Ser parte del equipo comunicativo del Papa debe ser una experiencia de resistencia. Sus frases, los despropósitos, las salidas de guion, son constantes. Nada es previsible. Los periodistas que lo rodean no lo pueden hacer callar, ni saben qué dirá, ni cómo. Hace referencia a imágenes y metáforas que dejan de piedra. La creatividad de Bergoglio para construir frases míticas y construir imágenes mentales que se quedan clavadas en el cerebro es encomiable. También en los mensajes que envía por escrito, donde ha pedido más "amén" y menos "like" ante la idea dominante de que quien tiene más "me gusta" disfruta de más legitimidad. Este año ha enviado el tradicional mensaje para las comunicaciones sociales, que desde hace 53 años cada Papa escribe para reflexionar sobre la comunicación. El papa Francisco lo ha dedicado a las comunidades en las redes sociales. Se titula "Somos miembros unos de otros. De las comunidades en las redes sociales a la comunidad humana". Utilizando el argumento de la carta de san Pablo a los cristianos de Éfeso (Ef 4, 25), recuerda que todos formamos parte de un todo. Desde que Internet está disponible, la Iglesia ha estado y ha intentado promover su uso para servir al encuentro entre personas e incrementar la solidaridad. De hecho, la llamada "Oficina para Internet" de la Santa Sede y el dominio www.vatican.va fueron pioneros. Internet llamaba a la puerta y la Santa Sede ya se organizaba. La pesada, lenta y multisecular máquina vaticana no siempre ha sido tan ágil. Pero en ponerse al día en tecnología digital, no puede negársele haber sido pionera.

Siguiendo los pronósticos de los expertos, reflexiona sobre las profundas transformaciones que la tecnología ha imprimido en las lógicas de producción, circulación y consumo de contenidos, donde hay riesgos que amenazan a la búsqueda y la posibilidad de compartir una información auténtica a escala global.

La red nos traslada a la idea de la comunidad, y si una comunidad está cohesionada, animada por sentimientos de confianza y persigue objetivos compartidos, es fuerte

El papa Francisco acepta que Internet sea "una posibilidad extraordinaria de acceso al saber", pero también es cierto que es uno de los lugares más expuestos a la "desinformación" y a la "distorsión consciente y planificada de los hechos y de las relaciones interpersonales que a menudo asumen la forma del descrédito". Las redes sirven para estar más en contacto, para encontrarse y ayudarse unos a otros, acepta en el texto, pero también deja la puerta abierta al acoso cibernético y a presiones y manipulaciones. De hecho, la Santa Sede instituirá un observador internacional sobre el acoso cibernético con sede en el Vaticano.

Delante de este escenario, es útil reflexionar sobre la metáfora de la red: multiplicidad de recorridos y nódulos que aseguran su resistencia sin que haya un centro, una estructura de tipo jerárquico, una organización coparticipativa. La red nos traslada a la idea de la comunidad. Y si una comunidad está cohesionada, animada por sentimientos de confianza y persigue objetivos compartidos, es fuerte. Es "evidente", para el Papa, que la comunidad creada por las redes sociales no es una auténtica comunidad, sino que a menudo se trata de agregaciones de individuos que se agrupan entorno a intereses o temas y entre ellos subsisten vínculos débiles. La identidad, en las redes sociales, se basa a menudo en la contraposición frente al otro, frente quien no es del grupo, y alimenta sospechas y la explosión de prejuicios, étnicos, sexuales, religiosos y de toda índole. Esta tendencia alimenta grupos que excluyen la heterogeneidad y favorecen, en un ambiente digital de individualismo desenfrenado, espirales que fomentan el odio. Por lo tanto, lo que tendría que ser una ventana "abierta al mundo", se convierte en un "escaparate donde exhibir el propio narcisismo". Los jóvenes están expuestos a la ilusión de pensar que las redes sociales satisfacen completamente en el plano relacional y se llega al fenómeno peligroso de los "ermitaños sociales", gente que se aleja de las personas, rompiendo el tejido relacional social inexorablemente. Desde un punto de vista cristiano, explica el Papa, "las personas no son competidores potenciales", y hay que considerar incluso a los enemigos como personas: ya no hay necesidad del adversario para autodefinirse porque la mirada de inclusión ayuda a descubrir la alteridad como parte integrante y condición para la relación y la proximidad. La red es un recurso si nos lleva también al encuentro en carne y hueso con las personas, "abriendo el camino del diálogo, el encuentro, la sonrisa, la caricia", añade el Papa. Una red que libere y no atrape, una unión que no está fundada sobre los "like", dice él, sino sobre la verdad y el "amén". Como la Iglesia, palabra griega que quiere decir 'asamblea' y nos devuelve siempre a la comunidad. El mensaje del Papa no demoniza la red, sino que pide que sea lo que tiene que ser. Que así sea.