Impresiona la fotografía que preside las portadas de Ara, El País y ABC, una panorámica de las 10.000 personas que se han reunido en el cementerio donde está enterrada Mahsa Amini, la joven de 22 años asesinada en una comisaría de la policía religiosa en que permanecía arrestada por llevar torcido el velo islámico. Las protestas siguen vivas en numerosas ciudades iraníes 40 días después de la muerte de la mujer, cuando acaba el periodo de duelo en Irán. Las imágenes tienen una fuerza y emoción extraordinarias. Las mismas manifestaciones se celebraban en 1979, el año de la revuelta del ayatolá Jomeini contra la dictadura del Sha Reza Pahlavi, al que hicieron caer. ¿Se repetirá la historia? En las portadas, la cobertura de esta insurgencia ha sido muy intermitente, como ya pasa con la guerra de Ucrania. Quizás no hay bastante portada para tanta actualidad. Es complicado. Pero es difícil quitarse de la cabeza la impresión que si no fuera por las imágenes espectaculares de la manifestación en el cementerio, el conflicto iraní habría pasado otro día más bajo el radar de las primeras páginas.

Es también destacable la presencia exígua del asunto Dalmases en las portadas de este jueves. El caso mantiene a Junts en un estado de conmoción y división insólito. La tercera fuerza parlamentaria de Catalunya no logra cerrar esta crisis, que el partido no consigue explicar ni resolver. La impresión es que el periodismo ya no sabe qué más decir, quizás porque no hay nada más de sustancia y todo lo que ocurre cae ya fuera de lo que se entiende por política en un país más o menos serio y ordenado.

Otro tema que manda a las portadas es la reforma del delito de sedición. Desde hace tres días, parece que El País ha decidido aclarar el fondo de esta historia y borrar las excusas que han ido soltando el gobierno español y el PSOE para hacerse el sueco. Se trata de redefinir el delito de manera que no se pueda acusar de un crimen decimonónico a los independentistas con causas abiertas —incluido el President en el exilio, Carles Puigdemont— y, además, de rebajar las penas asociadas. Este jueves, el diario madrileño pone a los socialistas ante la cruda realidad: hay una mayoría suficiente en el Congreso para reformar ese tipo delictivo. Si se quiere sacar adelante la reforma, se puede hacer. La decisión está en manos de Pedro Sánchez. El resto son excusas.

Vale la pena un último comentario, en este caso sobre el título principal de la portada de La Vanguardia. Dice así: "Cada hora mueren cinco personas esperando la ayuda por dependencia". De entrada, no está acotado el periodo de tiempo ni el lugar. ¿Cada hora desde cuándo? ¿Cada hora dónde? Además, da la impresión que esas muertes se evitarían si los afectados cobraran las ayudas, como si la causa directa de las muertes fuera la incompetencia de la administración pública al tramitar esta prestación y hacer efectivo su pago. Más valía escribir directamente que los funcionarios que gestionan la dependencia matan a cinco personas cada hora. Esto es una burrada, naturalmente. Qué lástima que una causa tan preciosa haya sido tan mal servida en esta portada.

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