En La Vanguardia es más noticia la tarjeta amarilla que el macronismo ha enseñado a Ciudadanos que Ada Colau haya conseguido los apoyos necesarios para mantenerse como alcaldesa de Barcelona. El otro diario grande de la ciudad, El Periódico, lo ve al contrario, como Ara, mientras que El Punt Avui prefiere destacar que el Tribunal Supremo impide a Junqueras ser eurodiputado. Incluso El País y ABC dan mucha bola a Colau en sus primeras páginas. ¿Por qué el principal diario de Barcelona tiene tanto interés en Cs y singulariza en el titular a su líder, Albert Rivera?

La respuesta sólo la saben en el diario de los Godó. Es verdad que ha levantado el dedo para reñir a Cs casi siempre que se ha acercado a los neofranquistas de Vox pero... ¿por qué hoy? El macronismo ya había avisado antes contra estos acuerdos-que-no-son-acuerdos. No es novedad. ¿La Vanguardia lo hace con afán de reñir y proteger a Cs de sus malos instintos (o de los que no gustan al diario, cuando menos)? ¿Para distanciarse de Colau, como queriendo decir que no pienses que? ¿Es una alegría contenida que estallará mañana, cuando Colau renueve efectivamente su cargo? ¿Porque Macron es su esperanza blanca en Europa? ¿Tal vez para hacer de escudo a Manuel Valls, el candidato del Upper asociado a Cs? Es la curiosidad del día.

Otro contraste notable en las portadas de los diarios editados en Barcelona son las fotos del retorno de Quim Forn a la ciudad para recoger su acta de concejal bajo los titulares sobre el The End de la comedia negociadora de comunes, socialistas y republicanos. Todas las imágenes se centran, naturalmente, en el mismo Forn, cosa que esconde el dispositivo policial organizado en torno al edificio donde ha tramitado su concejalía. Daba la impresión de que llegaba un peligroso terrorista. Combinada con la negativa del Supremo a Junqueras y la asunción de Colau, es un panorama adecuado de la disparidad miserable y triste de la política actual.

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