "Los resultados de REBOOT representan uno de los avances más significativos en la estrategia terapéutica del infarto agudo de miocardio en las últimas décadas", añade. Estos resultados invitan a revisar las recomendaciones internacionales sobre el uso rutinario de betabloqueantes en pacientes sin indicación clara y específica, especialmente en subgrupos donde ya existen observaciones de escaso o nulo beneficio, o incluso riesgo. Las guías clínicas actuales podrían sufrir modificaciones sobre la base de estos nuevos resultados, buscando optimizar la terapia y evitar tratamientos innecesarios para estos pacientes. De hecho, así lo cree el doctor Valentín Fuster, director general del CNIC y presidente del Mount Sinai Fuster Heart Hospital y uno de los investigadores sénior de REBOOT, "este ensayo cambiará a todas las guías clínicas internacionales", asegura.
Evitar una arritmia maligna
"Al principio de los años 80, cuando una persona tenía un infarto, que se produce cuando hay una obstrucción brusca de la coronaria, el tratamiento era muy primitivo: era simplemente evitar que tuviera una arritmia maligna y que se muriera", afirma el doctor Ibáñez. "Estos pacientes que sobrevivían al infarto tenían una gran cantidad de corazón o de músculo cardiaco que había resultado dañado de manera irreversible y eso provocaba muchas arritmias que pueden derivar en una muerte repentina y provocar mucha insuficiencia. Tenían, además, una propensión a tener otro infarto relativamente alta", añade en declaraciones en la Cadena Ser.
"En aquel momento, los betabloqueantes, cuyo mecanismo de acción reduce las arritmias y previene la insuficiencia cardiaca y puede prevenir la aparición de un nuevo infarto, se demostraron como muy positivos, porque la tasa de estas complicaciones era muy alta. Pero desde los años 80 hasta ahora, sobre todo al fin del siglo XX y a principios de los años 2000, se ha revolucionado completamente el manejo del infarto", explica este cardiólogo que dirige el departamento de investigación clínica del CNIC. Estos avances son los que han permitido que el 80% de las personas que tienen un ataque, que sufren un infarto, lo superen sin deterioro de la función cardiaca. A la gran mayoría de pacientes, en casi todos, les abrimos las coronarias que están obstruidas durante el infarto de manera muy rápida. Por lo tanto, la cantidad de músculo que queda dañada es muchísimo más pequeña y la probabilidad de tener arritmias malignas prácticamente ha desaparecido", continúa el doctor Ibáñez.
Después de un infarto, la función contráctil del corazón puede deteriorarse de manera significativa (fracción de eyección del ventrículo izquierdo inferior al 40%), reducirse moderadamente (entre el 40% y el 50%) o mantenerse conservada (por encima del 50%). Actualmente, la mayoría de los pacientes (aproximadamente el 70%) sobreviven al infarto con la función cardiaca conservada; en torno al 20% presenta una función moderadamente reducida y un 10%, una disfunción claramente marcada. El estudio REBOOT incluyó en los dos primeros grupos, ya que no existían evidencias claras sobre los beneficios de los betabloqueantes en este tipo de pacientes.
REBOOT, un estudio con más de 8.500 pacientes
El REBOOT (Treatment with Beta-blockers after Myocardial Infarction without Reduced Ejection Fraction-Tratamiento con betabloqueantes después de un infarto de miocardio sin fracción de eyección reducida), nombre técnico del ensayo, que empezó en el marco de 2019 y ha involucrado en más 500 investigadores 109 hospitales, 74 de España y 35 de Italia, donde el cardiólogo Roberto Latini ha sido el encargado de dirigir el grupo coordinado por el Instituto Mario Negri de Milán. En la investigación han participado más de 8.500 pacientes que han sufrido un infarto de miocardio con una fracción de eyección del ventrículo izquierdo superior al 40%. Estos pacientes fueron asignados aleatoriamente para recibir tratamiento con betabloqueantes o no después de su alta hospitalaria, con un seguimiento medio próximo a los cuatro años para evaluar mortalidad, reinfarto e insuficiencia cardiaca.
Qué son los betabloqueantes
Los betabloqueantes son fármacos que se consideraban esenciales en el tratamiento de diferentes enfermedades cardiovasculares a causa de su efecto regulador sobre la frecuencia y la fuerza del latido cardiaco. Estos medicamentos, como el Metoprolol, Atenolol, Bisoprolol y el Propranolol, bloquean los receptores beta-adrenérgicos en el cuerpo, especialmente en el corazón, pulmones y vasos sanguíneos, lo cual reduce los efectos de la adrenalina y la noradrenalina. Eso provoca una disminución de la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la demanda de oxígeno del corazón, siendo útiles para tratar enfermedades como la hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, angina de pecho y unas ciertas arritmias. Actúan impidiendo que las catecolaminas como la adrenalina se unan a los receptores beta. De esta manera, disminuyen la actividad del sistema nervioso simpático sobre el corazón y los vasos sanguíneos, consiguiendo que el corazón lata más poco a poco y con menor fuerza, reduciendo la presión arterial. Se utilizan en casos de hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, angina de pecho, arritmias cardiacas y para la prevención de infartos.