En los últimos años, la inversión en Catalunya está creciendo mucho. Del 2014 al 2018 la tasa media ha sido del 5,5%, con ningún valor anual inferior al 4,7%. Estos registros corrigen las grandes disminuciones que se dieron en periodo de crisis 2008-2013. La bondad de la situación que estamos viviendo hay que asignarla en su mayor parte al esfuerzo del sector privado, tanto nacional como extranjero. Por cierto, con respecto a la inversión extranjera recomiendo el estudio de la Cambra Impacte econòmic de la inversió estrangera directa a Catalunya. Una anàlisi comparada, un trabajo bien hecho, que desmiente los que con datos interesados afirman que el país ha perdido atractivo.

En un parámetro tan importante para el futuro de toda economía como es la inversión, vale la pena que prestemos atención a la que hace el Estado en Catalunya. Básicamente se trata de partidas correspondientes al Ministerio de Fomento relativas a infraestructuras como carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarril, etc. El Departament d’Economia acaba de publicar un estudio sobre la materia, y poniendo énfasis en un aspecto en el que los análisis superficiales no suelen prestar atención: el nivel de ejecución. Porque una cosa es planificar que invertiremos en la empresa 1 millón de euros en maquinaria, y otra es realizar efectivamente esta inversión. Si sólo invertimos la mitad, nos hemos ahorrado momentáneamente estos recursos, pero renunciamos al rendimiento futuro del medio millón de euros no invertido. Aparte de este hecho, que por sí mismo es muy relevante, resulta evidente que planificar 1 millón de inversión y ejecutar sólo la mitad es un indicador de pésima planificación y/o gestión. Más de un director responsable de esta desviación sería despedido de manera fulminante en la mayoría de empresas.

El estudio del Departament d’Economia pone, de manera actualizada, negro sobre blanco y con datos concretos lo que prácticamente todo el mundo mínimamente interesado en el mundo económico conoce y que las organizaciones patronales y otros grupos de interés vienen denunciando desde hace muchos años: el Estado tampoco hace los deberes con Catalunya en cuestión de inversiones. Veamos algunos datos.

Por habitante, la inversión del Estado fue de 402€ en Catalunya, que contrastan con los 620€ del conjunto del Estado

Entre 1997 y 2018, el porcentaje de inversión pública regionalizada estatal, excepto un año, nunca ha llegado al peso que tiene Catalunya en la población, que es del 16%, y no digamos al peso en la economía española, que ronda el 19-20%. En el periodo 2001-2017 la ejecución de inversiones por parte del grupo Fomento ha sido del 77%, dejando de invertir 7.400 millones de euros que estaban presupuestados.

Del 2014 a esta parte, cuando la inversión en la economía catalana coge el impulso indicado al principio, el grado de ejecución medio ha sido del 66,7%. Un botón de muestra, que a muchos lectores les recordará experiencias cotidianas, lo tenemos en la inversión en ferrocarriles, de la conocida Adif: en el periodo 2013-2018 ha ejecutado sólo el 45% de lo que tenía presupuestado; específicamente en la red convencional de ferrocarriles (Rodalies, etc.) la ejecución ha sido del 20,5%. Por su parte, Renfe-operadora ha invertido la mitad de lo que tenía previsto.

Las comparaciones son odiosas, pero a veces son necesarias: en el periodo 2015-18 en Catalunya la inversión presupuestada era el 12% del total español, y lo ejecutado fue el 10,5%; en Madrid lo previsto era el 9,7% del total y la ejecutada ha sido del 14,7%. Es decir, mientras en Catalunya se invertían 1.571 millones menos de los previstos, en Madrid se invertían 521 de más. Por habitante, en el periodo 2015-18, la inversión del Estado fue de 402€ en Catalunya, que contrastan con los 620€ del conjunto del Estado.

Estas pinceladas ilustran, en una parcela pequeña de la economía, el tratamiento que recibe Catalunya por parte del Estado (la grande es el déficit fiscal). Me hago cinco preguntas:

  1. ¿El déficit inversor tiene que ver con el proceso independentista? No, sencillamente es crónico.
  2. ¿La mayor inversión relativa en algunas zonas pobres del Estado ayuda a su desarrollo? No, la evidencia del último cuarto de siglo indica que siguen retrasadas.
  3. ¿La inversión sirve para potenciar alguna zona rica? Sí, Madrid, que es el gran proyecto del Estado. La inversión en el País Vasco y Navarra es irrelevante, son económicamente independientes.
  4. ¿Más allá de dónde se hace la inversión, se hace en lo que hace falta? No. El  AVE faraónico es un ejemplo flagrante mientras Rodalies hace aguas.
  5. ¿En qué medida puede cambiar en el futuro la actitud del Estado? Con gestos tan inútiles como poner el nombre de Josep Tarradellas en el aeropuerto del Prat.

Ciertamente, pensando en el futuro, descansando en el potencial de la economía catalana, una inversión de volumen adecuado en proyectos viables y rentables económicamente y socialmente, nos potenciaría todavía más. Ahora bien, lo que podemos esperar del estado español en este ámbito lo conocemos de sobra, nunca falla. Una razón más para entender que una buena parte de este país esté pensando otras vías.