Hace unos días que El Periódico incordia el trabajo del crítico. Las portadas del diario de Zeta se alinean y confunden con las de la derecha mediática madrileña, e impiden el recurso fácil y futbolero de clasificar la prensa impresa en los tradicionales dos bandos, Barcelona y Madrid. Sólo hay que trasladar su titular principal a cualquiera de los tres diarios madrileños de oposición y casi nadie se daría cuenta del cambio. Por un pelo no acabaría de encajar. Es una cuestión de estilo: El Periódico no está acostumbrado al lenguaje de cuartel y zarzuela típico de sus rivales madrileños. Los conceptos, sin embargo, son los mismos. Hoy tienes un ejemplo perfecto —casi.

El País, en cambio, quizás advierte que del tercer día del juicio en al procés no sacaría mucho petróleo y lo ha arrinconado en una columna. El resto de sus colegas madrileños, inconformes, deforman las declaraciones de Junqueras y Forn para oponerlos. Prietas las filas, informan desde la perspectiva de las fabricaciones policíaco-judiciales y presentan al conseller desmintiendo al vicepresidente. Todos culpables.

Poca cosa. Si lo piensas dos o tres segundos, es obvio que Junqueras sabía que el referéndum había sido declarado ilegal. Otra cosa sería tomarlo por bobo. El Mundo, ABC y La Razón, sin embargo, se aprovechan de que no son muchos fuera de Catalunya quienes siguen la retransmisión de la vista, de manera que es la prensa impresa la que fija el relato. Son muy conscientes de ello y lo aprovechan a placer para presentar una imagen distorsionada a su gusto (y probablemente al de sus lectores), como las de los espejos del Callejón del Gato, los de Luces de Bohemia de Valle Inclán, que Gómez de la Serna describía así: "Calzados en la pared y del tamaño del transeúnte de estatura regular, [los] dos espejos, uno cóncavo y otro convexo, deformaban en don Quijote y Sancho a todo el que se miraba en ellos".

EPC

ME

ABC

LR

La Vanguardia —la veterania es un grado— ha ingeniado una manera de hacer lo mismo (enfrentar ambos testimonios) sin necesidad de manosear los hechos con interpretaciones maliciosas. Un titular junto a otro que se leen como dos frases consecutivas. El lector sólo tiene que añadir entre ellos una conjunción, copulativa o adversativa, tanto da, y ya tienes enfrentado a Junqueras con Rull. El más listo de la clase. La portada de El Punt Avui hace el contraste opuesto: dice lo mismo y se interpreta en sentido contrario. Ara, ídem, pero con un titular principal interpretativo. Al menos ninguno de estos tres (ni El País) deforma los hechos para encajarlos en el relato de violencia y malversación que te quieren hacer tragar.

EP

LV

HOY

AHORA