Por mucho que se hable de transparencia, en política no hay rendición de cuentas. Es decir, a diferencia de los estudiantes, de los que tienen que preparar una oposición, de los trabajadores que deben cumplir objetivos, etc., en política no hay una evaluación final. Se suele decir que el examen son las siguientes elecciones. Y es cierto que el cumplimiento de determinados compromisos puede reforzar ciertos valores que representa un candidato. Pero la gran mayoría de la gente no vota comprobando los compromisos alcanzados por los políticos. La gente vota por expectativas, por lo que dictan sus sentimientos y por algún reto de futuro. Me viene bien aceptar que es así, porque si votáramos en relación con la ejecución de la obra pública, por ejemplo, significaría que los catalanes somos tontos.
Pero no evaluar tiene consecuencias negativas; la más evidente es que no hay aprendizaje. Tampoco se tienen en cuenta las oportunidades perdidas: perder un congreso, una gran inversión, la instalación de un sector económico nunca pasa factura. Equivocarse a nivel de relato de país tampoco. Uno de los errores del procés fue el "tenim pressa", ya he justificado en otras ocasiones por qué lo pienso así. Para el caso de hoy, hay que recordar que fue alimentado por ERC porque le restaba votos a Artur Mas. De quitarle votos a Artur Mas a ponerlo todo en manos de la CUP fue un abrir y cerrar de ojos, etc. Y de esto parece que tampoco hemos aprendido nada. Ahora, de repente, ha aparecido por todas partes el "aquí no cabe todo el mundo", alimentado más o menos explícitamente.
Al menos hoy, no entraré en el fondo de la cuestión porque la voluntad del artículo es poner el acento en cómo se piensan esas afirmaciones, es decir, en el método que se utiliza para llegar a una idea que, repetida mil veces, se convierte en ley. Respecto al "tenim pressa", había algunas preguntas, como "¿por qué?", "después de trescientos años tampoco venía de un par" o "¿y poner en riesgo esa gran mayoría?", que no se respondieron, más allá de la emoción: los hijos, que nos miran, etc. Del "no cabe todo el mundo" porque le resta votos a Junts —que puede sonar bien a algunos— a ponerlo todo en manos de Aliança —para mí tan fuerte o tan débil como ponerlo en manos de la CUP— también puede haber un abrir y cerrar de ojos. Sin alarmismos, hay que decirlo. Solo habrá que anotarlo como otra oportunidad de país perdida, eso sí. Por culpa del partidismo y de la falta de generosidad de algunos con el país. Pienso que el “La Catalunya de los diez millones de habitantes ahora es imposible” de Junqueras va por aquí.
Tenemos comarcas enteras, a menos de 100 km de distancia de Barcelona, con una densidad de población de 15 a 150 habitantes por km². ¿Seguro que no cabe más gente?
No lo dice tan claro como el "tenim pressa", cierto, pero alimenta el marco de Aliança. No porque él lo piense, sino porque cree que le resta votos a Junts. Pero más allá de esto, antes de darlo por bueno, ¿puede alguien de este país estudiarlo? El problema del colapso de los servicios, de algunas infraestructuras y de algunas ciudades es ahora. No por los que vendrán, sino por los que han venido. ¿Tenemos claro que no se puede echar a nadie o seguiremos con una demagogia para la que no tenemos competencias? ¿El problema son los que han venido? ¿O el problema es que los que han venido no se han integrado en nuestra cultura y valores y que el sistema se ha colapsado por falta de inversión del Estado y por culpa del expolio fiscal que sufrimos en Catalunya?
Las proyecciones de crecimiento de la población mundial, basadas en estimaciones demográficas internacionales hechas por la ONU y organismos demográficos, dicen que de los 8,2 mil millones actuales pasaremos a 9,7 mil en 2050; a los 10,3 mil en 2080. ¡Atención!, proyectan 10,2 mil millones en 2100, una pequeña disminución. Estas son proyecciones mundiales; si nos fijamos en Europa, nos dicen que de los 744 millones de 2025 se prevén 703 millones en 2050. Es decir, decrecimiento cincuenta años antes que en el mundo. Este decrecimiento es debido a la baja natalidad y al fuerte envejecimiento de la población. Citan como único atenuante la inmigración. Lo que significa que cuando seamos menos habrá muchos más inmigrantes. Por tanto, ¿es este un relato inteligente como país? ¿No cabe más gente o necesitamos herramientas y recursos para integrar a los que estamos? Catalunya no es solo L’Hospitalet, Santa Coloma de Gramenet o Barcelona, ciudades con una densidad de población de entre 24.000 y 17.000 habitantes por km². Tenemos comarcas enteras, a menos de 100 km de distancia de Barcelona, con una densidad de población de 15 a 150 habitantes por km². ¿Seguro que no cabe más gente? Debemos hacernos buenas preguntas sobre este tema para afinar los argumentos.
Por ejemplo: ¿tiene sentido apostar por el no crecimiento en un país donde los autóctonos no tienen hijos y la población está muy envejecida? ¿Tiene sentido renunciar al reequilibrio territorial? ¿Tiene sentido, en términos de poder político, ser la zona con mayor población del Estado? Hoy no daré respuestas, solo hago preguntas. Estaría bien que se respondieran en sentido de país antes de que el "aquí no cabe nadie" se convierta en otro mantra fallido que nos deje en evidente contradicción durante la próxima década. No hace falta responder de inmediato, prensémoslo bien, no tenemos prisa.