El edificio de la Prefectura de la policía española de la Via Laietana 43 fue comprado por el Estado en 1929. Durante la República, fue la Comisaría de Orden Público de la Generalitat. Desde aquí, Lluís Companys organizó la resistencia catalana al golpe de estado rebelde. Tras la guerra se convirtió en Prefectura Superior de la policía española en Catalunya, y sede de la Sexta Brigada de Investigación Social, la denominada popularmente Brigada Político-Social, encargada de reprimir cualquier oposición al régimen.

El garrote

En la Prefectura actuaban auténticos profesionales de la tortura, como los hermanos Antonio Juan y Vicente Juan Creix, y los comisarios Polo y Eduardo Bóveda Quintela. Vázquez Montalbán los describió como "profesionales de la humillación". Por sus manos pasaron líderes políticos como Jordi Pujol o Joan Comorera, intelectuales como Joan Oliver o Maria del Mar Bonet, y también sacerdotes, estudiantes, sindicalistas, militantes de la oposición, y miles de ciudadanos que, por un motivo u otro, resultaban incómodos para el régimen. No fue el único lugar de Barcelona donde en ese período se practicaron torturas: también se torturó en los cuarteles de la Guardia Civil y en las comisarías barcelonesas, pero sí que fue el lugar más emblemático. Los métodos usados eran más bien poco sofisticados. El más habitual era el corro; en cuanto un detenido ingresaba en la Via Laietana 43, era rodeado de policías que lo golpeaban con puños, porras y todo tipo de objetos. Era el recibimiento habitual. También era frecuente que los policías apagaran sus cigarrillos en el cuerpo del detenido. Cualquier interrogatorio solía empezar con una paliza intimidatoria. El académico Isidre Molas explicaba que, antes de ser interrogado, ya empezaron "los insultos, los cachetes, los puñetazos y las patadas". Los insultos contra los detenidos eran continuos, desde el mismo momento de entrar en el edificio.

Técnicas de tortura

Las técnicas de tortura aplicadas a Via Laietana eran muy diversas. En primer lugar había las palizas. Por ejemplo, el "vergazo"; uno de los torturados lo definía como "una verga disecada cubierta de alambre enrollado y enfundada en cuero. Hacía un daño terrible. Era muy flexible, se adaptaba a cada curva de tu cuerpo y te arrancaba la piel". Muchos torturados también mencionaban la práctica del "tambor": colocaban un cubo metálico de tal forma que cubriera la cabeza del detenido, y la golpeaban con porras. Al dolor de los golpes, se añadían los problemas de tímpanos, que podían quedar afectados sin remedio. También se practicaban diferentes tipos de ahogamientos: con un cubo con agua, o con agua y orina, con una bolsa... Era muy habitual también obligar a los detenidos a mantener durante mucho rato posturas insostenibles. Miguel Núñez, militante del PSUC, estuvo colgado 24 horas de las cañerías de la calefacción del techo de la Jefatura. A Jordi Carbonell le aplicaron "la cigüeña", le obligaron a ponerse en cuclillas y le esposaron las manos por debajo de las rodillas. Eso le obligaba a estar en una posición terriblemente incómoda. ¿Porque se cebaron en él? Porque se negó a dejar de hablar en catalán a la policía política.

Torturas sofisticadas

En los últimos años del franquismo se documentan, también, torturas con pilas eléctricas, más sofisticadas, quizás por los contactos de los torturadores franquistas con el FBI. Pero además de provocar dolor físico, la Brigada Política y Social era experta en la vejación. El ambiente de terror rodeaba el edificio de Via Laietana. Rubert de Ventós recordaba que "lo peor" era ver, mientras esperabas turno para ser torturado, como salía el anterior detenido cubierto de sangre. Era frecuente que se desnudara a los presos, como una forma de humillación. Y era habitual usar la presión psicológica, amenazándoles con ser asesinados, con encarcelar a sus familias... Durante los primeros años del franquismo, además, fueron habituales los abusos sexuales con las mujeres. Es probable que muchas se lo hubieran callado para siempre para no ser estigmatizada. Algunos de los detenidos que pasaron por la Jefatura no superaron nunca el trauma: quedaron aniquilados, incluso algunos se suicidarían. Algunos de los que acabaron "cantando" después de ser torturados, se culpabilizaron durante años. Hasta hace algunos años era habitual que mucha gente cruzara la Via Laietana para no pasar frente la Jefatura.

Torturas en "democracia"

Con la transición política no cambiaron mucho las prácticas policiales, porque no hubo ninguna depuración de los miembros de la Brigada Social (muchos de ellos fueron recolocados en la lucha antiterrorista, donde continuarían con las mismas prácticas". Numerosos presos comunes y políticos sufrieron la brutalidad policial. Los acusados del Caso Scala, en 1978, fueron brutalmente maltratados en estas dependencias.

Redada contra el independentismo.

En 1981 se detuvo y aplicó la ley antiterrorista a un grupo de 16 independentistas encabezados por Carles Castellanos, entre los que figuraban las hermanas Blanca y Eva Serra. Según un informe de su partido, Independentistes dels Països Catalans (IPC), todos los detenidos recibieron maltratos psicológicos y amenazas (incluso de muerte) pero quien sufrió un tratamiento más vejatorio fue Carles Castellanos, que fue interrogado durante 50 horas seguidas, buena parte de ellas de pie y con las manos esposadas en la espalda, muy apretadas. Este líder independentista, recibió "puñetazos en la cara, en el pecho y en el estómago, golpes con el mango de un destornillador en la cabeza y las rodillas, y con el mango plano en el estómago; golpes de hierro del destornillador en las uñas y en los dedos (conn las manos esposadas detrás); patadas en los testículos; golpes de otros objetos contundentes (tablas, guías de teléfonos etc.) (...) habiéndose caído Carles al suelo a causa de los golpes, era alzado estirando por el pelo, y metiéndole un destornillador en el agujero de la nariz hacían bastante para arrancarle los ollares". "Le pusieron una manta en la cabeza, cogida con un cordel en torno al cuello con el fin de no dejar respirar. Mientras tanto le golpeaban con los puños y con un destornillador. También con un conjunto de barritas puestas entre los dedos le aplastaban los dedos, amenazándolo con rompérselos". Los detenidos, tras ser torturados, fueron trasladados a la Audiencia Nacional de Madrid, que les dejó en libertad sin cargos... Y sin medios para volver a Barcelona.

Continuidad

Estos torturados no fueron los últimos. En noviembre de 1982 el independentista Francesc Magrinyà también fue torturado en la Via Laietana y encerrado en la Model por quemar una bandera española ante el rey de España. Poco después fueron detenidos y torturados, en esas mismas dependencias, varios miembros del IPC.

Sacar a la policía de Vía Laietana

Desde 2005 se reclama el desmantelamiento de estas instalaciones de la policía de triste memoria y su museización. En 2017 se aprobó, pese a la oposición del PP, una proposición no de ley en el Congreso español para reclamar su conversión en un centro de memoria de la represión franquista. Pero hasta ahora no se ha consolidado el cambio. En mayo de 2017 el Ayuntamiento de Barcelona se posicionó en favor de colocar en su fachada una placa en recuerdo de las torturas sufridas por los demócratas en este edificio. Esta propuesta tampoco ha prosperado.