Durante la Diada, TV3 utilizó por primera vez tecnología móvil 5G para retransmitir un acontecimiento. Con motivo del hito, Lluís Anaya, director de Innovación y Datos del Centre de Telecomunicacions i Tecnologies de la Informació, conocido popularmente como ce-ti-ti, hizo un hilo en Twitter explicando en qué consistía la retransmisión. Lo escribió en castellano, cosa que Anaya justificó diciendo que era "para ampliar la audiencia". Después de las quejas de usuarios de la red ―yo incluida―, entonó el mea culpa y redactó el mismo hilo en catalán. El hilo en catalán fue retuiteado 47 veces y recibió 85 me gusta. El hilo en castellano tuvo 14 tuits y 49 me gusta.

El "para ampliar la audiencia" de uno de los responsables de impulsar las políticas digitales en nuestro país representa a la perfección la mentalidad que impera a la hora de decidir si utilizar o no el aranés y el catalán en el mundo digital. Por una parte, bastantes personas dedicadas a la producción de contenidos digitales, youtubers, difunden sus productos en castellano para obtener más notoriedad. Por otra parte, la voluntad de llegar a tantas personas como sea posible se ve limitada por un marco referencial español, pues más gente los leería o los escucharía si utilizaran el inglés.

El "para ampliar la audiencia" de uno de los responsables de impulsar las políticas digitales en nuestro país representa a la perfección la mentalidad que impera a la hora de decidir si utilizar o no el aranés y el catalán en el mundo digital

El potencial comunicativo de las redes sociales es modelado por el espacio desde el cual nos pensamos a nosotras mismas y al resto del mundo ―en el caso del director de Innovación, el marco era hispano―, y como nuestra posición en el mundo limita el alcance del contenido que publicamos en la red. En Twitter, la lengua con la que tuiteas importa ―¿de qué sirve seguir a alguien de Turquía que tuitea exclusivamente en turco, si yo no entiendo este idioma?―. No obstante, los perfiles seguidos o que te siguen también son relevantes a la hora de difundir contenidos. Seguramente, a un castellanohablante que sigue a un cargo de la Generalitat no le importará que tuitee en catalán; en cambio, un castellanohablante unionista no estará muy dispuesto a seguir a un alto cargo de la Generalitat, si no es para tildarlo de lazi separatista. Esta observación también vale para los líderes independentistas, que se pasan al castellano cuando pronuncian discursos dirigidos a lo que creen que es un interlocutor español dialogante, lo cual es un poco como un unicornio que caga arco iris: nadie lo ha visto y si existiera seguramente sería una cosa más espantosa que la que nos imaginamos. Como consecuencia de estos dos factores, cuando tu lengua materna es una minorizada, escribir o hablar en este idioma en internet se convierte un acto de resistencia política y de afirmación existencial.

A veces, mientras trasteo aplicaciones móviles, me pregunto si los catalanes catalanohablantes, aranesohablantes y castellanohablantes reaccionamos de la misma manera a un anuncio de Idealista o Wallapop en función de si está escrito en catalán, castellano o aranés. Lo mismo sucede con los perfiles en aplicaciones para ligar como Tinder. ¿El castellano indica una voluntad de expandir el mercado o, en algunos casos, es una muestra de intimidad genuina? ¿Sentimos que nos cerramos puertas, cuando publicamos un perfil en catalán, o eso favorece a crear un clima de complicidad con aquellos que también tienen el perfil, o el anuncio, en catalán? ¿A quién no le ha pasado nunca, sobre todo en Barcelona, que el primer contacto público ―físico o digital― se haga en castellano y, una vez hechas las presentaciones, nos demos cuenta de que todos los interlocutores somos catalanohablantes?

Escribiendo sobre su experiencia, en restaurantes y hoteles, como lesbiana, Sara Ahmed concluye que la heterosexualidad se da por supuesta en todas partes, mientras que la homosexualidad tiene que afirmarse para hacerse ver. ¿Hasta qué punto, en Catalunya, la lengua que se sobreentiende en internet, sobre todo en los espacios más cotidianos, es el castellano? ¿Hay diferencias de uso lingüístico entre aplicaciones más políticas y deliberativas, como Twitter, y otras de más íntimas o transaccionales, como Wallapop, Uber o Tinder?