Las explicaciones que el candidato a la presidencia por el Partido Popular (PP) Mariano Rajoy utilizó en los comicios por el 20-D para no asistir a los debates electorales a cuatro se han acabado. Siempre aconsejado por su director de campaña, Jorge Moragas, Rajoy ha cambiado radicalmente la estrategia, accediendo a enfrentarse en un formato donde estén PSOE, Podemos y Ciudadanos. Por el contrario, en esta ocasión no está dispuesto a someterse a un cara a cara con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

La última vez que los grandes partidos se tuvieron que ver las caras, el líder del PP esgrimió que no se enfrentaría con líderes de fuerzas extraparlamentarias como eran entonces Albert Rivera y Pablo Iglesias, y estos, conscientes de que hasta el 21-D no estaban en condiciones de exigir nada, en tanto que no tenían representación parlamentaria, aceptaron.

Pero el escenario político ha cambiado y Génova se ha tenido que adaptar a él para no incurrir en contradicciones argumentales. "Este debate es el que mejor refleja la pluralidad de las Cortes Generales" alegaba el secretario de comunicación del partido, Pablo Casado sobre el formato a cuatro a que quieren someterse. Sin embargo, parece que Rajoy sólo estará dispuesto a un solo debate, de manera que este podría ser determinante para la contraposición de argumentos por parte de todas las fuerzas para explicar sus propuestas sectorials que interesan a los ciudadanos.

La jugada de los populares deja al PSOE en jaque. Desde Ferraz habían repetido por activa y por pasiva que Rajoy no se escondiera, diera la cara él y no la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría. Santamaría había acudido a uno de los debates a cuatro, en representación de Rajoy, hecho que sirvió a los opositores para dar espacio a múltiples críticas.

El objetivo que el secretario de organización, César Luena, había indicado era de llevar a cabo un debate a cuatro y uno cara a cara Sánchez-Rajoy. "No se puede hurtar a los españoles un debate entre los que ahora gobiernan y la alternativa que gobernará a partir del 27 de junio" ha respondido Luena. El argumento de los socialistas es que Sánchez gobernará después de ganar las elecciones y parecen pensar en términos de bipartidismo, con tal actitud.

Sin embargo, el gesto de Moragas no hace más que alinearse con la estrategia del partido en campaña: acceder a enfrentarse con el secretario general del PSOE podría desmontar su hipótesis de gran coalición. Al mismo tiempo, ceder este protagonismo a Sánchez desarticularía la estrategia de la polarización, donde Podemos es el rival a vencer para erigirse el PP como voto útil al "extremismo" y el "caos" de una alianza PSOE-Podemos.