Las consecuencias de un abuso sexual pueden ser más graves de lo que pensaba, afectando incluso a las redes de conexión del cerebro. Así lo demuestra un estudio realizado en la Universidad Médica de Carolina del Sur, en el que un equipo de expertos ha realizado un seguimiento a personas con antecedentes de maltrato infantil y ha demostrado que especialmente dos grupos, aquellos con antecedentes de abuso sexual y con trastorno de estrés postraumático, presentaban una conectividad cerebral reducida en los sistemas de atención conocidos como red de atención ventral y dorsal. En cambio, no se observó esa reducción en adultos con antecedentes de abuso físico, ni en aquellos que no desarrollaron trastorno de estrés postraumático.

El equipo, que fue dirigido por la neurocientífica Jane Joseph, también concluyó que la conectividad en los sistemas VAN-DAN aumentó después del tratamiento con oxitocina, una hormona asociada con las afiliaciones sociales y la respuesta al estrés. Los resultados de la investigación se han publicado en la revista Psychiatry Research: Neuroimaging.

“Creemos que estos hallazgos contribuyen a ayudarnos a comprender mejor cómo la conexión entre los sistemas de atención del cerebro puede estar involucrada cuando se desarrolla un trastorno de estrés postraumático después de un trauma infantil”, asegura Kathleen Crum, una de las autoras del artículo.

El abuso durante la niñez es un factor de riesgo importante para el trastorno de estrés postraumático. De hecho, los niños que experimentan cualquier forma de abuso tienen un 70% más de probabilidades de desarrollarlo. El abuso sexual durante la niñez interrumpe el desarrollo del cerebro. Los expertos apuntan a que también puede estar relacionado con lo que se conoce como “trauma de la traición”, que ocurre cuando la confianza de una persona en una institución o un ser querido es violada por el abuso. “Las personas perciben los eventos de manera diferente según la forma de abuso”, aseguran los expertos.

Hombre víctimaLa red de atención ventral y dorsal juegan cada uno un papel único en la regulación de la atención. La ventral es una red en el cerebro que es responsable de la atención voluntaria, mientras que la dorsal es el proceso de cambiar o reorientar nuestra atención hacia otro evento. Las personas con trastorno de estrés postraumático tienen dificultades para desviar la atención de las señales relacionadas con las amenazas, incluidas las señales que les recuerdan sus experiencias traumáticas. También pueden tender a interpretar las señales neutrales como relacionadas con amenazas. En conjunto, estos problemas afectan su capacidad para dirigir su atención a la tarea que tienen entre manos en su vida diaria.

Se cree que la respuesta de lucha o huida puede ser hiperactiva en estos individuos, lo que puede explicar esta dificultad para desviar su atención. Los expertos apuntan a que, si bien el trastorno de estrés postraumático no siempre se origina a partir de un trauma social y personal, la oxitocina parece ser beneficiosa en situaciones estresantes, por lo que se está explorando como tratamiento para este trastorno.