Pedro Sánchez lucha por flotar en un mar de aguas turbulentas que amenazan con hundirle el liderazgo al frente del PSOE. El PP y Ciudadanos auguran "preocupante" y fallido un pacto de gobierno con Podemos, mientras que los barones críticos hace días insinúan su oposición a dicha tentativa. Así, el socialista había encontrado un órdago con que blindar su autoridad: unas hipotéticas primarias para escoger secretario general el 23 de octubre. Eso le permitiría revalidar en el cargo y cerrar filas antes de unas terceras elecciones. Pero los críticos tratarán de combatir el plan.

"Confío plenamente en la coherencia y la palabra del partido" decía al presidente de la Junta de Castilla la Mancha, Emiliano García-Page. Page hacía referencia al compromiso que Sánchez adquirió en mayo para esperar a que hubiera gobierno en España antes de hablar de los "sillones". Page, como el presidente de Aragón, Javier Lambán, han manifestado su disconformidad con esta estrategia, que ven "incoherente e irresponsable" porque prioriza los intereses del partido. Además, ha hecho abrir un debate a 48 horas de las elecciones vascas y gallegas.

Así las cosas, Sánchez podría cortar con este golpe cualquier aspiración de la presidenta andaluza Susana Díaz –o cualquier otro barón– por arrebatarle el trono de Ferraz. Por una parte, porque una guerra previa a una posible convocatoria electoral debilitaría al PSOE en las urnas. Por otra, porque si Díaz gana, podría verse abocada a la abstención para evitar elecciones –si el gobierno alternativo de Sánchez fracasa. Por ahora, el coordinador andaluz de la formación, Antonio Pradas, dice "no dar crédito" a un congreso extraordinario en diciembre, que no está decidido aún.

Tras el domingo, Sánchez podría tener las de ganar si se encomenda a las bases. Si las elecciones vascas y gallegas son un fracaso –como se espera–, la presión por la abstención redoblará en el PSOE. El frente crítico volvería a la carga, haciendo público ante la militancia esta tensión, ya a las puertas de una elección de secretario general. El actual dirigente podría salir reforzado, si las bases quieran dar un golpe en la mesa y apoyor al 'no' sin cesiones a Rajoy. Ahora bien, el plan del congreso tiene las patas cortas: seis de siete líderes territoriales se oponen.

El congreso express no es la única vía del socialista para blindarse. Con el intento de buscar un pacto de gobierno, –"farsa" para ciertos barones– Sánchez ya ha conseguido dos efectos: que el fantasma de la abstención haya dejado de planear –temporalmente– sobre su espalda; y no ser el único responsable de terceros comicios. El acuerdo que busca con Podemos se prefigura como complejo, si es que C's no se aviene a la abstención. A su vez, los independentistas –PDC y ERC– ya han recordado que sin el referéndum no le darán apoyo.

De rebote, las tensiones de los barones críticos por esta pirueta han reavivado. Page denunció que Sánchez "criminalizaba" a los que expresaban opiniones diferentes. Precisamente, el propio presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, sufrió ataques en las redes para defender la abstención ante los 170 escaños del pacto de PP y C's. Más ambiguo, y en un momento en que algunos barones denuncian cese en la comunicación por parte de la dirección, Puig mantiene que tras el domingo se tendrá que reabrir el debate sobre "la gobernabilidad".

Pero si el gobierno alternativo falla, y el congreso no se celebra en octubre, la última carta del socialista para blindarse sería un referéndum a la militancia. Este preguntaría sobre la postura del PSOE en una hipotética y nueva investidura de Rajoy. Así lo defiende el líder en Castilla y León, Luis Tudanca, quien apoya el 'no'. Si bien, las consultas internas tienen truco: acostumbran a ser favorables a la dirección, porque los militantes mantienen posturas más extremas que la cúpula. Y con esta, tres son las estrategias para salvar al soldado Sánchez de una muerte que ya parecía anunciada. O no.

Lucha entre Iglesias y Errejón

Sánchez elevará al comité federal del 1 de octubre la decisión de intentar un gobierno alternativo. El líder de la formación morada, Pablo Iglesias, se ha mostrado partidario de llegar a un pacto y luego buscar más apoyos. Ello ha reabierto las discrepancias con el número dos, Íñigo Errejón. Errejón quiere que el partido contribuya a ser "útil". Esta posición implicaría dar apoyo al PSOE desde fuera del ejecutivo, si una coalición no fuera posible.

Rivera, portazo

Paralelamente, PP y C 's creen que el entendimiento de Sánchez con Podemos podría durar "un cuarto" o "tres cuartos" de hora, y en Moncloa, ya avisan de que un gobierno "Frankenstein" les preocupa. Como explicaba este diario, la situación amenaza con complicarse para el secretario general porque C 's ya ha reiterado que no tiene intención de sumarse a apoyar un gobierno en minoría de "44 partidos" y además, se ampara en que ni los propios barones serían partidarios de la idea. El plan de Sánchez tiene fisuras.