Sabes cuándo una viña es joven o vieja si es más ancha o más delgada. Para una que creció con el modelo de belleza de Kate Moss, ahora —en 2025—, me pregunto si todos nos hemos ensanchado. No lo digo como algo peyorativo, sino como un halago a nuestra inteligencia emocional. Quizás lo digo porque con la premenopausia ya nadie quiere aspirar a la talla XS ni tiene miedo de engordar si dejar de fumar. Pero sigue no siendo muy normal oír a las mujeres de más de 50 preguntar siempre en los probadores de la tienda: ¿Me hace gorda? Es que estoy demasiado gorda, ¡tengo que perder tres kilos urgentemente! En vez de: ¿Me resalta los ojos? ¿Me quedan bien estos colores? ¿Voy elegante? ¿Y cómoda?
Entiendo que es más fácil dominar a las mujeres cuando tienen que pasar hambre para encajar en un estándar de belleza poco realista y preocuparse por la celulitis. En vez de centrar su fuerza mental a dirigir empresas o preocuparse por si su pareja las trata como se merecen. Este odio irracional hacia tus brazos, que crees que este verano son más gruesos que los demás, es digno de estudio. Y te los tapas, aunque estés a cuarenta grados, por vergüenza. ¿Vergüenza de tener brazos, de estar bien alimentada, de hacer deporte, de poder utilizarlos? Mirándolo bien, lo extraño que es nuestro pensamiento. Sí, pero la solera de años juzgándolos no se va con cuatro buenas intenciones. Igual que los Reyes no existen, tienes que saber que esas modelos que muestran vientres planos después de haber tenido tres hijos no son verdad. Cuando se sientan, también tienen michelines, porque es parte de nuestra naturaleza y nuestra reserva de grasas, y de no ser así, es que están muy enfermas. Las MILF tenemos que enseñar nuestros brazos en solidaridad también con las mozas de muslo potente y de los llamados físicos no normativos. En este caso, son ellas, mis jóvenes, las que nos están abriendo y enseñando el camino a las de las demás generaciones. Porque esto es un trabajo colectivo, para que tus hijas y nietas no sufran el fantasma de la anorexia. Luego revisas esa foto de junio de hace tres años (cuando creías que tenías las piernas más feas del mundo) y ves que estabas estupenda. ¿Y por qué me pasé el verano con tejanos en vez de pasármelo bien y tener las piernas frescas? Y ves lo ridícula que fuiste, y que pagarías lo que fuera para que hoy en día estos fueran tus problemas.
Las mujeres ya no queremos ser princesas, sino presidentas; ya no queremos estar delgadas, sino fuertes
¿Nos ocurrirá lo mismo cuando nos veamos dentro de cinco años este verano, que aseguramos estar más infladas que nunca? ¡Qué gusto da que influencers como Laura Escanes denuncien en sus redes los comentarios imbéciles sobre si está a un paso del Ozempic! Igual que las mujeres ya no queremos ser princesas, sino presidentas; ya no queremos estar delgadas, sino fuertes. Y que Lalachus explique que cada vez que tiene una gran oportunidad de trabajo, todo el mundo hace chistes que ya no tienen gracia sobre su peso. Sí, no podemos educar a esa tía que no sabe que tú también tienes espejos y que te comenta que estás más guapa porque has adelgazado. Pero sí nuestra mirada hacia nosotros mismos. JLo no tiene las piernas de alambre, ni falta que le hace. Porque no puede ser que la báscula marque nuestro humor veraniego. Nos merecemos más que el sacrificio de no comer muchas aceitunas, helados, horchata y frutos secos al sol, que el ayuno no solo para desinflamar, sino para intentar tener el cuerpo de hace diez años. En la vida no lo puedes tener todo a la vez. O sí, pero no con la proporción que desearías.
Al final, si tienes que escoger entre cara o culo, a partir de los cuarenta, apuesta por la cara, que te la ve (normalmente) más gente. Es el bótox natural de toda la vida. Ya que, al final, lo que pesan son las emociones. Te podría decir que aproveches y quemes lo que te carga por San Juan, que con la coca de chicharrones, lo mejor no es el brut nature. ¿Estarás pensando si tienes que hacer spinning al día siguiente de la verbena? ¿Te dedicarás a quererte descansando con una camiseta de tirantes? ¿Irás contando calorías estas primeras noches de verano? Dicen que la única medida del amor es amar con desmesura. Y que follas como cocinas. También como comes y como te comes la cabeza. Al final, de lo que tenemos ganas es de cariño.