Probablemente es el nombre más repetido en la historia occidental. Contad solo cada día, en todo el mundo, cuántas veces se repite "María" en la plegaria del Ave María. También es una apelación sobradamente repetida para las mujeres, pero también una gran cantidad de hombres la tienen incorporada a su nombre, como los José María. Más que cualquier otra mujer en la historia, la Madre de Dios, como la llamamos en catalán (no nos gusta llamarla "la Virgen", en todo caso "Virgen María"), es una fuente de inspiración constante. Estos días la vemos de maneras bien diferentes. En el belén del Ayuntamiento de Barcelona, María es una silla con una capa azul celeste. Normalmente la representamos como una chica joven con un rostro blanco y angelical. La solemos ver arrodillada. Flotando en el cielo o en un trono. Es extraño ver a María andando o de pie. En Girona también la tenemos echada en un espléndido lecho de la Virgen en la catedral, que siempre me ha causado mucha impresión. Es una obra del escultor Lluís Bonifaç i Massó, de Valls, que la acabó en 1775. Allí ya está muerta. María aparece en el imaginario colectivo de muchas maneras: embarazada, desconsolada en la Piedad, joven e inocente... María es un arquetipo que lo representa todo, e incluso conceptos contradictorios: virgen pero madre, humilde pero potente. Siempre es madre, y ahora también es reivindicada como hermana por los protestantes.

Jaroslav Pelikan, de la Universidad de Yale, es uno de los expertos mundiales en María en el arte, la literatura, la vida política, y recuerda que de María se habla mucho, pero se sabe poco.

Maria aparece (poco) en la Biblia y ya se la define como una joven prometida con un hombre que se llama José. Sin María, no existe el Dios cristiano, porque es ella la posibilidad de la salvación, como la llaman las teólogas ("Maria, spazio di salvezza"). Se la ha llamado "segunda Eva", "Madre de Dios", y se la ha pintado blanca, negra y de todos colores, porque cada pueblo se la ha hecho suya. Hay miles de devociones marianas, y Catalunya es un ejemplo, con infinitos santuarios marianos repartidos por el territorio. Se ha percibido a María como próxima, humana, mediadora. Como si Dios fuera muy grande, lejano, inaccesible. Y poco a poco se ha hecho de María como a Dios. Id a los cementerios y fijaos en las lápidas. Hay muchas cruces, pero gana la Moreneta. El arte está lleno de devociones marianas y también el cine y la literatura.

En música, Giuseppe Verdi compone el Ave María en 1889 y el Stabat Mater en 1897. También Desdémona canta un Ave María en el Otelo de Shakespeare. Cuando entras en alguna casa, sobre todo en los pueblos, aún puedes llegar a oír un "A purísima". Y los que frecuentan los confesionarios así son saludados: "Ave María purísima".

El modelo de mujer que se ha ofrecido a través de María se ha traducido en una mujer obediente y de segunda, nada que ver con el prototipo. Cultural y antropológicamente, María acompaña, pero teológicamente María es un medio. María es muy atractiva o feminiza la religión cristiana, que se ha vivido de manera excesivamente masculina. En la Sagrada Família de Barcelona se están ya alzando las 18 torres. La de María, imponente, altísima. Pero la del medio, la más alta, es la de Jesucristo. Porque por muy mariano que sea el pueblo, por mucha devoción a María, ella no es el centro del cristianismo.

A María nos la han presentado, y ha sido muy problemático, como un ejemplo de pureza, humildad y pasividad. Yo, en cambio, la encuentro transgresora y activa, un modelo de activismo altísimo; de hecho, una mujer que dice sí y con su "fiat", o sea con su "se haga", pone un rumbo en la historia impresionante. María no es un personaje secundario en el belén, tímida en medio de bueyes y mulas. Sin ella, pequeño detalle, no estaríamos acercándonos a la Navidad.