El Passeig Lluís Companys se ha convertido en el punto de concentración de los militantes soberanistas en apoyo a la proclamación de la República Catalana. Bien cerca de un Parque de la Ciutadella blindado por los Mossos D'Esquadra, y con los helicópteros de Policía Nacional y Guardia Civil sobrevolando el acto, los independentistas han empezado a concentrarse muy pronto. A las 16h ya había unos centenares de personas, aunque el inicio de la concentración, convocada por el ANC, Òmnium Cultural y otros grupos independentistas, estaba previsto a las 18h. A la hora de inicio el paseo ya estaba lleno hasta los topes. con una gente muy variada: jóvenes y no tan jóvenes. Gente con esteladas, con banderas rojes, con pancartas, pero también gente sin ningún símbolo visible, sólo con una gran firmeza.

Decididos

Los asistentes se muestran partidarios, sin dudas, de la independencia. La represión policial del 1-O no ha hecho sino incrementar el sentimiento independentista. Y todo el mundo aquí espera que llegue el momento en que la independencia se declare. La suspensión de la sesión a las 18h genera movimiento, pero la gente está dispuesta a pasar muchas horas hoy bien cerca del Parlamento. Muchos ya están convencidos de que tendrán que pasar buena parte de la noche aquí.

Espera difícil

El ambiente de la concentración de hoy no es de fiesta. Ha sido patente la ausencia casi absoluta de niños, y la gente mantiene vivo el recuerdo de la represión del 1-O ("Ni olvido, ni perdón", decían las camisetas dedicadas a aquel día). El expectación es máxima, porque ni siquiera es segura la declaración de independencia. En cualquier caso, no hay música, ni champán, ni confetti. Los asistentes muestran firmeza, pero no olvidan la capacidad represiva del Estado y las dificultades que pueden surgir de ahora en adelante.

Pendientes del Parlamento

Dos grandes pantallas, en el centro del paseo Lluís Companys, ante la puerta del controvertido Palacio de Justicia, transmiten en el minuto aquello que pasa al Parlament, pero también lo que se debate sobre Catalunya en el Consejo de las Regiones de Europa. El público en algunos casos silba las intervenciones de los líderes unionistas, pero mayoritariamente está a la espera de la proclamación de Puigdemont. La expectación de la prensa también es máxima: hay medios de todo el mundo a la espera de este momento.

Del clímax al bajón

El discurso de Puigdemont, largamente esperado, ha despertado entusiasmo. A pesar del tono moderado de su inicio, ha sido aplaudido. Y ha tenido uno de sus puntos más álgidos cuando ha descrito el proceso soberanista elaborando una larga lista de agravios contra el gobierno español que ha sido largamente aplaudida. El clímax ha llegado cuando ha anunciado que proclamaría la independencia, una afirmación que ha provocado furor. Aplausos, gritos, lemas... Pero cuando en seguida ha avisado que suspendería la proclamación de inmediato un jarro de agua fría ha caído sobre el público, que ha reaccionado con frialdad. "Nos volverán a pegarla", sentenciaba un hombre cerca del Arc de Triomf. Incluso se ha oído algún silbido muy aislado. Para la mayoría, decepción. Y cuando Arrimadas ha tomado su turno de palabra, la han silbado y han marchado.