Un año después de la campaña ultra de acoso contra la oficialidad del asturiano, Vox ha probado ahora su propia medicina en Oviedo (Asturias). El partido de extrema derecha se ha levantado este lunes con la sede del grupo parlamentario llena de pintadas en lengua asturiana: "Fora d'Asturies", es el mensaje que se ha podido leer. Asimismo, había imágenes de la cruz celta neofascista y algunos carteles retirados. La puerta de acceso, el buzón, el portal, el rellano de acceso a la sede... los ultras han recibido por todos lados. De momento, se desconoce el autor (o autores) de la acción. Los fascistas ya han presentado una denuncia al juzgado y la policía española se ha personado en el local para recoger pruebas e iniciar la investigación.

Sin escrúpulos, la formación de ultraderecha no aflojó con el acoso a los defensores de la oficialidad del asturiano. Primero fueron contra Adrián Pumares, diputado de Foro de Asturias que tenía que ser decisivo para aprobar el proyecto para hacer oficial la lengua asturiana. Llenaron vallas publicitarias con su cara, señalándolo y tapándole la boca. Después, el objetivo fue el socialista y presidente del Principado, Adrián Barbón. Un año después de orquestar campañas dignas de un bully, Vox se ha hecho ahora la víctima por unas pintadas en asturiano en la sede del grupo parlamentario.

Cuando Vox asedió públicamente a un diputado

El portavoz del partido de extrema derecha, Ignacio Blanco, ha dicho que "estos ataques son la manifestación más evidente de odio hacia quien opina diferente, de la cultura de la cancelación de quien discrepa". Y eso que la formación de ultraderecha se dedicó a asediar públicamente a sus rivales políticos con el fin de intimidarlos y hacerles cambiar su voto respecto de la oficialidad del asturiano. Pero esto a Blanco le ha dado igual y ha asegurado que Vox condena y ha condenado "cualquier acto de violencia contra cualquier persona, partido u organización", a la vez que afirma respetar "las opiniones diversas que nunca tendrían que ser objeto de represión" porque "la libertad de expresión se basa precisamente en la defensa del mensaje discrepante".

"Pero hay personas que no toleran ideas diferentes y en lugar de contraponerlas con argumentos, utilizan la violencia. La palabra no es violencia, atacar una sede sí que lo es. Si así quieren estos fascistas silenciarnos, no hacen más que reforzar nuestras convicciones", ha concluido el portavoz, un año después de que el partido de extrema derecha iniciara una campaña de acoso contra un diputado para obligarlo a cambiar el sentido de su voto. De hecho, fue una campaña homófoba. Parece que fueron los fascistas de Vox los que utilizaron la violencia para intentar silenciar a alguien.