Las elecciones del 23-J arrojaron la gran paradoja. La primera legislatura de coalición fue la de ERC y ahora es la de Junts. La ley de amnistía, el corazón de las negociaciones, pasa por la vuelta de Carles Puigdemont y una aplicación del derecho de gracia que elimine cientos de causas derivadas del Procés. Una vez se cierre este pacto, el sí de Sumar, PNV y Bildu va en cascada. Sobre este marco, convertido en saco de boxeo, el PP va a por todas. A cada partido y pacto, va dirigido un golpe por los cambios de posición del PSOE. Sobre cuándo cambió de postura Pedro Sánchez es fácil. A partir de 2019 y tras una coyuntura electoral que solo daba de sí con acuerdos y coaliciones. Ahí empezó la agenda catalana del PSOE, la gobernabilidad con ERC y la andadura parlamentaria con Bildu. La diferencia de 2019 a hoy es un PSOE que se reúne a puerta abierta y acepta sin ambages, ni complejos, sus pactos. 

Lo que no está claro es cuándo ha cambiado el PP de postura en tantos asuntos y en tan poco tiempo. Para los populares, EH Bildu no era ETA hace una década. Hoy ya sí. En 2011 Borja Sémper defendía los acuerdos con Bildu en San Sebastián sin “ningún problema en hacerlo”; en 2013 dijo aquello de “Bildu no es ETA. El futuro de la sociedad vasca, guste o no en determinados sitios, se tiene que construir también con Bildu”. Y en la misma línea se había posicionado Javier Maroto y el PP vasco después de que José María Aznar hablara de “generosidad”. Es un negacionismo de un pasado reciente. No cambia de opinión, directamente niega los pactos en Euskadi, las declaraciones de sus portavoces y la defensa de iniciativas parlamentarias conjuntas, como las mociones que votaban con las distintas marcas previas a Bildu contra el PNV.

Hoy el salto mortal ha llevado al PP a avisar de un “horizonte similar a los Balcanes” por las negociaciones con los independentistas

Durante la reciente investidura, Feijóo negó las conversaciones que sí tuvo con Junts; en la línea de la reunión de Mariano Rajoy con Carles Puigdemont meses antes del 1-O fuera de agenda. Hoy todavía no han aclarado si se puede o no pactar y hablar con Junts.

En 2014 el Congreso votó por mayoría de 322 votos a favor el reconocimiento del Estado palestino. PP y PSOE coincidieron en el reconocimiento de la coexistencia de los dos Estados, sujeto a derecho internacional, como única solución posible para el conflicto. El entonces ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo calificó la votación de “histórica”. Hoy, el gobierno en funciones no se ha movido un milímetro de ese posicionamiento y Alberto Núñez Feijóo acusa de equidistante a Sánchez y de amigos de Hamás a los miembros de Sumar. La petición de Yolanda Díaz de cara a la investidura no va más allá de la resolución del Congreso. Así que o el PP ha cambiado de posición respecto a la postura de 2014 o utiliza la ‘equidistancia’ como instrumento de ataque al contrario. 

Y de 2014 al verano de 2023. En la campaña de julio, con un PP convencido de gobernar, Feijóo hizo campaña en Catalunya comprometiéndose con los empresarios catalanes a no revertir la agenda de Pedro Sánchez. Se lo pidieron desde Barcelona e hizo gestos de no dar marcha atrás en la normalización de la vida política y social post-Procés. Hoy el salto mortal ha llevado al PP a avisar de un “horizonte similar a los Balcanes” por las negociaciones con los independentistas. La exageración conduce al vacío y la frase solo ha dado para visualizar dónde se quiere colocar el PP.
Los cambios de postura política de Sánchez, en palabras de José Luis Rodríguez Zapatero en su entrevista con Carlos Alsina, están dirigidos a revalidar un gobierno de coalición. El fin es "un proceso de reencuentro entre la sociedad catalana, y del Gobierno de Cataluña con el Estado. Es algo más que la investidura", decía. Al otro lado, los cambios de postura del PP solo tienen que ver con la fuerza de Vox para escorar a la derecha, basado en la ficción de 172 escaños a falta de 4 para formar gobierno. Polonia ha demostrado el tan repetido “no le faltan 4 escaños, le sobran 33”. Y ahí también ha cambiado de parecer Feijóo, felicitando a Donald Tusk, su homólogo popular en Polonia, segunda fuerza que hará una coalición para desbancar a la ultraderecha del poder. Con Tusk no es un “fraude”, ni una “anomalía democrática” que gobierne la lista menos votada. Y así se acumulan los cambios de postura. Los del PSOE son para armar un gobierno, los del PP todavía no está muy claro para qué son o para qué sirven.