El president en funciones, Carles Puigdemont, empezó a hacerse un sitio entre los políticos europeos en tiempos del referéndum. Desde entonces, su nombre ha ocupado artículos y portadas de los diarios más conocidos, especialmente desde que se estableció en Bruselas por la declaración de independencia y la aplicación del 155.

Ahora, The New York Times ha querido poner el foco en la vida —política y personal— de Puigdemont en Bélgica, donde ya lleva más de tres meses.

El prestigioso diario destaca que el paradero exacto del presidente en funciones es siempre un "misterio". "La policía le busca en España. Los periodistas le buscan en Bélgica", explica el rotativo, para añadir que su "exilio" se está convirtiendo en una reproducción en la vida real de ¿Dónde está Wally?.

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Manifestantes en Barcelona con caretas de Puigdemont. Imagen: Laura Gómez

Sobre el líder de JuntsxCat se explica que ha vivido en diferentes lugares, entre los cuales el hotel de una familia catalana en Bruselas, o la casa de un empresario rico en la frontera con los Países Bajos.

El artículo explica que Puigdemont decidió exiliarse en Bélgica para poner el problema catalán "en el corazón de las instituciones de Europa", pero cree que no ha acabado de cumplir su objetivo. "No ha sido capaz de conseguir ningún avance significativo en el frente diplomático, y mucho menos que ningún país reconozca la República catalana", afirma dejando claro.

Sí que se hace mención a las buenas relaciones entre Puigdemont y los nacionalistas flamencos del N-VA, que invitan al presidente en funciones a sus eventos, e incluso a sus hogares.

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En este sentido, se relata su encuentro con el dirigente flamenco Lorin Parys, que describe a Puigdemont como hombre "muy realista" y atento a sus interlocutores. "Tenía dos teléfonos, y pensé que sonarían constantemente y que estaría al teléfono todo el tiempo. Pero no fue así", ejemplifica Parys.

The New York Times reconoce que, a pesar de las complicidades con el N-VA, el exilio de Puigdemont en Bélgica es más bien "solitario" y que es una etapa "dura" para él.

Sobre los próximos pasos del presidente en funciones, el artículo ironiza que "naturalmente" su paradero no "puede ser confirmado".