Azar es una palabra preciosa que proviene del árabe azzahr y zahr, literalmente 'dados' y 'flores'. Todo muy gratuito y aleatorio. Poco necesario. Accesorio pero revelador. Su significado no siempre va ligado al perfume embriagador de las naranjas. Entendemos el azar desde una casualidad o desgracia imprevista, hasta juegos de mesa donde intervienen dados, cartas y donde, seamos sinceros, la mayoría de veces se pierde. Honoré de Balzac creía que había gente que no podía contar con nada, ni con el azar, porque "hay existencias sin suerte". Este papa Francisco, que suele ir disparando contra lo que considera errores o fracasos de este tiempo, también ha cargado ahora contra los juegos de azar. El Papa vincula los juegos de azar con la usura o el cobro excesivo de intereses por un préstamo. Históricamente las religiones lo han considerado una mala práctica, un pecado, y se considera delito en la legislación sobre relaciones económicas de gran parte de los países europeos. Ahora el papa Francisco ha pedido a las instituciones públicas un "nuevo humanismo económico" para desincentivar los juegos de azar. En la cabeza del pontífice, jugar implica a menudo endeudarse. No olvidamos que le gusta la literatura, y el gran Dostoievski describe esta situación magistralmente en El jugador.

Bergoglio, de hecho, ha ido un poco más lejos y ha tildado la práctica de la usura de "delito grave". Y ha explicado por qué lo define así: acaba con la vida, desprecia la dignidad de las personas, es un vehículo de corrupción e impide el bien común. Lo ha soltado en una de estas audiencias aparentemente intranscendentes, ante el Consejo Nacional Antiusura Italiano. El Papa ha sido incluso poético: "Es una desgracia que, como una serpiente, estrangula a las víctimas". Este mal antiguo —el Papa ha reconocido que no es un mal nuevo— es corrosivo y "debilita los fundamentos sociales y económicos de un país". Pide que las instituciones desincentiven, con medidas adecuadas, los instrumentos que sean causa de usura, como por ejemplo los juegos de azar. Con eso el Papa encuentra un pleno consenso con las comunidades musulmanas, que prohíben los juegos de azar. Francisco apuesta por un estilo de vida "sobrio", que sepa distinguir entre lo superfluo y lo necesario y que responsabilice en no entrar en una espiral de deudas para obtener cosas a las que se podría renunciar.

Francisco no carga contra los préstamos porque sí, sino en virtud de una premisa: "Hay que educar en la sobriedad" y en una alerta pedagógica. "Es importante recuperar las virtudes de la pobreza y del sacrificio para no convertirnos en esclavos de las cosas, o del sacrificio, porque en la vida no se puede tener todo". No se refiere a quien necesita dinero para vivir, sino para jugar. Y a quien juega para tener dinero para vivir. Un ciclo que sabe que en Italia no es desconocido. Y no se refiere solo a la población pobre endeudada que entra en el banco y pide un préstamo.

La usura deja sin con la promesa del más. No es solo el interés producido por el capital prestado, sino un submundo que asfixia

Es evidente, pues, que el Papa no se refiere solo a los préstamos, que incluso serían simples y aceptados sin presión, sino directamente a la extorsión y a una mentalidad y manera de hacer que la propicia y encubre. Las nuevas normas antiusura italianas no afectan a las regiones del sur —se ha hecho mucha literatura sobre el tema de un sur mafioso y un norte europeizante y aseado—. De hecho, el Observatorio Regional sobre el Fenómeno de la Usura del flamante Piamonte tiene trabajo, y mucho. En Italia se multiplican las jornadas, congresos e incluso becas para analizar esta "plaga escondida", en palabras de los piamonteses que impulsan el estudio con el fin de impulsar una cultura de la legalidad (lo llaman así) y de la responsabilidad con el dinero.

Sabina se refiere a ella ("sin ti todo es usura") y san Vicente Ferrer y Ramon Llull también la tienen en cuenta. Ezra Pound (1885-1972) dedicó un poema a la usura en que suelta la metralla con estos versos: "Con usura, / pecado contra la naturaleza, / es tu pan para siempre deslavazado, / seco como papel, sin trigo de montaña / sin la harina fuerte".

La usura deja sin con la promesa del más. No es solo el interés producido por el capital prestado, sino un submundo que asfixia. Los gritos de los indignados contra la especulación y lo que dicen las "indecentes maniobras" del capital van en esta dirección. Y la gente que se aprovecha de la desgracia ajena no se multiplica solo en tiempo de guerra, atmósferas clandestinas, mercado negro y estraperlo. Es el triste pan de cada día en muchos contextos. Y no miréis tan lejos.