Alguien podría pensar, y tendría razón, que votaré a Trias por una relación de amistad personal que viene de muchos años. Otros podrían intuir, y también acertarían, que lo haré por la sintonía política que compartimos después de militar juntos en un mismo proyecto de país durante más de tres décadas. Sin embargo, siendo estas dos razones muy ciertas, el motivo principal de mi voto tendrá otro sentido: quiero un cambio en Barcelona, quiero un cambio de verdad, y el único cambio se llama Xavier Trias. Esta será la esencia de mi voto.

Cualquier cambio puede, por naturaleza, llevarnos a una situación mejor o peor. Por lo tanto, intentaré argumentar por qué motivos creo que Trias puede representar la solución que muchos anhelamos. No aspiremos a un retoque cosmético ni a una capa de maquillaje para disimular los graves errores y las evidentes carencias que se han acumulado con los gobiernos de la actual alcaldesa. Queremos un cambio en profundidad.

Un primer cambio que veo crucial es un cambio de estilo, de talante personal, de cualidades políticas. Quiero al frente de nuestra ciudad a un alcalde y un gobierno dialogante, que sepa tejer consensos y que destaque por su educación y su buena manera de comportarse. En este terreno, Trias es un maestro. Sabe escuchar, sabe dialogar, sabe hacer acuerdos, sabe prestigiar el cargo que ocupa y sabe representar bien la ciudad. No es poca cosa en los tiempos que corren.

Un segundo cambio que creo fundamental pasa por la manera de enfocar las soluciones a los muchos problemas que se apilan delante de nosotros: si se hace desde el dogmatismo ideológico o desde el realismo constructivo. Muchas decisiones que se han tomado en la ciudad en los últimos años están preñadas de ideología intransigente y faltas de un mínimo respeto de la realidad. No es lo mismo querer transformar la realidad que ignorarla o pisotearla. De esta necesidad de cambio tenemos ejemplos sobre temas de máxima sensibilidad: el dogmatismo en las políticas de vivienda, de movilidad o de seguridad nos ha entregado a tener los alquileres más caros que nunca, el caos permanente en muchas áreas sensibles, o a una sensación de inseguridad demasiado generalizada tanto en las calles como en las casas. En todos estos ámbitos, Trias tiene una experiencia contrastada como alcalde y como gobernante que lo acredita como la persona que será capaz de implementar soluciones equilibradas, imaginativas y solventes. Trias no nos pondrá la ciudad patas arriba, ni buscará clavar el clavo de ninguna ideología con la cabeza, ni malgastará un montón de dinero para hacer cosas que supuestamente hacen quedar bien, pero que están muy lejos de hacer ningún tipo de bien.

Quiero un cambio en Barcelona, quiero un cambio de verdad, y el único cambio se llama Xavier Trias. Esta será la esencia de mi voto

Un tercer cambio que entiendo urgentísimo radica en la definición de un proyecto de ciudad que nos permita definir qué horizonte perseguimos y qué rumbo ponemos. La Barcelona actual se mueve más por inercias y por caprichos que por objetivos bien trazados. Debemos dibujar la ciudad que queremos y el camino que nos lleva a esta. En este sentido, necesitamos como el pan que comemos un gobierno que sea receptivo con la gente que tiene iniciativas y ganas de arriesgar, un gobierno que tenga claro que la actividad económica es fuente de progreso y no una molestia perturbadora, un gobierno que ayude a crear, captar y retener talento, y un gobierno que sepa distribuir de manera justa y eficaz los recursos para favorecer un bienestar para todo el mundo, con menos eslóganes y mejores soluciones. Barcelona se tiene que poder convertir en la capital de la sostenibilidad y de la lucha contra el cambio climático, de la solidaridad y de la inclusión social, y al mismo tiempo la capital del dinamismo, de la cultura, de la ciencia y de la libertad. Es decir, la capital donde pasan y se hacen cosas que son ejemplo, referente y modelo. Xavier Trias y el muy buen equipo que ha forjado son capaces de encontrar los puntos de equilibrio y los consensos para enderezar el rumbo de la ciudad en esta dirección.

El último cambio que también deseo es el que hace referencia a los valores que tienen que inspirar y hacer respirar la Barcelona de hoy. En una época de individualismo creciente y de alejamiento de causas compartidas, y en un territorio urbano relativamente pequeño y al mismo tiempo tremendamente denso, en el que tenemos que convivir personas de orígenes y de culturas diferentes, debemos construir unos valores cívicos sólidos basados en el respeto y en la identificación del bien común. Nos hace falta menos demagogia, menos populismo y menos dogmatismo; y, en cambio, nos hace falta más sentido de lo que significa la responsabilidad —nuestros deberes—, el civismo —el respeto al otro y a ti mismo—, y los códigos de pertenencia a una comunidad. Quizás en esta línea los valores de la catalanidad, trabajados a lo largo de la historia, nos pueden ayudar, si los sabemos cultivar. Trias será un alcalde que puede hacer recuperar el orgullo de pertenencia a una ciudad y a una comunidad.

La última parte de este escrito la querría dedicar a hacer entender por qué Xavier Trias encarna el único cambio real y posible. Los argumentos son sencillos: socialistas y comuns, con diferentes nombres, han gobernado juntos en Barcelona 40 años. Desde las primeras elecciones de 1979 hasta ahora, solo durante 4 años hubo un gobierno diferente; el del alcalde Trias, entre 2011 y 2015. Para evitar la permanencia de aquel gobierno, el Estado, a través de la policía patriótica y de muchos otros mecanismos ilegales, inmorales y antidemocráticos, fabricó pruebas falsas para acabar con Xavier Trias, en medio de la euforia y el cobarde ensañamiento de muchos de los de casa que nunca le han pedido disculpas.

Pues bien, si de lo que se trata es de identificar quién representa el cambio, resulta evidente y diáfano que no lo pueden representar aquellos que han gobernado el noventa por ciento del tiempo, es decir, cuatro largas décadas. Y que también lo han hecho los últimos ocho años, bajo la batuta de la actual alcaldesa. Si los comuns son la pura continuidad, los socialistas son parte genuina de esta continuidad. Quien forma parte del problema no puede ser portador del cambio. Nadie, aparte de Xavier Trias, puede materializar el cambio que tanta gente reclama. De los tres que pueden ganar, solo él puede cambiar las cosas. Siempre que concentre todos los votos necesarios para quedar primero. Mi voto ya lo tiene, pero tiene que haber muchos millares.

Votaré a Xavier Trias con convicción, ilusión y muchas ganas. Y por si faltan argumentos, ofrezco un último: es el único candidato que está por encima de los partidos, que no tiene más dependencias orgánicas que la lealtad, y que conociéndolo como lo conozco, sé que tomará las decisiones pensando en Barcelona y en toda la ciudadanía, sin subordinaciones ni externas ni internas.

Artur Mas y Gavarró. 129.º president de la Generalitat de Catalunya