La corbata verde (aunque la combinara con camisa blanca) escogida por el Rey para presidir la final de Copa entre el Barça y el Sevilla no era un guiño partidista al equipo andaluz. El color del accesorio responde al acrónimo “Viva el Rey de España” (V.E.R.D.E.), símbolo indumentario adoptado por los alfonsinos (partidarios del Duque de Cádiz) para identificarse cuando la dictadura franquista no permitía verbalizar el vítor. Esta vez, la corbata verde sirvió a Felipe VI para contestar sin decir ni mu a las estelades y al gran pitido que recibió al himno español.  

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Los ojos

Empieza a sonar el himno y con él, el esperado pitido. Pese a la solemnidad que exige el himno (posición firme de respeto), llama la atención hacia dónde se dirigen las miradas de Felipe VI y el president de la Generalitat. Puigdemont gira la cabeza completamente observando la gradería del Barça de donde proceden los silbidos (está más cómodo con aquel espacio que con el que ocupa en el palco); Vicente del Bosque tuerce levemente el cuello (le puede la curiosidad) y el rey sólo dirige una mirada que sonríe amenazadora (os estoy vigilando, me las pagaréis). 

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Sonrisa tensa

No hay mayor ofensa que sonreír a alguien cuando el otro espera que estés cabreado y ofendido, porque la sonrisa pasa a interpretarse como una burla o un desafío. Letizia dibujó esa sonrisa en su boca al llegar a su asiento (no me importa que nos pitéis).

Sin embargo, para saber si una sonrisa es sincera o falsa basta con observar los ojos. Porque se sonríe con la mirada y no tanto con la boca. La reina mostraba una sonrisa tensa (labios rígidos) y ojos muy abiertos (cuando reímos de verdad, los ojos se rasgan); así que su interpretación de “no me importa nada, estoy por encima de todos vosotros” no era nada creíble. La sonrisa estaba tan petrificada en su cara que le costó darse cuenta que sonaba el himno de España y debía mostrar un expresión más solemne (seria). Un ejemplo de sonrisa sincera (sólo ojos), aunque fuera maliciosa (cierra los labios para que no se le escape la risita), es la de Artur Mas en la Copa del Rey del pasado año.

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Puigdemont no aplaude 

Terminado el himno, el president de la Generalitat se entretuvo con los botones de su chaqueta (no había motivo porque estaba abrochada perfectamente) para no aplaudir tras el himno español. Podía haberse quedado sin hacer nada (demasiado agresivo), pero la incomodidad de estar en “territorio enemigo” lo empujó a disimular la ofensa a los asistentes (gesto de respeto pero no de sumisión).

Pitido

Tal vez a medio estadio se le reventó el tímpano (creo que el himno se escuchó desde Australia) pero lograron que el estruendoso pitido quedara más o menos disimulado. Vicente del Bosque no pudo evitar llevarse la mano al lóbulo para proteger su oído.

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Aniversario 

Por muy rey que seas, celebrar el 12º aniversario de bodas en el fútbol es cutre y motivo de divorcio. 

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#YosoylaCamacho

Como Alicia Sánchez Camacho estire más el cuello se desnuca. Menos mal que llevaba los aros de choni para hacer de contrapeso.

 

Este post se publicó originalmente en Política y Moda.