Se hace difícil, al leer las portadas de los diarios impresos de este jueves, adivinar, descifrar, medir la magnitud de la tragedia que supone que la inflación suba al 10%. Decir que no ocurría desde 1984, 1985 o 1986 no resuelve nada. Es hablar de hace 38 años, momento del que no tienes recuerdos sobre los retos y curvas económicas a los que se enfrentaba entonces tu bolsillo, tu salario, tu renta. El Barça ganó la Liga. Eso sí. The Police se disolvieron. De acuerdo. Moría Salvador Espriu. También. Los títulos de los diarios, sin embargo, no explican nada por el hecho de enunciar que hacía tiempo que los precios no subían tanto, que es a causa de la invasión de Ucrania (¡no me digas!), o que los responsables son los alimentos y la energía (¡increíble!). Parece que los diarios no acaben de creérselo o que ablanden la realidad en portada con la esperanza de que la cosa cambie mañana, quizás pasado o, como mucho, este mismo fin de semana. Verbos como desbocarse, dispararse o desbordar trasladan sensación de indefensión ante un astral desconocido, que el caballo va sin jinete ni riendas por un caminacho lleno de curvas, que el agua ya nos llega al cuello y no se detiene.

La inflación es injusta, decía John Maynard Keynes: hace daño a todo el mundo pero exige más de los que tienen menos posibilidades económicas. Es un impuesto sin ley, encubierto, según Milton Friedman. Un ladrón invisible para Margaret Thatcher. Obliga a cambiar el comportamiento de consumidores, empresarios y trabajadores, explica Naomi Klein. Influye en las políticas públicas, en la conducta privada y en la orientación de los negocios, según Henry Hazlitt. Es "esencialmente antidemocrática" en palabras de Ludwig Von Mises. Un poco es sano, nada es perjudicial y demasiado, un cáncer. De todo eso no acabas de hacerte una idea mínima leyendo las portadas de este jueves. Peor aun que los títulos planos y fríos —por tanto, crueles— son los gráficos manipulados para asustar y decorar la portada, como el de El Mundo, sin contexto ni referencia, hecho con el único afán de acoquinar a la gente (el gráfico bueno es cualquiera del resto de diarios). Es una pena. Las portadas dan mucho miedo, pero nos dejan sin explicaciones ni pronóstico. Con la esperanza fallida como una bandera deshilachada.

Puestos a tocar la antigüedad, ¿por qué no recordar el 28% de inflación de agosto de 1977, hace 45 años? La confusión económica fue encarada por una reacción política destacable, que desembocó en los Pactos de La Moncloa. Todos los partidos, sindicatos y patronales se conjuraron para aprobar una devaluación, limitar el aumento de salarios, construir una legislación tributaria moderna (el impuesto de la renta, por ejemplo) y poner la regulación laboral a tono con los tiempos. Sin aprovecharse y sin aspavientos. Algunos historiadores consideran aquel acuerdo tan fundamental como la aprobación de la Constitución, en diciembre de 1978. Aquel mes, ya que estamos, la inflación había caído casi 10 puntos al 16,54%. La responsabilidad y el compromiso recibieron recompensa. A ver qué pasa ahora.

BOLA EXTRA. Los únicos diarios que no llevan en portada la eliminatoria de fútbol entre el Barça y el Madrid, nuevo récord de asistencia a un partido entre equipos femeninos, son los diarios del Trío de la Bencina. La conclusión sale sola (¿no será porque el Barça eliminó al Madrid? ¿Será por ambas cosas?). Dicho queda.

LV

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