Todo parecía, sobre el papel, diseñado a medida de una sola persona: Pablo Casado. La agenda, los invitados, los emplazamientos, el fin de semana en València, absolutamente todo. El objetivo era relanzar la marca del Partido Popular y, también, el liderazgo de su presidente. Pero eso era sólo lo que Teodoro García Egea, su mano derecha, había pedido en AliExpress. Otra cosa muy distinta es lo que ha acabado recibiendo en casa: una retahíla diaria de estridencias y polémicas. Y un protagonista que en ningún momento ha sido él, sino sus acompañantes, para bien y para mal. Este sábado, la estocada: Isabel Díaz Ayuso ha rematado la convención horribilis. La verdad es que Lady Madrid no se ha tenido que esforzar mucho, pero ha dejado con ella un reguero de malestar interno.

Inicialmente, ni siquiera estaba asegurada la presencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que había programado un viaje oficial a Estados Unidos. Pero finalmente ha decidido estar. Y ni siquiera ha necesitado abrir la boca para ser la estrella en la Ciutat de les Arts i les Ciències de València. Nada Más llegar ya la esperaban una multitud de cámaras de televisión, micrófonos y militantes que le aplaudían y le llamaban "presidenta, presidenta." Ya dentro del auditorio, se ha llevado las mayores ovaciones, con el público de pie. La realización no ha podido esconder la imagen de un Pablo Casado relegado a un segundo plano.

Una vez ha hablado, el mensaje, sin salir del guion, ha sido incluso sorprendente por su claridad. Isabel Díaz Ayuso ha evitado el choque con la dirección de Pablo Casado, a pesar de la guerra fría soterrada. En un momento de crisis de liderazgo de Casado, Ayuso le ha señalado como líder. Quizás hasta ahora no estaba tan claro. La lideresa conservadora ha dejado claro que sabe "meridianamente" dónde está su lugar: Madrid. "Y daré lo mejor por Madrid, porque Madrid es España y porque necesitamos que tú llegues y seas el presidente del gobierno", ha remachado. Ha enterrado, de momento, el hacha de guerra, pero sigue habiendo frentes de batalla abiertos, como la presidencia del PP de Madrid.

Este sábado en Valencia ha sido sólo la guinda del pastel. Le habían programado discursos en Casado cada día de la semana, pero ningún día de la semana ha sido el protagonista. No ha habido jornada sin su polémica. La lista es larga. Alejo Vidal Quadras —ex del PP y fundador de Vox- impugnando el modelo del Estado de las autonomías ante la estupefacción de la dirección. El expresidente francés Nicolas Sarkozy sumando una nueva condena por corrupción al día siguiente que Casado hablara de él como ejemplo a seguir. El expresidente español José María Aznar haciendo honor disparando supremacismo contra el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y groserías contra Pedro Sánchez y sus alianzas parlamentarias. Y el escritor peruano y premio Nobel Mario Vargas Llosa que lo más importante no son las elecciones libres sino "votar bien".

Sólo Lady Madrid lo podía rematar. Este domingo habrá fotografía en la plaza de toros de Valencia, emulando las que ya tuvieron en su momento Aznar o Rajoy. Pero sin duda no será lo mismo que los precedentes.

Entre la "satisfacción" y los puñales

¿Cómo se ve desde dentro? Desde la dirección de Génova se muestran "muy satisfechos" con el resultado de la convención estatal, que consideran que ha sido un "éxito" tanto con respecto al diseño como con respecto a la ejecución. Estas fuentes del entorno de Casado aseguran que la formación sale fortalecida, que el cónclave ha mostrado "la unidad del partido en torno a nuestro líder y en torno a nuestro programa". "El PP ganador es el que se ha visto durante el día de hoy. Hemos recuperado a los militantes. Eso hace tres años no lo habríamos podido hacer. Ahora, sí", concluyen al respecto. En este contexto, algunos dirigentes aplauden las palabras de Isabel Díaz Ayuso en el auditorio valenciano. Remarcan que este siempre ha sido el discurso de la presidenta madrileña puertas adentro, pese al "relato mediático".

Pero hay otras voces. Lo que llega desde la dirección de Génova no es lo mismo que llega desde otros lados: un evidente malestar. En privado, algunos dirigentes regionales del PP reprochan a la presidenta madrileña que una convención estatal no es el lugar para tratar "cuestiones internas", para hablar de ella misma. Otros aprovechan el viaje de Ayuso a Estados Unidos, del que acaba de volver, para ironizar que ese discurso debe ser cosa del jet lag.