"Ora, lege, labora, rege te ipsum in Communitate”. El lema del milenario queda como prenda de lo que debemos hacer todos los que transitemos por Montserrat durante el próximo milenio. Les pido que cuando piensen en Montserrat, miren mil años hacia atrás y mil hacia adelante, y que lo hagan con la actitud del peregrino, de la que nunca debemos huir. Les propongo, para recordar todo lo que hemos ido viviendo este año y para hacer presente todo lo que representa para cada uno de nosotros Montserrat, que repasemos juntos el lema del milenario.
En primer lugar, recordemos que un peregrino está de paso en el mundo y al mismo tiempo habita en él. Por lo tanto, busca refugio y cobijo en los lugares donde se detiene. Por eso, la vida monacal tiene como premisa la acogida. Esto no lo dice el lema porque no hace falta. Una acogida en la que todo el mundo, sin excepción, debe sentirse bien. Todo el mundo. Por lo tanto, en primer lugar, debe quedar claro que cada uno de nosotros lleva un determinado Montserrat en el corazón, el de su infancia, el de su primer peregrinaje, el de su primera noche de vigilia o de su primera escalada, Montserrat es algo distinto para cada uno de nosotros.
Al mismo tiempo, Montserrat es lo que es: un cruce de caminos de municipios, un faro que se ve desde lejos para los catalanes y, según Verdaguer, la estrella de Oriente para los españoles. Lo dejo ahí, porque Montserrat es de todo aquel que se acerque. Convendrán en ello conmigo sin fisuras. De hecho, ¡suben muchos más extranjeros que catalanes!
Pero volvamos al lema. In Communitate. En el mundo debemos vivir todos, y en Montserrat. Este es, tal vez, el mensaje más potente para el próximo milenio. Todos debemos tener cabida en él. Este es el reto más importante para todos, pero muy especialmente para quien quiera hacer política. ¿Cómo integrar y, al mismo tiempo, no lo olvidemos, cómo ser integrado, porque al paso que vamos, China acabará integrándonos? Occidente lleva camino de convertirse en la nueva Grecia, barbarizada tras conseguir, durante unos pocos siglos, helenizar a sus vecinos. Por lo tanto, el proyecto comunitario debe ser el mainstream, ojo con el anglicanismo, de todo político que ame su país.
Cuando levantemos la vista a Montserrat, demos gracias a Dios por tener un trozo de cielo tan cerca
Rege te ipsum, gobiérnate a ti mismo. Es decir, que tu intimidad no la gobiernen los demás. Esto, con los medios desbocados y la IA entrando por todas partes, es fundamental. Que sea tu criterio el que domine tus actos, no lo que te imponga la moda o la presión mediática o las redes. Tómate tu tiempo para forjarte una opinión, ¡discute con los demás, debate! Y, al final, toma partido, pero siempre dispuesto a contrastar lo que piensas con la realidad y con los que te rodean
Labora. Trabaja. Si tú no te pones a ello, no puedes exigir que los demás hagan su trabajo. Trabajar, el noble arte de hacer que pasen cosas para que comas tú, y los tuyos, es la esencia —mal que nos pese— de buena parte de nuestra humanización. Trabajar se ha convertido en una forma colectiva de emprender para crear riqueza y poder repartirla. Repito: crear primero, repartir después. El pan que tenemos que ganarnos por culpa de un Adán que fue expulsado de un paraíso. Si no hubiera hecho caso a Eva y a la dichosa manzana, ¡cuánto sudor nos ahorraríamos!
Lege. Lee. Otra de nuestras evidencias humanizadoras. Los humanos podemos escribir y leer, transmitir lo que sabemos, lo que sentimos, lo que queremos que perdure. Tenemos la capacidad no solo de entender, ¡sino de razonar y evolucionar! No nos dejemos engañar por lo que dicen los influencers de siempre. Leamos, estudiemos para forjarnos una opinión. Y para procurar ser mejores personas.
Y, finalmente, ora. Cada uno lo sabe a su manera. Todos tenemos una relación con la trascendencia. Todos necesitamos mirar más allá de nuestra existencia. Todos tenemos miedo a la muerte y queremos respuestas que, a menudo, no sabemos aceptar. Para los monjes, rezar es su forma cotidiana de vivir, porque ponen a Dios en el centro de sus vidas. Por eso, es lo primero que ponen en su lema, aunque yo lo he puesto al final para terminar con lo más importante. Cuando levantemos la vista a Montserrat, cuando hablemos de nuestro Montserrat, hagámoslo con mirada amplia y el corazón abierto a una plegaria que no sabemos del todo cómo formular. Pero, sobre todo, demos gracias a Dios por tener un trozo de cielo tan cerca y unos hombres (y mujeres, no olvidemos a las benedictinas) que lo cuidan para que lo disfrutemos todos. Sin excepción. Desde hace ya mil años.