Allí donde va, que no son pocos lugares, explica la misma historia, la misma canción. Mitin tras mitin lo relata punto por punto: "Me cesaron porque quería que mintiera y me negué". Y que le obligaron a "quitar los hechos", hasta tal punto que "no podía firmar". Edmundo Bal Francés (Huelva, 1957) era el abogado del Estado que veía rebelión en el referéndum del 1-O. Hoy es el número cuatro de Albert Rivera en las elecciones generales del 28-A. Tampoco tiene mucho más a explicar en sus actuaciones; ha sido fichado por y para eso.

El alto funcionario fue apartado al frente de la sección penal de la Abogacía del Estado —cuerpo jurídico que, a diferencia de la fiscalía, no es independiente del poder ejecutivo— porque, según explica, no quiso firmar el escrito de acusación. El documento acusaba a los dirigentes independentistas por sedición y malversación, y no por rebelión. Y eso que sólo se habían personado en la causa por malversación. No fue despedido, sino recolocado en la dirección de recursos contencioso-administrativos en materia tributaria, en la Audiencia Nacional.

Como la película The Truman Show, protagonizada por Jim Carrey, Rivera le dice constantemente a Bal que es un "héroe", un mártir por España. Y él se lo cree, pero con falsa modestia: "No, no se puede llamar héroe a quien quiere cumplir con su obligación". El líder de Ciudadanos fue de los primeros que le llamó cuando el pasado noviembre fue relevado por la abogada general del Estado, y en su lugar pusieron a la ya conocida Rosa María Seoane. Una llamada que marcaría un antes y un después en su relación.

Desde la formación explican que cuando le propusieron ir a las listas tardó sólo dos minutos en aceptar el ofrecimiento. Ahora se le ve el mar de cómodo recorriendo España para denunciar a los "golpistas", expresión que utiliza de forma recurrente para referirse a los presos políticos y exiliados catalanes. Es el número cuatro de Rivera, pero se le ha visto más con él que a Arrimadas, que tenía que ser el último cartucho de la formación.

edmundo bal EFE

Este, sin embargo, es sólo el relato del self-made hero, el héroe hecho a si mismo. Las personas conocedoras de los hechos explican otra versión de lo ocurrido, muy y muy alejada. Fue apartado por deslealtad a sus superiores, por engaño y, especialmente, por su proximidad a la acusación popular del juicio del 1-O. Según relata la periodista Elisa Beni, colaboradora de ElNacional.cat, reaccionó de forma sorprendente cuando supo que el Estado "sólo" acusaría de sedición y malversación: "¿Y qué le digo yo ahora a Vox?". Desde determinados medios de comunicación se le ha intentado vender como un progresista sólo por su papel en el caso Gürtel.

En junio de 2018, con el cambio de presidente en la Moncloa después de la moción de censura, la abogacía del Estado mantenía la acusación sólo por malversación. El gobierno Rajoy recomendaba perfil bajo a la siguiente administración. Bal no se escandalizó como en noviembre de aquel año, cuando tocó presentar el escrito de acusación.

Rivera fue de los primeros a llamarle después de ser apartado. Bal sólo tardó dos minutos en decirle 'sí.

Sea como sea, Bal fue apartado por "rebelarse" contra sus superiores en un sistema que es jerárquico, y que depende en última instancia de la abogada general del Estado, Consuelo Castro. Ante la adversidad, el abogado del Estado optó por la puerta giratoria. El camino inverso de otros: de los poderes del Estado a la política.

El de los abogados del Estado es un gran caso de puertas giratorias. Uno de los ejemplos más destacados es el de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, también letrada del Estado, que recientemente ha fichado por el bufete Cuatrecasas. Pero hay muchos más que acaban al sector privado, un sector que se aprovecha de su conocimiento de los secretos y puntos débiles de la administración del Estado para litigar en su contra.

edmundo bal arrimadas efe

En su condición de presidente de la Asociación de Abogados del Estado, cargo que ocupó durante varios años, Edmundo Bal defendió estas puertas giratorias. "La excedencia es así. De toda la vida y ocurre en todos los cuerpos (del Estado)", defendía en julio de 2015 en un reportaje del diario El País. La pieza iba sobre abogados del Estado que litigaban contra el Estado español a sueldo de empresas extranjeras. Él mismo hizo una excedencia en un despacho privado durante dos años, aunque no aparezca en su perfil de LinkedIn.

Antes de que el procés se cruzara en su vida, y le permitiera hacer carrera, sólo había ganado atención mediática en una ocasión. Fue después de que Gerard Piqué insinuara que en el palco del Bernabéu "se mueven los hilos" en casos como los de Messi o Neymar ante la justicia. Apuntaba contra Marta Silva, abogada del Estado y exsecretaria de la junta directiva del Real Madrid.

Edmundo Bal, seguidor practicante del Atlético de Madrid y asiduo al Vicente Calderón, le respondió en un artículo en El Confidencial: "Nunca he estado en el palco del estadio Santiago Bernabéu y la Abogacía del Estado jamás ha acusado a Neymar de nada". Y le pedía que no se metiera en política: "Deje ustedde  presumir de absurdas conjuras y háganos felices con lo que usted sabe hacer mejor: jugar al fútbol". Haga usted como yo y no se meta en política.