Aunque Xavier Domènech diga que la gestión que han hecho nuestros gobiernos no es digna del 1984 de George Orwell porque es demasiado caótica, esta sigue siendo la mejor obra para entender la "nueva normalidad", incluido, por cierto, el mismo concepto de "nueva normalidad". Un hecho que lleva Eric Blair, verdadero nombre de Orwell, a la categoría de visionario. Y no sólo en España, también en el país donde transcurre la novela que denuncia el estado totalitario. Eso sí, menos mal que los propios británicos se lo toman a cachondeo. Porque ahora resulta que el gobierno de Boris Johnson pretende evitar que la gente pase la noche fuera de casa con una o más personas. Lo que se ha interpretado como que nadie tenga sexo con alguien con quien no vive. La norma se conoce ya como sex ban (prohibición sexual) y forma parte de la "nueva normalidad" en el Reino Unido.
El sex ban convierte el sexo fuera del matrimonio o de la pareja estable en un acto de resistencia. De oposición política
Pero, claro, el sex ban convierte el sexo fuera del matrimonio o de la pareja estable en un acto de resistencia. De oposición política. Y eso es lo justamente le pasa a Winston en 1984 después de tener una aventura en medio de un bosque, algo prohibido. La aventura. No el bosque. Que también. "Apartó las ramas y le estudió las caderas, blancas y redondeadas. En los viejos tiempos, pensaba, un hombre contemplaba el cuerpo de una chica y veía que era deseable. Y aquí se acababa la historia. Pero hoy en día no. No podías sentir un amor o un deseo puros. Ninguna emoción era pura porque todo se mezclaba con el miedo y el odio. Su abrazo había sido una batalla, el clímax, una victoria. Era un buen batacazo contra el Partido. Era una acción política." El sexo como acción política, como desobediencia civil. ¿Exagerado? No lo creo. Aquí pasa exactamente lo mismo. Indirectamente, el confinamiento, la prohibición inicial de salir solo de casa para comprar, los horarios sólo para pasear y hacer deporte, el toque de queda indirecto a las 11 de la noche, la prohibición de salir del municipio o de cambiar de región sanitaria, o la prohibición de bailar en las discotecas, todo medidas políticas como la del metro y medio de distancia pactada con Ciudadanos, nos llevan a considerar el sexo furtivo un acto de resistencia política. Sobre todo si es sin mascarilla, que es como en todo caso debería ser una relación según la Universidad de Harvard. Preservativo y mascarilla.
En fin, podríamos pensar que son cosas que nos ha traído el maldito virus. Pero esta semana ha pasado otra cosa que nos debería hacer reflexionar. El Winston de 1984 trabaja reescribiendo literalmente el pasado por órdenes del Gran Hermano, corrigiendo datos históricos según los cánones establecidos por la doctrina del Partido, haciendo que desaparezca el rastro de cualquier hecho políticamente incorrecto a ojos del nuevo establishment. Bueno, pues ahora resulta que HBO ha retirado Lo que el viento se llevó por los estereotipos racistas. Que, obviamente están. Estamos, afortunadamente, en la era Black Live Matter. También Netflix ha retirado Little Britain, un programa satírico de principios de siglo. Está muy bien y es necesario que se denuncie el racismo de Lo que el viento se llevó, pero lo que no podemos hacer es reescribir el pasado haciendo ver que hay cosas que no han existido para adecuar la historia a lo que interesa en cada momento. Porque ahora será una iniciativa loable impulsada por gente loable, pero en el futuro puede ser una iniciativa autoritaria impulsada por un régimen autoritario. Del mismo modo que el sex ban nos lo podemos tomar en broma hasta que deje de serlo.