En su discurso habitual, el rey Felipe VI directamente ha optado por ignorar la situación de su padre. Se habla, desde hace semanas, de un posible regreso de Juan Carlos I a España. Primero se había situado en las fiestas de Navidad, más tarde se ha agendado hacia febrero. La cuestión es que sus causas judiciales en Suiza y España se están deshaciendo por las trabas a la hora de obtener pruebas o de la propia inviolabilidad, no porque sea inocente de corrupción. En este contexto, el actual jefe del Estado se ha limitado a hacer una apelación general a la "integridad pública y moral" que deben tener las instituciones y quienes las forman. Un parlamento de trece minutos, con una puesta en escena menos barroca que en otras ocasiones y sin fotos del padre, en el que también han tenido cabida la pandemia y los afectados por el volcán de La Palma, con quien se ha solidarizado. Pero esquivando nuevamente el debate territorial.

El terreno de juego es el que es. El fiscal suizo Yves Bertossa ha archivado su investigación por los 65 millones de euros, 100 millones de dólares, pagados por Arabia Saudí a Juan Carlos I. La Fiscalía del Tribunal Supremo se prepara para hacer lo mismo, desde hace ya meses. Pero que las causas se disuelvan no quiere decir que sea inocente, sino que las leyes lo protegen. Y a la espera está la causa ante la justicia inglesa iniciada por Corina Larssen, todo dependerá de si es considerado o no miembro de la familia real (y de su residencia en el Estado español).

En su mensaje en la sala del Palacio de la Zarzuela, el hijo no ha mencionado al emérito ni directa ni indirectamente. El rey español ha reivindicado que, en la "gran tarea" en frente, "las instituciones tenemos la mayor responsabilidad". En este sentido, Felipe VI ha situado el listón: "Debemos tener siempre presente los intereses generales y pensar en los ciudadanos, en sus inquietudes, en sus preocupaciones, estar permanentemente a su servicio y atender sus problemas". Y ha remachado en esta línea: "Tenemos que estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral".

 

En este contexto, el monarca ha defendido que "el entendimiento y la colaboración son actitudes necesarias que dignifican las instituciones y las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos." En medio del clima de polarización de los últimos meses, el jefe del Estado ha rebatido que "las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den la necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro".

La Constitución contra el "rencor"

Como ya ha hecho en discursos anteriores, Felipe VI ha recordado la transformación que se ha producido en España durante los últimos cuarenta años de democracia. "El cambio tan profundo de España en estas más de cuatro décadas de democracia y libertad ha sido extraordinario y no ha sido fruto de la casualidad", ha asegurado. Y como símbolo ha situado la Constitución del 78, "con la que nos integramos plenamente en las modernas democracias occidentales". El espíritu de la Carta Magna, ha continuado, "nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respecto frente al rencor, al espíritu integrador ante la exclusión".

"La Constitución ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática ante las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido". Por lo tanto, ha añadido el jefe del Estado, el texto constitucional "merece respeto, reconocimiento y lealtad".

La covid

Un año más, el discurso de Navidad ha estado marcado por la pandemia. En el nuevo contexto, Felipe VI ha recordado "con toda la prudencia necesaria" que la situación ha cambiado gracias a la alta cobertura vacunal de los españoles, un proceso del que "podemos sentirnos especialmente satisfechos". A pesar de todo, ha señalado como "se vuelve a transmitir muy rápidamente y, por lo tanto, el riesgo no ha desaparecido". Por eso ha pedido tener cuidado, protegerse para no dar "pasos atrás" y ha tenido un recuerdo para las víctimas y un agradecimiento para el personal sanitario. También ha tenido un recuerdo para las personas en situación de vulnerabilidad, que han aumentado, o para los jóvenes que tienen "dificultades para encontrar un trabajo estable".

"Creo sinceramente que los desafíos que tenemos por delante representan para España una auténtica encrucijada", ha asegurado el monarca español, que ha añadido que a pesar de todo también son "una oportunidad histórica, incluso una exigencia para ponernos al día, para actualizar y modernizar nuestro país, manteniéndonos firmes en nuestros principios democráticos y en los valores que inspiran nuestra convivencia". El jefe del Estado también ha reivindicado el proyecto de la Unión Europea, al que va ligado el futuro de España, como así "lo entienden mayoritariamente los españoles".

"El momento es difícil"

"El momento es difícil, desde luego, pero detenernos hoy es quedarnos atrás, retroceder", ha advertido el Rey en la clausura de su discurso. "Debemos seguir adelante porque la historia nos enseña que los españoles hemos sabido cómo reaccionar y sobreponernos ante las adversidades", ha remachado Felipe VI. Ha concluido el mensaje navideño como siempre: "Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas".