"Collboni representa la continuidad de una represión que no solo persiste desde la justicia, sino también desde el mismo gobierno socialista". Habría sido un buen titular, hace cuatro años. Lo dejó caer Ernest Maragall durante el tercer y último cara a cara con ElNacional.cat. El de Esquerra Republicana es, quizás, el que lo tiene peor de los cuatro alcaldables con posibilidades de hacerse con el consistorio: a pesar de haber ganado las elecciones, y a pesar de habérsele arrebatado la posibilidad de gobernar, Maragall optó por una oposición tibia, donde incluso el partido republicano facilitó los presupuestos municipales. En sus palabras de hoy, a una "vergüenza colectiva desde el punto de vista democrático", le siguió un "hemos empujado el carro de la institución en beneficio directo para la ciudadanía".
De la "conjura" al "¿de qué serviría estar enfadados?"

Maragall ha declarado que Xavier Trias quiere "volver al viejo concepto de la sociovergencia". De Jaume Collboni, que personifica "el caos de Rodalies en Barcelona". De Daniel Sirera, que podría facilitar un pacto, haciendo de "nuevo Manuel Valls". ¿De Ada Colau? No sabría decirte, no he apuntado nada. Si Maragall ha dicho algo de la alcaldesa, quizás ha quedado atenuado por uno de los bostezos de los periodistas y del equipo técnico. Capturo la imagen con la mejor de las voluntades: que la política catalana vuelva a ser soporífera es uno de los hitos ya alcanzados de la agenda del reencuentro. Aburrirse soberanamente es un síntoma fehaciente: la salud autonómica es, desdichadamente, de hierro. Lo sabes tú, lo sé yo, y lo sabe Felipe VI.
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Maragall, sin embargo, insiste en que su proyecto sigue siendo el de un liderazgo republicano, con la voluntad de gobernar la ciudad para hacerla "una gran capital fuerte, cohesionada, con dignidad para todos los ciudadanos", una metrópoli de "derechos y libertades". Para hacerlo realidad, el alcaldable cree necesario "ganar con más claridad". Ser más. Ampliar la base. Una lotería de palabras con republicanismo en el centro y que el teclado predictivo haga el resto. Todo me recuerda a aquella escena de Días de radio de Woody Allen, donde la madre de un niño sabiondo con angustia por la expansión, no de la base, sino del universo, trata de cortar de cuajo la desazón de la criatura con un: "¿Qué tienes tu, con el universo? Nosotros estamos en Brooklyn, ¡y Brooklyn no se expande!".
Aburrirse soberanamente es un síntoma fehaciente: la salud autonómica es de hierro
"La coalición que gobierna España es la misma que gobierna el Ayuntamiento", recordaba Ernest Maragall. El político repasó todos los cambios que la ciudad necesitaba y que no se han producido, aunque Esquerra Republicana ha ayudado "a que el Ayuntamiento tenga más recursos" y ha dado "todas las herramientas para hacer" estos cambios a comuns y socialistas, que se han pasado la legislatura "centrifugando responsabilidades"; en resumen, y en palabras de Maragall, "siempre es otro quien tendría que haber hecho las cosas". Lo escribiré otra vez, lo imprimiré, y haré octavillas electorales para presentar una candidatura a Badalona: habría sido un titular estupendo, hace cuatro años.