El diálogo, sin voluntad política, no ayuda a resolver los conflictos. Especialmente cuando las posturas están tan enrocadas e inamovibles como el gobierno monocolor de Pedro Sánchez y el gobierno de coalición de Pablo Iglesias. Todo el mundo lo admite: la reunión de este martes, la quinta entre los dos dirigentes desde el 28-A, ha sido un rotundo fracaso. Las posiciones no sólo no se han acercado, sino que se han alejado considerablemente. Si quieren llegar a buen puerto, alguien de los dos tendrá que ceder. Pero en las trincheras se está demasiado bien como para correr riesgos innecesarios. Sánchez lo tiene negro para ser investido el 25 de julio. La repetición electoral, que tendría lugar el 10 de noviembre, es cada vez menos un globo sonda. Catalunya es el principal factor desestabilizador.

El principal escollo ha sido, nuevamente, las sillas. Hasta tal punto que el entorno del candidato a la investidura no ha dudado a filtrar que, en el encuentro, Iglesias habría exigido a Sánchez una vicepresidencia del futuro gobierno a cambio de sus votos favorables en julio. El entorno del secretario general de Podemos ha desmentido rotundamente esta información. Pero ahí ha quedado como un reflejo del gran problema. Sánchez no quiere ministros que no pueda controlar y que, en plena sentencia del juicio del 1-O, a pesar de las promesas de lealtad, puedan hacer implosionar el Gobierno. En cambio, el único salvavidas de Iglesias es justamente conseguir asientos en el Consejo de Ministros, especialmente después de las debacles electorales del 28-A y el 26-M. La desconfianza entre los dos es recíproca. Y si no hay acuerdo, la carta de la repetición electoral está sobre la mesa.

En este mismo sentido, pocos instantes después de finalizar la reunión, fuentes de Unidas Podemos presentes en el encuentro han asegurado que "Pedro Sánchez nos ha trasladado que llevará al país a elecciones si no cuenta con apoyos a la investidura de julio". La realidad es que el candidato a la investidura se ha presentado con una propuesta de acuerdo programático que, según los de Iglesias, es una tomadura de pelo. Lrs han acusado de querer "imponer unilateralmente un gobierno de partido único". Y les han avisado de que ellos también tendrán que bajar del burro y ceder. Las posiciones son muy duras en Podemos, pero también en el PSOE.

La número dos de Sánchez, Adriana Lastra, no ha dudado en utilizar la carta de la amenaza electoral. A diferencia de Unidas Podemos, sí que ha comparecido públicamente después de la reunión, y para atacar a su "socio preferente", al que ha acusado de mentir compulsivamente. Sin explicitarlo, con un "no hay segundas oportunidades", ha situado la siguiente disyuntiva: investidura en julio o en noviembre. Lastra ha asegurado que "los únicos que hacen propuestas" son ellos y ha lamentado que Pablo Iglesias ni siquiera ha respondido. Incluso, siempre según la portavoz socialista, este martes se ha negado a formalizar los equipos de negociación entre las dos formaciones. "Antepone los nombres para formar gobierno a los contenidos y las políticas", ha cargado.

Lo que está claro es que, hoy por hoy, para tirar adelante una investidura, los números no dan. Sin duda, las encuestas electorales, especialmente la del CIS pero también otras, soplan a favor de Pedro Sánchez, que saldría muy reforzado de una nueva convocatoria en las urnas. Según los sondeos, ampliaría su mayoría y tendría muchas menos ataduras. En cambio, Pablo Iglesias podría salir perdiendo y mucho. Tendrán hasta el 23 de septiembre para tratar de reconducir la situación.

Catalunya, factor desestabilizador

El principal factor de desestabilización entre las dos formaciones es, una vez más, Catalunya. Hasta ahora, los dos partidos han mantenido posiciones totalmente diferentes. Y de nada ha servido que Pablo Iglesias haya repetido por activa y por pasiva que no haría del referéndum una "línea roja" y que daría a Sánchez el liderazgo. Este mismo martes, la vicepresidenta en funciones Carmen Calvo se ha felicitado por la renuncia a la autodeterminación, pero le ha respondido que no basta. Desde Ferraz recuerdan como, hace tan sólo un mes y medio, los representantes de Unidas Podemos en la Mesa del Congreso, Gloria Elizo y Gerardo Pisarello, votaron contra la suspensión de los diputados presos.