El otro día recordaba una anécdota con un profesor de instituto. Yo debía tener unos quince años. Faltaban unos minutos para empezar la clase y él estaba charlando con unos alumnos (chicos). Entré en el aula y me quité la chaqueta. Cuando él vio que debajo yo llevaba un jersey que me dejaba el ombligo al aire, interrumpió la conversación con los alumnos (chicos) y, al cabo de unos segundos, les contestó, con tono divertido y cómplice: "Perdonad, me había despistado".

Justo después de recordarlo, pedí a mis amigos, por voz y por whatsapp, si habían tenido, durante la época de instituto, lo que se podría llamar un profesor salido. "¿Un profesor de estos que si llevabas escote se te quedaba mirando de forma descarada? Tuve uno durante la ESO y otro de gimnasia en bachillerato que salivaba durante las clases de baile cuando nos tocaba bailar a las chicas", escribió una amiga. Más respuestas por whatsapp: "Un profe de música que muchas veces hacía alusiones a cosas sexuales", "uno que decía auténticas burradas. A una compañera le dijo una vez que fuera a borrar la pizarra, para que le viéramos el culito" ―este amigo escribió tres párrafos de anécdotas más, del mismo profesor, en el grupo de whatsapp―.

En una conversación analógica, otro amigo me comentó que recordaba uno que miraba el culo y los pechos a las chicas cuando salían a la pizarra. Una familiar mía y su mejor amiga también habían sufrido uno de estos. Dos amigas, de institutos diferentes, me contestaron que los había que prestaban mucha atención a las niñas guapas o que vestían mejor. "Las llamaba flores", añadió una. También encontré anécdotas de profesoras salidas, si bien en menor cantidad: "Siempre pasaba lista a los chicos cuando estábamos en la ducha, o la profesora de castellano era más amable con los chicos que con las chicas".

De las experiencias, estas y otras, explicadas por mis amigos, he extraído varias conclusiones. La primera es que la especie del profesor salido, en la versión hombre (la más frecuente), sentía predilección por las alumnas consideradas desarrolladas o que vestían bien/sexy. Es decir, aquellas que tenían un cuerpo y una apariencia que se parecía más al de una mujer adulta. Evidentemente, el grado de desarrollo de las chicas no estaba ligado a su madurez psicológica. Igual que las que tenían pechos planos o caderas rectas, vistieran chándal o pantalones cortos que descubren media nalga, eran menores de edad.

El profesor salido ni te violará ni te seducirá, pero sus acciones estarán amparadas por lo mismo que sostiene las del depredador sexual o el profesor seductor: el poder

La segunda conclusión es que el profesor salido tenía muchas subespecies. Podía ser un señor mayor, el profesor enrollado, el profesor de gimnasia o el profesor patético. La característica común era que su condición justificaba su comportamiento. El profesor salido mayor lo era porque antes las cosas eran de otra manera; el profesor de gimnasia lo era porque el movimiento, el sudor, los tops ajustados, los vestuarios, facilitaban la cosa; el profesor enrollado podía ser salido porque así quedaba bien con los alumnos (chicos), y el profesor patético, porque bueno, es un ser despreciable, ¿qué puedes esperar de él?

La tercera es que el profesor salido pervivía con cierta impunidad gracias a que los institutos son un nido de rumores. Además, los adolescentes suelen vivir un poco en las nubes. Otros amigos, al recordar posibles observaciones de profesores salidos, utilizaban frases como "se decía que si una chica llevaba escote, el profesor X le ponía buena nota", "pero ya sabes que en los institutos corrían muchos rumores, como el de Ricky Martin y la mermelada", "era adolescente, podría haber malentendido lo que hacía o me lo podría haber imaginado". Seguramente algunos casos eran mentira. Rumores de aquellos que se creaban para colgarle el muerto a alguien que nos caía mal.

¿Qué pasa, sin embargo, con los casos ciertos? Por lo que he podido averiguar, y por lo que recuerdo de mi experiencia, los profesores salidos certificados llevaban bastante tiempo exhibiendo su comportamiento. Su actitud era reconocida y aceptada, aunque fuera con resignación, por el alumnado. Un amigo recuerda que, en su instituto, había un chiste y todo sobre un profesor salido: "¿En qué se parece el profesor tal y un guisante? Los dos son pequeños y verdes".

El profesor salido reproducirá una serie de actitudes que quizás no te traumatizarán, pero te causarán malestar y serán como una gota china

Parte de la impunidad del profesor salido es debida al hecho de que tiene dos digievoluciones que han acaparado toda la atención del público en general, una por la alarma social que genera y la otra por la erotización que se ha hecho. El profesor salido no es un depredador sexual, como Joaquim Benítez, el profesor del caso Maristas. Tampoco es el profesor de universidad que utiliza el morbo que le ofrece su posición de autoridad para acostarse con alumnos. El profesor salido ni te violará ni te seducirá blandiendo su sabiduría, pero sus acciones estarán amparadas por el mismo que sostiene las del depredador sexual o el profesor seductor: el poder.

El profesor salido reproducirá una serie de actitudes que quizás no te traumatizarán, pero te causarán malestar y serán como una gota china. Si eres chico y no has sufrido abusos, será de las primeras ―y seguramente únicas― veces en que te tratarán como un objeto sexual. Si eres chica, incorporarás los actos del profesor salido a tu historia de acoso de desconocidos en la calle, de tocamientos indeseados en lugares públicos y privados y de acoso de parejas, exparejas y hombres aleatorios que se piensan que seducir a una mujer es interpretar a un malvado de la serie Mentes criminales ―o al protagonista de 50 sombras de Grey―.

Todo sea dicho, he encontrado (pocos) casos en que los alumnos plantaron cara al profesor salido. Un amigo me escribió: "En bachillerato teníamos uno que se arrimaba a las chicas cuando consultaba si habíamos hecho los deberes. Las chicas se cansaron e hicieron una asamblea. El profesor se disculpó y al año siguiente ya no dio más clases".