En los años ochenta, cuando era minoritario, era habitual que el independentismo acabara a bofetada limpia. Eran pocos y mal avenidos. Pasó el año 1988, en el Fossar de les Moreres, donde se reunía la izquierda independentista. Hasta seis militantes acabaron heridos en las peleas entre las dos facciones del Moviment de Defensa de la Terra (MDT): el Partit Socialista d'Alliberament Nacional (PSAN) e Independentistes dels Països Catalans (IPC). Han pasado más de tres décadas y ahora el independentismo es mayoritario. Pero no han desaparecido las reyertas, por más civilizado que sean este año. El caso Borràs ha sido sólo una minucia.

Lo pone de manifiesto una ausencia: si nada cambia de aquí a domingo, este año la manifestación independentista de la Diada no contará con la presencia del president de la Generalitat, Pere Aragonès. Considera que no sería "coherente" su participación con el mensaje que quiere enviar la concentración: "contra independentistas", contra partidos e instituciones. En cambio, sí que participará del acto de Òmnium Cultural, como ha adelantado Nació Digital. Este mismo lunes, ERC no se ahorraba los reproches y las acusaciones hacia la ANC. "No contribuye a la República Catalana que algunos que se declaran independentistas critiquen a otros independentistas o nieguen que sean independentistas. Es la cosa más absurda del mundo", aseguraba Marta Vilalta en rueda de prensa en Calàbria. Como partido estarán presentes, pero todavía no concretan cómo. Los republicanos explican en privado que, si cambiara el enfoque, se replantearían la participación de Aragonès. Pero también admiten que nada hace pensar que tenga que cambiar nada.

Es sintomática la respuesta de la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, insinuando que el president Aragonès "no está implicado con la independencia" y que prefiere "hacerse fotos" con el Gobierno en la mesa de diálogo. También Junts per Catalunya ha aprovechado para mojar pan. Enseguida confirmó la presencia de todos sus consellers a la manifestación, marcando diferencias con ERC, y ha hecho un llamamiento a "llenar las calles".

La ruptura entre una parte de Palau y una parte del independentismo civil es sólo la punta del iceberg, como también lo ha sido la suspensión de Laura Borràs como presidenta del Parlament, un caso que todavía colea. El rumor de fondo es otro: un debate estratégico sobre cómo hacer frente al conflicto político con el Estado. Mientras desde los sectores más duros de la Asamblea plantean una cuarta lista independentista que compita con ERC, Junts y la CUP, los socios de la Generalitat hacen aflorar sus diferencias a la superficie. Una parte de Junts está por la salida del Govern porque cree que se está perdiendo el tiempo y no se está avanzando en nada, hecho que quieren concretar con una consulta interna. Mientras tanto, los republicanos, que han adelantado su congreso en otoño para apuntalar el liderazgo de Oriol Junqueras, intentan arrinconar los debates internos. Y no se mueven de su apuesta estratégica, la mesa de diálogo, donde de momento se sientan solamente. No sin contradicciones ni turbulencias, como las infiltraciones en organizaciones independentistas.

Este debate se arrastrará como mínimo hasta el debate de política general en el Parlament, la última semana de septiembre. Será una nueva prueba de fuego para la cohesión del independentismo. Allí el president Aragonès debería hacer hacer una propuesta para la autodeterminación. Nada hace pensar que hasta entonces, en el intento de construir una hoja de ruta compartida, los puñales dejen de volar de un lado al otro.

Las derivadas del caso Borràs

En Palau y en el Parlamento. La semana pasada ya volvieron a hacerse evidentes las diferencias del independentismo en la cámara catalana, cuando la secretaria de Junts, Aurora Madaula, se quedó sola defendiendo revertir la suspensión de Laura Borràs como presidenta. Un caso que todavía colea. Este martes se vuelve a reunir la Mesa, en sesión ordinaria, con otras derivadas encima de la mesa: ¿qué pasa con los asesores, con sueldo público, que tenía Borràs como presidenta? Son seis: el jefe de gabinete, el adjunto al jefe de gabinete, un asesor, dos técnicos asesores y un responsable de gestión. Ciudadanos ya se ha encargado de registrar un escrito exigiendo la "renovación de los nombramientos de los asesores de presidencia" y que "las revocaciones tengan la misma fecha de efectos que el de la suspensión de Borràs". Su situación quedará en manos de la republicana Alba Vergés, vicepresidenta de la cámara que ejerce las funciones de presidenta.