La fotografía principal de la portada de La Vanguardia es inquietante. Se ven los vidrios reventados del Palacio de Congresos de la Diagonal de Barcelona. Fue obra de un grupo de vándalos que venían de un botellón al que asistieron 40.000 personas. Es muy fuerte. La reacción de la alcaldesa, Ada Colau, y del concejal de orden público, Albert Batlle (de la lista del PSC), ha sido considerarlo un problema de orden público y endosar la responsabilidad al Departament d'Interior de la Generalitat. Que pongan más Mossos, dicen. El Periódico abre portada con el asunto y explica que el Ayuntamiento y los Mossos se enfrentan a propósito de la fiesta ilegal. El Punt avuiAra lo dan en piezas más pequeñas. A ver, 40.000 personas es el 2,5% de la población de Barcelona, cuatro divisiones militares, medio estadio del Barça. Sólo con que unos pocos millares, estimulados por el alcohol y más allá, acosen a los agentes como pasó en Tiana y las consecuencias pueden ser trágicas. Los diarios quizás se quedan cortos, tanto en el enfoque como en el espacio.

Llama la atención que los diarios toquen la cuestión como un conflicto entre administraciones. No les llama la atención que para Colau y Batlle, 40.000 jóvenes reunidos por mensajería y redes sociales en un botellón en medio de la ciudad es un grupo de delincuentes en potencia, un problema de orden público que se resuelve reforzando la amenaza policial y, si conviene, con más garrotazos, detenciones y código penal. No es extraño, sin embargo, que los diarios se lo miren de lejos. Las semanas precedentes han dejado pasar acríticamente a los portavoces de la industria del ocio nocturno, para los que todo se resolverá reabriendo las discotecas y otros locales hasta las tantas de la madrugada, como antes de la pandemia. Este es el nivel.

A ver, la noche del botellón se celebraron en Barcelona —fiestas de la Mercè—, numerosos conciertos al aire libre. Es decir, había opciones "de ocio legal" para los jóvenes del macrobotellón y, mira, 40.000 escogieron esta opción y unos cuantos añadieron la violencia gratuita. Quizá tras los macrobotellones y el vandalismo hay algunos conflictos que no se resuelven con medidas policiales y punitivas y/o una mejor oferta de pan y circo. Quizá repartir garrotazos y/o cubatas legales no es la mejor manera de abordar los problemas tras los macrobotellones y la violencia (educación deteriorada, precariedad laboral, dificultades para encontrar vivienda, trastornos emocionales derivados del confinamiento, ocio caro, etcétera). Quizá la policía y el sector del ocio nocturno no están en en la mejor posición para resolver esos problemas. Quizá los diarios tendrían que estar más al corriente. Quizá.

Bola extra. No hay manera de saber si el título principal de El Mundo es una mentira o la primera entrega de un folletón de fantasía política por capítulos. Dice, por ejemplo que el president Pere Aragonès evitó aparecer con el president Carles Puigdemont este sábado en L'Alguer. Pero bueno ¡si hay fotos por un tubo de ambos en la ciudad italiana! Debe ser el anuncio de una novela por capítulos. No son tan burros.

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