El concejal del Ayuntamiento de Barcelona Joaquim Forn ha acusado el Gobierno de optar por el "oscurantismo" hacia los atentados del 17-A en Barcelona y Cambrils. En una entrevista en 'Ara', Forn ha pedido al Estado que trabaje para aclarar los hechos y ha reprochado al PSOE, el PP y Cs que se nieguen a crear una comisión de investigación al Congreso. "No me gustan las teorías conspiratòries ni tampoco hago uso, porque me parecería salvaje, pero la mejor manera de luchar en contra es trabara de la transparencia", ha insistido el exconseller, en que ha dicho que las informaciones publicadas en 'Público' sobre la relación del imán de Ripoll y el CNI "no se pueden quedar en el cajón".

"Hoy sabemos que Es-Satty fue fichado por el CNI el año 2014 a cambio de no ser deportado y que lo ayudaron a ser imán de Ripoll", ha afirmado Forn, que también ha subrayado que los servicios secretos españoles no lo comunicaron a los Mossos d'Esquadra.

Por otra parte, ha expresado que en la conselleria de Interior está la voluntad de rehacer la confianza y colaboración entre los cuerpos policiales que intervinieron el 17-A. "Siempre se ha tenido claro que la lucha antiterrorista es una prioridad y que sólo desde la confianza y la colaboración se puede trabajar con eficacia", ha añadido Forn.

Papel "testimonial" del Estado

Aparte, el exconseller de Interior ha asegurado que al Gobierno no le gustó que el papel del Estado fuera "testimonial" durante la actuación policial posterior a los atentados. "Siempre he dicho que a algunos miembros del Gobierno no les gustó no sólo la acción diligente de los Mossos, sino la capacidad de reacción que tuvo el gobierno de Catalunya", ha remarcado Forn, que ha afirmado que se dio cuenta de eso después de la reunión celebrada en la conselleria de Interior con Carles Puigdemont y Mariano Rajoy.

Para Forn, aquel encuentro evidenció que el presidente español quería "llevar la voz cantante", a pesar de que "toda la investigación y el dispositivo policial se estaba coordinando y desplegando desde Catalunya". "Se lo tomaron como una ofensa y se notó, sobre todo se veía la incomodidad en la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría," ha relatado el exconseller de Interior.