Los intereses económicos europeos en la explotación agrícola del Sáhara y la vulneración de derechos sistemáticos del Marruecos sobre este pueblo, ha comportado un silencio internacional delante millares de plantaciones de tomates en esta región que se comercializan en Europa y hacen tambalear la agricultura española que no puede competir con el precio y las condiciones.

Tomates, melones y pepinos

Esta podría ser la punta de lanza de una nueva crisis política entre el Estado español y Marruecos pero las estrategias que hay por detrás, de momento, hacen que los campesinos, sobre todo de Andalucía, se estén quedando solos en su grito de ayuda.

Un estudio de Mundabat explica la situación actual. Esta ONG agrícola concluye que los recursos agrícolas del Sáhara Occidental, fundamentalmente tomates, con un 80% aproximadamente de la producción, además de melones y pepinos concentrados en la región de Dakhla, han adquirido un peso creciente. No tanto por su valor económico, como por el papel que ejercen en la estrategia del Marruecos para reforzar su ocupación del territorio.

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Plantación de tomates en el Sáhara / Fuente: Western Sahara Resource Watch

Estas plantaciones son totalmente ilegales ya que los tomates se etiquetan con procedencia marroquí y se esconde la realidad. A la vez, la Unión Europea hace la vista grande ya que recordamos que no reconoce la soberanía marroquí en esta zona, a pesar de no adoptar la terminología de "territorio ocupado" como sí especifica la ONU. Actualmente, desde el viejo continente se tilda de "territorio autónomo de facto administrado por el reino de Marruecos", un hueco legal.

El rey domina los campos

En paralelo, estas plantaciones son del rey de Marruecos, Mohammed VI que aparece como propietario a través de la empresa Les Domaine Agrícoles. Este, se ha encargado de atraer en los últimos tiempos, inversión extranjera para todavía silenciar más la ilegalidad del negocio. De esta manera, se consigue legitimar un proceso y hace aumentar el poder agrícola del país.

Actualmente, el 14% de los tomates de este país proceden de esta zona, aunque se etiqueta con otra procedencia, provienen de los campos de Dakhla. Según los datos de la organización campesina, desde 2001 hasta 2019, el país magrebí ha aumentado en un 170% el número de tomates enviados al continente europeo.

Los andaluces, desesperados

Todo este engranaje sería el culpable que los campesinos españoles, sobre todo los andaluces, estén perdiendo cada año más tierras de cultivo dedicado al tomate. Sólo en Almería, se han perdido 2.000 hectáreas, el equivalente a 2.800 campos de fútbol en los últimos diez años. "Los calendarios de exportación de Marruecos, beneficiados históricamente por un acuerdo arancelario y de contingentes, coinciden claramente con los periodos de máxima salida del tomate del sureste español hacia su principal mercado: el resto de países de la UE", denuncian los agricultores.

A la vez, también se estaría vulnerando un derecho básico de los ciudadanos europeos recogido en la Ley de Información al Consumidor de la UE, que pone de manifiesto el derecho a que cualquier persona pueda saber la procedencia de cualquier alimento por razones éticas o morales relacionadas con la forma en la cual se ha podido cultivar.

Fotografía de portada: denuncia de la WSRW de enviar tomates del Sáhara a los mismos refugiados de esta zona a quienes les expropian las tierras / Fuente: Western Sahara Resource Watch