10 y 10 son 20 (los concejales de ERC y comunes). Y 10 y 8 y 3 (los de comunes, PSC y Valls) son 21, que es exactamente el número de votos que necesita Ada Colau, la mayoría absoluta, para desbancar a Ernest Maragall de la alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona. Y la actual alcaldesa en funciones tiene claro que quiere jugar la partida, aunque eso implique ponerse la pinza en la nariz para aceptar que Manuel Valls -candidato de Cs- le regale sus votos con el único objetivo de evitar un gobierno independentista. Los comunes siguen vendiendo su apuesta por un tripartito de izquierdas imposible con ellos, el PSC y ERC, que suman el 60% de los votos. Imposible porque los dos partidos se vetan mutuamente.

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Quedan ocho días para el pleno de investidura. Colau sigue sin comparecer en público desde el día siguiente de las elecciones. Y los que hablan en nombre de Barcelona en Comú, Joan Subirats y Janet Sanz, evitan responder a la pregunta clave: ¿qué pasará si, como todo apunta, no hay opción de acuerdo entre PSC y ERC? ¿Retirará Colau su candidatura? ¿O la mantendrá asumiendo así los votos regalados de Valls para repetir como alcaldesa?

Por ahora los comunes prefieren callar. Un silencio que en sí mismo ya es noticia, porque implica no descartar la oferta de Valls para cerrar el paso al candidato más votado, Ernest Maragall. Durante una rueda de prensa este viernes por la mañana, Janet Sanz, concejala electa e integrante del equipo negociador de BeC, ha explicado que en privado tanto socialistas como ERC les confiesan que el tripartito es un buen escenario de futuro, pero que es inviable ahora mismo. Y a eso se agarran para mantener su propuesta "para hacer un gobierno a tres transversal y amplio, donde la persona que puede hacer de puente entre los dos bloques es Ada Colau".

Es la respuesta de los comunes a los movimientos de ficha de Maragall i Collboni, que les emplazan a escoger entre bloque independentista o no independentista, entre socialistas o ERC y les reclaman exclusividad. Los republicanos anunciaron que congelaban las negociaciones hasta que Colau no dejara de flirtear con el PSC, cosa que no ha pasado. Collboni la ha advertido de que si no cierran un acuerdo de gobierno antes de la investidura, no le garantiza su apoyo. Ante las exigencias, Colau pisa el acelerador. Esta tarde el plenario del partido, que aglutina más de un millar de activistas de la órbita de los comunes, votarán la propuesta y todo hace pensar que darán el visto bueno para que aspire a la reelección. De momento, sin embargo, no está claro que la votación se traslade también a la militancia.

Los escenarios posibles

El día 15 de junio será proclamado alcalde o alcaldesa aquel que en primera votación alcance la mayoría absoluta, 21 concejales. Si nadie llega, será investido alcalde el candidato más votado, es decir, Ernest Maragall -que sacó 5.000 votos a Colau el 26-M-.

Si la líder de los comunes mantiene su candidatura, ya sabe que contará con el apoyo gratis de 3 miembros de la plataforma de Manuel Valls, que sumados a sus 10 y a los 8 del PSC le permitirían permanecer al frente del Ayuntamiento de Barcelona en un segundo mandato. Ahora bien, según apuntó ayer Jaume Collboni, existe una remota posibilidad de que si socialistas y comunes no formalizan y rubrican un acuerdo antes del pleno de investidura, el PSC no dé apoyo a Colau. Claro está que eso sería tanto como asumir que los socialistas entregarían, por omisión, la alcaldía a un independentista.

Hay una posibilidad todavía más improbable, que es que durante los próximos siete días Barcelona en Comú sea capaz de convencer a PSC y ERC para aliarse. El desenlace, dentro de una semana, promete. Y tendrá consecuencias.