La mayoría de los diarios abre con la decisión de Albert Rivera de levantar el veto a Pedro Sánchez. El Mundo y La Razón dejan Rivera de segunda noticia porque tenían la portada atada con las entrevistas a Pablo Casado y Santiago Abascal. La impresión que da ver estas cuatro portadas juntas es que las elecciones han entrado en fase de subasta, donde los postores se esfuerzan para ofrecer más dureza con Catalunya o más capacidad en pactar con el PSOE (antes era más resistencia al pacto). Es una partida de cartas. Rivera añade fichas a la mesa confiado en las cartas del pacto con el PSOE que se ha hecho venir. Casado le iguala con la jugada de la abstención: dejar a los socialistas vía libre si ganan. Abascal se descarta y acusa a los otros tres de ser el mismo perro con distintos collares —el tricentrito, dice, castizo.

Pedro Sánchez puede quedarse tranquilo: tenga las cartas que tenga, los otros ya lo dan por ganador y sólo aspiran a condicionarlo o a ponerse de acuerdo. Lo confirma la foto de portada de El País. Él con Alberto Núñez Feijóo, donde se explica que el presidente gallego ya le ha pasado el mensaje: no te bloquearemos. El País, hoy, ya se ha dado cuenta —o le han hecho ver— que el Foro de La Toja no es un acto social más sino la presentación del nuevo turnismo en el que tiene que colaborar, como deben también los partidos dinásticos y constitucionales.

La encuesta de portada de El Periódico vendría a ser el certificado de la situación. Si el bloque dinástico no quieren depender de los independentistas ni de los podemitas para hacer gobierno, hay que pensar en un formato de Gran Coalición lo menos incómoda posible. Ayer Pedro Sánchez pasó bajo las horcas caudinas del Foro de La Toja, donde se sometió en público a los representantes del establishment y del Estado Profundo presididos por el mismo Felipe VI y patrocinados por el Íbex.

Una Gran Coalición tiene un beneficio colateral para el sistema del 78: le ahorra la vergüenza normalizar la presencia de Vox en la política institucional a plena vista de Europa y del mundo. Los escaños de los neofranquistas no serían necesarios, cosa que puede presentarse como una marca de calidad democrática. Quizás también sería una manera de atacar el charme de Vox haciendo ver a los votantes ultras que la patria la defienden mejor otros partidos dinásticos. Quedaría por resolver el detallito de los gobiernos de la triple derecha en Andalucía y otras autonomías y municipios, un asunto de menos eco internacional. Sólo es cuestión de esperar a nuevas elecciones —o de provocarlas, si conviene y el momento es oportuno.

El titular de La Vanguardia recuerda, sin embargo, cuál es el precio que tiene que pagar el PSOE: "...el Sánchez más duro con el independentismo". En El Punt Avui, Artur Mas le pone una cifra más concreta: ilegalizar a los partidos independentistas.

Bonus. El Mundo vuelve a refritar el reportaje donde se inventa que los presos políticos viven una vida de lujo y comodidades en la prisión de Lledoners. Estas mentiras no tendrían importancia si no fuera porque estas mistificaciones promueven la idea de que tienen que cumplir la condena en prisiones españolas "para que sepan lo que es bueno". Se empieza por aquí y se acaba retirando a la Generalitat las competencias penitenciarias.

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