La recuperación de la mesa de diálogo, que a pesar de no tener fecha el presidente Pedro Sánchez ya situó en julio, ha vuelto a calentar los ánimos en el Parlament y hecho aflorar de nuevo las diferencias dentro de los partidos independentistas, después de meses en que el debate ha sido centrado en la pandemia del coronavirus.

Ha sido durante el debate de una moción presentada por Ciudadanos en contra este mecanismo de diálogo. El diputado de este partido Nacho Martín Blanco ha defendido que esta mesa es un "chantaje" y ha afirmado que tiene un dudoso encaje constitucional, hecho que ha provocado críticas de varios grupos.

La respuesta más dura ha venido de ERC. La diputada Marta Vilalta ha replicado que el chantaje es "amenazar con prisión, exilio o represión". "Eso sí que son amenazas en forma de chantaje", ha afirmado.

Desde el PSC y los comunes también han defendido el diálogo, los socialistas, sin embargo, han querido calmar los ánimos asegurando que hablar no es ceder a los chantajes y que la mayoría de acuerdos que se tomen se ratificarán posteriormente en las cámaras.

JxCat insiste en el mediador

El debate, sin embargo, también ha hecho aflorar las diferencias entre los independentistas. La diputada Aurora Madaula de JxCat ha defendido que no confía en el gobierno de Pedro Sánchez, a quien ha calificado como "levantador de camisas profesionales", y ha vuelto a pedir a un mediador.

También de manera similar se han expresado desde la CUP. El diputado Carles Riera ha calificado al PSOE de "trilero" y a los integrantes de la parte catalana unos "pardillos a quien les roban la cartera".

Finalmente, el PP también ha hablado de "chantaje" y ha asegurado que si a las reuniones no van todos los grupos es porque "hay alguna cosa que esconder". La moción de Ciutadans, que quería condenar "el intento de usurpación de funciones" de la tabla de diálogo entre gobiernos, ha quedado rechazada y solo ha conseguido los votos afirmativos de Cs y PP.