"Cualquier acuerdo [entre los gobiernos catalán y español] tiene que incluir la opción de un referéndum de independencia". Es el veredicto de The Economist en el editorial que publica este jueves. El influyente semanario británico no deja bien a nadie. Describe a un Rajoy incompetente e intolerante, incapaz de entender la situación y gestionarla, al lado de un Puigdemont que lidera el independentismo por un camino ilegal que perjudicará Catalunya. La crítica a la represión policial española es también demoledora y sin paliativos.

El título presenta la propuesta: "No es demasiado tarde para evitar la ruptura de España". El subtítulo indica cómo: "Para evitar una calamidad, pregunten a los catalanes qué quieren realmente".

La revista avisa al gobierno español que "sólo una negociación puede restaurar la calma" y que "debería empezar inmediatamente".

El editorial, cargado de matices, es muy articulado. En términos prácticos sugiere lisa y llanamente celebrar un referéndum en el que los catalanes escojan entre la independencia y "un nuevo acuerdo constitucional", que incluya "más autonomía, el poder de crear y recaudar más impuestos propios, más protección para la lengua catalana y un cierto reconocimiento de los catalanes como 'nación'". El gobierno español "quizá todavía está a tiempo de ganarse a la mayoría de los catalanes", remacha.

Más en detalle, especifica que haría falta que voten la independencia una mayoría simple del censo y que también sería bueno votar, más adelante, los términos de la separación.

Cameron y Escocia

El ejemplo que ofrece es el del expremier británico David Cameron y el referéndum escocés del 2014. "Rajoy tendría que hacer lo mismo", concluye. "Las razones para mantener la unidad de España son poderosas. Pero hay que ganarla con la fuerza de los argumentos. Sólo con la fuerza [bruta], Rajoy no impedirá la ruptura de España, sino que la acelererá".

La secesión no es la opción que favorece The Economist, como ya ha expresado en otras editoriales. En este insiste. Perjudicaría a España y a Catalunya, dice, aunque no ofrece mucho argumento. Tampoco es lo que le conviene a Europa, añade, porque "puede promover el separatismo. En Escocia, sin duda, pero también en el norte de Italia, en Córcega, quizás incluso en Baviera".

Tal como argumenta, quien más tiene que perder es España. "Sería un desastre para España, dice, porque perdería su segunda ciudad y se arriesgaría a perder el País Vasco".

Catalunya también perdería. La UE ya no es la institución acogedora que recibió los estados surgidos del derrumbe soviético, sino un club de estados al que "los nuevos no tienen derecho automático a unirse". Además, "sin el apoyo de España [para re-entrar en la UE], Catalunya quedaría en el lado malo de un nuevo muro de aduanas". Por todo ello, la independencia es "imprudente e irresponsable".

Enfado del Rey

La revista no se priva de alabar la "prosperidad" de la España bajo el régimen del 78 y juzga "comprensible" el enfado del Rey y de muchos españoles con la rebeldía de Catalunya, a la que el actual sistema ha dado "una gran dosis de autonomía" y que de ninguna manera se puede considerar oprimida. También insiste en que "una democracia bien llevada tiene que seguir el imperio de la ley [que] protege las libertades democráticas, no sólo los derechos de las minorías".

Por todo ello, considera que "el líder catalán, Carles Puigdemont, no tiene razones sólidas para promover la independencia". Tampoco las decisiones del Parlament ni los resultados del referéndum "le permiten reclamar un mandato real". La oferta independentista del President es "populista", "simplista" y no explica "los costes ni la forma en que se podría producir".

Ahora bien, "eso no es el final de la historia", añade pragmáticamente. "La democracia se basa en el consentimiento de los gobernados. Incluso algunos que no están de acuerdo con los métodos de Puigdemont creen que Catalunya tiene razones para llamarse nación". Además, "podría sobrevivir económicamente".

Fuerte castigo a Rajoy

Las críticas a Rajoy son fortísimas. El presidente del gobierno español es señalado como el principal responsable del agravamiento del conflicto, en términos muy duros.

"Cuando una democracia envía a la policía antidisturbios a golpear abuelas en la cabeza con porras para evitar que voten, alguna cosa va mal", dice en referencia a la represión del 1 de octubre, a la que no encuentra justificación alguna. "La convocatoria por los líderes catalanes de un referéndum inconstitucional puede ser tan provocadora como se quiera, pero la reacción de Rajoy ha llevado a España a su peor crisis constitucional desde el intento de golpe de estado de 1981", añade.

Continúa: "Si Rajoy pensaba que romper cabezas frenaría el secesionismo, no podía estar más equivocado. Sólo ha conseguido crear un enfrentamiento que ha dado alas a sus enemigos y dejado en shock a sus amigos. El 3 de octubre, Catalunya, una de las regiones más ricas de España, se paralizó por una huelga de protesta. Centenares de miles de manifestantes marcharon para expresar su indignación".

Rajoy no ha entendido la magnitud del problema, explica. "Sea cuál sea la legalidad del separatismo, una vez el deseo de independencia llega a un punto crítico, los gobiernos tienen que tratarlo de tres modos: aplastarlo, aceptarlo o negociar de buena fe, sabiendo que el resultado puede ser igualmente la independencia."

El presidente del gobierno español, sin embargo, sólo ha sabido "bloquear a los nacionalistas en los tribunales o recurrir a la fuerza". Con la represión policial "se pasó de la raya", porque "la agresión contra multitudes de ciudadanos pacíficos puede funcionar en el Tíbet, pero no en una democracia occidental".

También castiga el argumento de la inmovilidad de la constitución. "Las constituciones existen para servir a los ciudadanos, no al revés". Con su actitud, "en lugar de defender el estado de derecho, Rajoy ha malbaratado la legitimidad del Estado español".