El viernes 24 de febrero escribía el compañero Celestino Sánchez que a mediodía nos había dejado Miguel Tomàs, un amigo, un camarada, que se reinventó en todas las luchas sociales y políticas, pero que solamente "se consideró y fue un comunista".

La triste noticia me hizo pensar, como tantas otras veces, que no solamente los políticos, escritores y artistas de renombre merecen tener un titular en las noticias y llenar un lugar en nuestro recuerdo. También hay que tener presentes y aprender de los que, como Miguel Tomàs i Romero, nunca cedieron a las injusticias ni al miedo, y que en tantos momentos de su vida demostraron una gran conciencia social. Por aquellas y aquellos, como Miguel Tomàs, que fueron pioneros, en muchos casos, de luchas todavía no resueltas.

Quizás a los que somos más mayores nos hizo de taxista alguna vez, cuando todos éramos muy jóvenes, y ya quería mejores condiciones de trabajo para un sector del que acabó siendo referente. Desde su sindicato, el STAC, nos recuerdan que inició su compromiso en 1972, bajo el franquismo, con el lema "El taxi para quien lo trabaja". Más tarde, dirigió el Sindicato del Taxi de Catalunya (STAC) legalizado en 1977, defendiendo la titularidad única de la licencia y la exclusividad en el trabajo. Consiguió extender sus ideas de dignidad y humanización en el trabajo por todo el Estado y también por Europa. Miguel Tomàs luchó contra la explotación (y la autoexplotación) en su sector, dando alternativas en momentos de crisis, como "un taxi, un conductor", "no al doble turno", control de las licencias, reforma fiscal en la imposición y también en la venta de la licencia por enfermedad o jubilación. Ahora, en tiempo de nuevas movilizaciones del sector y graves amenazas de las multinacionales del transporte de personas, estas y otras cuestiones pueden parecer casi utópicas..., pero la triste paradoja es que cuando más lejanas parecen, más se consolidan, por todas partes, la desposesión y la inhumanidad.

No podemos olvidar la triste ocurrencia de nuestra sanidad del euro por receta, por muchos motivos, pero, sobre todo, por el ejemplo de Miguel Tomàs; para recordar cada vez que lo necesitemos que hay que tener la valentía de decir 'no'

Miguel Tomàs y Romero, que fue también fundador de Iaioflautas y el primer insumiso —como se puede ver en las hemerotecas— del euro por receta, un injusto trirrepago que se inventaron el president Mas, con Boi Ruiz como conseller de Salut y Mas-Colell como conseller de Economia. Las multas por no abonar la tasa del euro de la vergüenza tuvieron en su momento un único cabeza de turco: Miguel Tomàs, el yayoflauta valiente, que explicó el primer día del no, y en la farmacia del presidente del Col·legi de Farmacèutics, que se estaba poniendo en peligro un modelo de sanidad pública que había costado muchos sacrificios a varias generaciones. Que la recaudación del euro por receta era una medida especialmente injusta para la ciudadanía de menos recursos y ponía en peligro la continuidad de algunos tratamientos de personas especialmente vulnerables. Es decir, un disparate de afán recaudatorio que se traducía en un atentado contra la equidad en salud, sin que se entrara ni por un instante a actuar sobre las verdaderas causas estructurales de nuestra sanidad pública. Nada que ver con lo que necesitaba y necesita todavía la ciudadanía y, por lo tanto también, los farmacéuticos y farmacéuticas metidos a recaudadores, y muchos otros colectivos profesionales y sociales.

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Miguel Tomàs en la protesta de insumisión por el euro por receta

El euro vergonzoso por receta fue una prueba más de que la política que regía —y sigue rigiendo, ahora todavía más agravada— en el sistema sanitario se decantaba por posturas economicistas, con evidentes criterios mercantiles y privatizadores, ignorando los principios elementales de justicia social y de salud pública.

La noticia de la insumisión encabezada por Miguel Tomàs se hizo bastante invisible en los principales medios de comunicación. Nada más destacar, por contradictorio, que el Ara hablaba de "70.000 dispensaciones y ninguna incidencia digna de mención"… Ninguna incidencia en los días de la recaudación forzosa, solo titulares para la obediencia aprendida y el pase por caja. Pocas semanas después, el Tribunal Constitucional prohibió la tasa que agravaba las desigualdades en salud, porque, entre otras cosas, ya la Comunidad de Madrid se sumaba al atraco, y la insumisión podía multiplicarse. Y el TC supo hacer más política que nuestro "gobierno de los mejores" que presidía Artur Mas.

No podemos olvidar esta triste ocurrencia de nuestra sanidad, por muchos motivos, pero, sobre todo, por el ejemplo de Miguel Tomàs i Romero. Para recordar cada vez que lo necesitemos que hay que tener la valentía de decir no, y volver a los más que dignos ejemplos de insumisión bien entendida.

¡Hasta siempre, compañero!