Ante la ausencia de representantes del Gobierno español en el desayuno informativo al que el president Carles Puigdemont ha asistido este viernes en Madrid, una miembro del partido VOX ha hecho de réplica al discurso del president. “¡Sin ley no hay democracia! ¡Sin ley no hay democracia!”, gritaba sofocada por la seguridad del hotel Westin Palace. Puigdemont, quien ha dado una lección de democracia y de humildad, ha contestado al presentador, que le pedía disculpas: "No, no. No pida disculpas, por favor. Que cada uno se exprese como quiera". Y es que ninguna metáfora podría ilustrar con más exactitud la posición que Puigdemont ha defendido a lo largo de un discurso de última llamada para acordar el referéndum. "El español es un muy mal Estado", pero este Estado "tiene que asumir que pactar no es una derrota", ha dicho sobre considerar la autodeterminación.

Con una humildad gerundense que ha apaciguado las reticencias que podría haber generado, Puigdemont ha arrancado las risas de algunos periodistas madrileños, ante las gracias que ha relatado. El president ha recordado que todo el mundo dio “saltos de alegría” en Catalunya cuando se ofreció poner el Senado en Barcelona, o cuando se habla de construir un Estado federal, a pesar de que para reformar la Constitución hace falta una mayoría abundante. Eso, mientras la tendencia del Estado es a la recentralización. Y es que, como periodista que es, ha estado preparando el discurso hasta tarde, explican fuentes del Govern.

Pero Puigdemont, quien ha querido hacer una última llamada al Estado, ha recordado que el procés no sólo afecta a los soberanistas. "Mucha gente está convencida de que el Estado español es un mal Estado. Y es un muy mal Estado para Catalunya”, ha dicho, recordando que la independencia busca un "proyecto social” y unos "instrumentos” para satisfacer las demandas de los ciudadanos, que ahora contaría con apoyo de gente que inicialmente no estaba a favor. 

"La paciencia no es infinita", ha indicado. El representante del Govern catalán ha puesto énfasis en el fracaso de los intentos de reformismo, que habían empujado a optar por la vía del procés. "De estos últimos intentos de reforma" se encontraría la sentencia del Estatuto tumbada por el Tribunal Constitucional. "La reforma constitucional ni está ni se la espera", ha lamentado. Es en este punto que el president se ha preguntado por qué el 27 de septiembre, más de 2 millones de catalanes decidieron "darse de baja" del Gobierno central, que ni se ha inmutado.

"¿Saben por qué no le preocupa al Estado? Porque le es igual lo que queramos, porque tiene una ley que dice que no lo permite. Pero tendría que preguntarse quién se ha manifestado: gente de todas las edades, clases sociales absolutamente transversales", ha relatado, para coger aire y cargar: "Hagamos política para encontrar soluciones, hacer política para no acabar haciendo nada es el camino más rápido para el colapso", ha sentenciado. Sin embargo, ha hecho constar que en Catalunya "la mayoría de gente no quiere que nos desentendamos de España". "No es un proceso antiespañol", ha remachado, "la gente quiere reentenderse pero que no se cuestione la lengua, la cultura o la identidad nacional", ha dicho. 

La retórica de Puigdemont ha deslumbrado a aquellos que creen que “eso del proceso” era más visceral que razonado. Y a los que no lo conocen, seguramente, ha causado el mismo efecto que causó entre muchos ciudadanos catalanes la primera vez que subió a la tribuna del Parlament. "Vaya, es muy bueno", pensaron algunos indepes. "Habla muy bien", decía este viernes uno de los asistentes. 

Así ha sido, cuando Puigdemont se ha defendido de que el rating de Catalunya era bajo como consecuencia de un problema de financiación que ha justificado con datos en la cabeza, no en mano. También, cuando ha explicado que se le pusieron “los pelos de punta” cuando le dijeron que el Corredor Mediterráneo se acabaría hacia el 2030 en uno de los tramos. Aquí también ha aportado números y argumentos, ante el silencio sepulcral y las numerosas disculpas del moderador.

La tónica de humor ha reaparecido siendo preguntado por uno de los asistentes sobre quién quería que ganara la final de Champions. "Estoy seguro de que en Madrid habrá mucha alegría", ha dicho esta vez un diplomático Puigdemont. Pero después ha insinuado que el Atlético le despertaba más simpatías.

Esta frescura ha tenido momentos de tensión cuando ha relatado la hoja de ruta del procés, o cuando alguien le ha tirado en cara el hecho de "romper" la legalidad. "Hay quien cree que dentro de la Constitución hay lugar para una consulta pactada y dialogada", ha respondido. Pero en opinión de Puigdemont, "el Estado no está preocupado, ni siquiera se molesta en preguntar nada, ni adopta ninguna medida, ni quiere saber nada".

Ahora bien, con el resultado de las urnas del 26-J él sí que intentará ponerse en contacto con el nuevo Ejecutivo para hacer "esa llamada de felicitación que yo no recibí", se ha quejado el president.