1. PRESUPUESTOS ESPAÑOLES. Estaba cantado. Después de amenazar con hacerlo durante días, finalmente Esquerra no ha presentado la enmienda a la totalidad a los presupuestos de Pedro Sánchez. Las maniobras del jefe del gobierno español para deshacerse de los republicanos dieron sus frutos cuando la semana pasada consiguió el apoyo de dos socios poco corrientes, el BNG (1) y Coalición Canaria-NC (2). Estos tres escaños se añadían a los de los socios habituales de los socialistas, como son Más País (2), Compromís (1), EH Bildu (5), PNV (6), Teruel Existe (1), el Partido Regionalista de Cantabria (1) y el PDeCAT (4). Entre todos, el gobierno de coalición presidido por Sánchez se ha asegurado el voto de 175 diputados, que corresponde a la mayoría que necesita el gobierno para hacer pasar los presupuestos. Por lo tanto, los trece diputados de Esquerra se han convertido en tan “irrelevantes”, por expresarlo con el tono burlesco que utilizó Sergi Sol para referirse a los cuatro diputados de Junts, cuando en un debate televisivo auguré que Esquerra se decantaría por no presentar la enmienda. Los independentistas que lidera Míriam Nogueras en Madrid sí que han presentado una enmienda a la totalidad a los presupuestos españoles porque, a diferencia de Esquerra, no se consideran aliados del PSOE. Eso sí que es relevante. La chulería exagerada de los republicanos, tanto en Madrid como en Barcelona, les lleva a un callejón sin salida. Son extremadamente débiles en el Parlamento de Cataluña y tienen poco margen de maniobra en Madrid. Esquerra actúa como la rana que no reacciona bien dentro de una cazuela de agua fría. Cuando una rana cae en un bote de agua hirviendo, salta inmediatamente para salir. En agua fría se confía y puede ser hervida viva lentamente porque no percibe el peligro. Fiarlo todo a la unión con el PSOE mata las expectativas que un mismo ha creado y al final está obligado a recurrir al barroquismo para justificar una acción política sin sentido: “Esquerra Republicana —se dice en un comunicado— da margen y contribuye a generar las condiciones que permitan mantener abiertas las negociaciones que están en marcha”. No se sabe qué negocian, porque Pedro Sánchez no tiene necesidad alguna de negociar nada, ni la reforma del delito de sedición, ni una mísera partida presupuestaria que beneficie a Cataluña. Es más, pronostico que Esquerra acabará votando a favor del PSOE porque, como la rana, chapotea en agua fría desde el día que apostó por la vía de la mesa de diálogo. Cuanto más tiempo pasa, más evidente es que todo ello es una entelequia que solo existe en la mente de Esquerra. 

2. EL REFUGIO DEL PRESIDENTE. La cámara catalana tiene ocho grupos parlamentarios y los plenos son de tres días en vez de dos, como era habitual hasta ahora. La semana pasada tocaba pleno y era el primero que se celebraba después de la ruptura del gobierno de coalición entre Junts y Esquerra. Los republicanos estaban obligados a dar explicaciones por el follón gubernamental que no han podido compensar, y todavía menos maquillar, con la incorporación al Ejecutivo de políticos recauchutados. Incluso Santi Vila, que es de la cuerda de Carles Campuzano, reclamaba desde las páginas de La Vanguardia (uno de los periódicos de referencia de los republicanos) que Aragonès se sometiera a una moción de confianza. El relato del gobierno del 80 % ha desaparecido en menos de siete días. No se lo cree nadie y es evidente que los republicanos están más solos que antes, a pesar de tener en sus manos todos los cargos de la Generalitat. Nunca tanto poder ha servido para tan poco. Los líos se multiplican y los republicanos ya no pueden atribuir la culpa del ruido a sus antiguos socios. El embrollo lo organizan ellos mismos, como se ha visto al abordar la destitución de los jefes de los Mossos. El consejero Joan Ignasi Elena dejó pudrir la situación mientras la crisis en el cuerpo policial avanzaba y crecía y crecía. No es que no tuviera constancia de ello, porque desde la destitución del mayor Trapero todo el mundo que esté un poco atento a lo que pasa en Cataluña sabe que el ajetreo no es menor. El exconseller Miquel Sàmper ya fue protagonista de un choque frontal cuando era titular del cargo con un sector de su partido por la gestión de los Mossos. Los protagonistas eran más o menos los mismos.

Mientras todo esto ocurría en la sede del Parlament, el president Pere Aragonès se marchó a pasear por Bruselas en compañía de la consellera Meritxell Serret. La propaganda gubernamental ha querido aparentar que Aragonès normalizaba las relaciones con la Unión Europea gracias a sus pactos con el PSOE. ¡El poli bueno! El presidente se ha reunido con dos comisarios, Thierry Breton, de Mercado Interior, y Didier Reynders, de Justicia, con quien se supone debía hablar del espionaje de Pegasus. Al final acabaron debatiendo, a instancia del comisario europeo, del 25 % de castellano en las aulas catalanas. Reynders instó al presidente a cumplir las sentencias de los tribunales, que es la tesis de los unionistas, presionado por los eurodiputados españoles. Este ha sido un viaje-refugio mal preparado y pésimamente gestionado, hasta el punto de que el Govern ha querido esconder la reunión oficial de Aragonès con el ministro presidente de Flandes, Jan Jambon, como puede verse en la fotografía que el político flamenco colgó en Twitter. Puesto que Jambon es el principal aliado de Carles Puigdemont en Bélgica, supongo que los republicanos han querido esconder el encuentro por no hacer ningún regalo al presidente exiliado del Consell de la República. Por cierto, y lo indico a título de inventario, esta semana será el líder del PSC, Salvador Isla, quien viaje a Bruselas para reunirse con tres comisarios. Uno más que Aragonès. 

Quedando claro que la mayoría del 52 % ha desaparecido, no tiene ningún sentido apelar a ella para sostener al Govern del 21 %. Cuando en otros países con una tradición democrática más sólida ocurre algo así, se busca la confianza del parlamento o bien se convocan elecciones

3. PRESUPUESTOS CATALANES. La Generalitat también debe aprobar los presupuestos. No se sabe quién los aprobará, porque los treinta y tres diputados de Esquerra son insuficientes para sacar adelante la ley más importante. La resistencia numantina de los republicanos, aquel “sostenella y no enmendalla” tan español, provoca que tengan que abordar la cuestión desde un aislamiento total, como se observó en el Parlamento la semana pasada. El Govern no tiene asegurado el apoyo de ningún grupo parlamentario. Por supuesto, la oposición de Junts es frontal, como no podía ser de otra manera. Votar en contra de los presupuestos es la consecuencia lógica después de que la militancia de Junts aprobara una decisión tan trascendente como es salir del Govern. Los independentistas no es que discreparan de los republicanos en las políticas sectoriales, si bien les separan algunos aspectos relevantes sobre cómo organizar la sociedad, sino que consideraron que Esquerra no cumplía los acuerdos de la investidura y encima se jactaba de ello. Aragonès dinamitó la unidad cuando decapitó al jefe de filas de Junts en el Gobierno, el vicepresidente Jordi Puigneró. Quedando claro que la mayoría del 52 % ha desaparecido, no tiene ningún sentido apelar a ella para sostener al Govern del 21 %. Cuando en otros países con una tradición democrática más sólida ocurre algo así, se busca la confianza del parlamento o bien se convocan elecciones. Los republicanos no lo harán porque, en vez de pensar en las necesidades del país, actúan con una mentalidad partidista. Tienen miedo de perder la presidencia y, lógicamente, todo el poder que cuelga de ella. Aunque los republicanos se escondan y crean que dominan el tiempo, en realidad quien lo domina es el PSOE por medio del PSC. Las elecciones en Cataluña se convocarán cuando quieran los socialistas, aunque no tengan la potestad formal para hacerlo. La nula capacidad de los republicanos para condicionar a Pedro Sánchez con la aprobación de los presupuestos del estado, ha encarecido ahora los votos del PSC para aprobar el presupuesto de la Generalitat. Quizás Illa acabará tomando la decisión de ayudar a los republicanos a superar esta primera prueba, pero el precio será muy alto. En términos de credibilidad de los republicanos entre los independentistas de buena fe y en términos de alianzas políticas. Desde la oposición, donde dicen que hace tanto de frío que no se puede estar, el PSC lleva tiempo siendo el partido que guía el destino de Cataluña por partido interpuesto, Esquerra. Cuando le convenga al PSOE, Illa intentará la sustitución definitiva para convertirse en el titular, si es que no pone remedio a ello otra fuerza política.