Leo las palabras que llegan con cuentagotas desde la prisión de Lledoners. Palabras vigiladas. Palabras con regusto de silencio. Palabras serenas. Palabras buenas, sinceras, con amor. Palabras que huelen a lucha y a esperanza. Palabras que me hacen escuchar su voz y que proyectan su imagen en mis ojos. La voz dulce y calmada de Oriol Junqueras y la voz tenaz y alegre de Raül Romeva.

Cojo el teléfono y busco la carpeta de imágenes. Las voy pasando de una en una, una detrás de la otra y, después de un rato, las encuentro.

La primera es de hace tiempo, tanto que pronto hará 2 años. Es del 7 de septiembre del 2016. Una fotografía en la sala Torres Garcia del Palau de la Generalitat. Bajo las pinturas murales novecentistas, sentados, los tres consellers: Toni Comín, Raül Romeva y Carles Mundó. Recuerdo aquel día con emoción, con ilusión, con esperanza. Tres conselleries unidas por la recuperación de la memoria. Al acabar, un abrazo con los tres. Con Raül nos apretamos la mano con fuerza, como si con aquel apretón de manos pudiéramos estirar a los miles que todavía están bajo tierra.

Sigo pasando fotografías y encuentro otra. De esta no hace tanto. Es del 2 de septiembre del 2017 en la ermita de Sant Andreu de Llanars de Prats de Lluçanès. En primer plano, los arqueólogos, de rodillas en la fosa. En el interior, un esqueleto humano que todavía lleva las muñecas atadas por detrás del tronco. De pie, Oriol Junqueras, Isaac Peraire, Raül Romeva y servidor. Los cuatro con la mirada fija. Momentos de silencio, de respeto, pero a la vez de indignación y de injusticia.

Y finalmente, llego a la última. Esta no la he olvidado ningún día durante los últimos 9 meses. Es del 15 de octubre del 2017 a la entrada de Catalunya Ràdio, cuando recordábamos los 77 años del fusilamiento del president Lluís Companys en manos del franquismo. ("Per Catalunya!"). Oriol Junqueras a la izquierda y yo a la derecha, los dos de pie, acabada la tertulia del Suplement en la que recordamos la figura del president. Recuerdo que Oriol explicaba cosas sobre el president Companys que yo no había escuchado nunca. Al acabar nos despedimos. "¡Adiós, chico, continúa la lucha!". Tengo bien presente sus palabras. Como también las de los que hoy lo pagan con el precio de la prisión o el exilio.

Antes que ellos, nuestros abuelos y bisabuelos ya pagaron un precio muy alto para defender esta tierra

Resulta antagónico y es inevitable hacer un paralelismo con el pasado. Unos sufrieron la represión del régimen franquista ahora hace 80 años y, otros, hoy, sufren la del régimen del 78.

Encerrados o en el exilio, sin juicio y acusados de delitos de ciencia-ficción. Un insulto democrático reflejo de la involución de los derechos y las libertades en el estado español. Sin embargo, tenéis que saber que están más fuertes que nunca. Con la misma firmeza y convicción. Con la misma valentía y coraje. ¡Que nadie lo dude!

Ellos nos dicen que hay que transformar la indignación en coraje y perseverancia, y la rabia en amor. Que no desfallezcamos, nunca, nunca, porque ellos no lo harán. Antes que ellos, nuestros abuelos y bisabuelos ya pagaron un precio muy alto por defender esta tierra. Muchos lo pagaron con la vida.

No hay pacto posible ante la privación de libertad impuesta por los carceleros del Estado que los quieren encerrados, silenciados. No hay suficientes prisiones en el mundo para silenciar la voz de un solo pueblo. Porque votar nunca puede ser un delito.

Porque CDR también significa constancia, dignidad y república, valores que Macià, Companys, Irla, Tarradellas y tantos otros ya defendían hace más de 80 años. ¡Porque venimos de lejos!

Y es por eso que no deja de sorprenderme la acción de los CDR modernos, fiscalizando a aquellos que hace años que defienden la República. Exigiendo que "se haga efectivo el mandato del 1 de octubre" y que "¡ni un paso atrás!". "Desobedeced o dimitid", cuando por desobedecer algunos llevan 9 meses en la prisión (y algunos todavía más) y que están encerrados por amar la libertad.

Porque resulta indigno e indecente el intento de controlar y expropiar el movimiento independentista. Fui testigo ante la prisión de Mas d'Enric durante el acto de apoyo a la presidenta Carme Forcadell, cuando algunos miembros del CDR abuchearon e interrumpieron a Marta Vilalta durante su intervención, sin dejarla hablar (fue a la única). Una falta de respeto que lo único que genera es el intento de división del independentismo y da la razón a aquel que decía: "Antes que España, se romperá Cataluña".

Resulta indigno e indecente el intento de controlar y expropiar el movimiento independentista

No olvidemos quiénes son los que avalan la represión. Los mismos que incitan al odio. No olvidemos los 178 incidentes por razón de ideología política en Catalunya. No olvidemos las agresiones físicas por el simple hecho de llevar un lazo amarillo en la camiseta, como la agresión que sufrió Jordi Borràs en manos de un cachorro neofascista de la Brigada de Información española, los de las cloacas del Estado. Y todavía más reciente, las que han sufrido los diputados de Esquerra Republicana, Jenn Díaz y Josep Maria Jové, insultados y escupidos por parte de un agente de la Policía Nacional española a su paso por la comisaría de Via Laietana, como si del tiempo de Franco se tratara.

Porque la "desobediencia de sofá" no vale ante esta causa. Porque las "tarjetas rojas" que aceptan algunos no valen para implementar la República. Porque la República necesita a todo el mundo y no precisamente desde la oposición.

Conjurémonos, seamos más y más fuertes. Porque nosotros somos independentistas. Somos republicanos. Somos gente de paz. Somos gente que quiere la justicia social. Somos gente que no se rinde, que no se cansa, que no se esconde, porque tenemos la razón, el juicio y la fuerza.

Y recordad que: "Somos el fruto de muchas derrotas, pero también estamos convencidos de que somos la semilla de todas las victorias".